A un mes del proceso electoral del 2021 de las elecciones intermedias, en el cual se renovó íntegramente la Cámara de Diputados, se eligieron quince gobernadores, así como presidentes municipales y diputados locales, con más de 3000 cargos de elección popular en juego, ya sólo falta que se resuelvan las impugnaciones interpuestas.
En ese escenario comicial, incompleto, en proceso, sin finiquitar, hemos conocido las aspiraciones de algunos actores políticos que han dado a conocer su ambición de participar como candidatos presidenciales del 2024. Es sorprendente que el propio presidente de la República haya dado el banderazo de salida a la carrera presidencial para sucederlo, al anunciar a sus “delfines”: Claudia Sheimbaun y a Marcelo Ebrard; y como para despistar a Esteban Moctezuma; a Juan Ramón de la Fuente; y a Tatiana Cloutier. El inquilino de Palacio Nacional dentro de su omnipresencia piensa poder controlar a los adelantados en las luchas internas para lograr ser finalistas en la carrera presidencial, pero no consideró que el arranque de dicha carrera es el inicio de la recta final de su sexenio.
Para muchos es difícil, comprender las prisas, diría el dicho popular porque se “les queman las habas” a personajes que anteponen y les importan más, mucho más, sus ambiciones, quizá legítimas y validas, que el futuro inmediato y de mediano plazo del País.
Cuando dentro del porvenir inmediato debería ser tema, la instalación de la nueva legislatura para procesar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos del 2022, que permitirá utilizando las herramientas fiscales y de gasto publico recomponer la desalentadora situación económica con medidas internas que palien en lo posible el complicado entorno económico internacional, a través de correcciones y ajustes en la recaudación y ajustes severos pero planeados en el ejercicio del gasto con el presupuesto “austero”.
Lo que el presidente y algunos actores políticos hacen, es distraer de lo esencial, de construir consensos, de lograr acuerdos, de tender puentes de entendimiento. con base en los nuevos equilibrios de fuerzas que dejo la elección y todo por empezar en su sentir o su decir, a clarificar sus intenciones a hablar claro a los electores, obviando y con total ceguera que después de la tormenta de spots y de las campañas de guerra sucia, lo que quiere la sociedad es darle la vuelta a la página. Solo las Dirigencias de los partidos han entrado en un vértice de ajuste de cuentas internas, señaladamente en el partido Morena, en el PRI y panistas y lo que queda de perredistas.
La Alianza, PAN PRI Y PRD deberá ser fortalecida, esperemos que no se rompa en la primera discusión de proyecto de ley en la Cámara de Diputados y puedan ofrecer una oposición fuerte y equilibrada. Por el lado del PAN, ya no nos sorprende, la fuga hacia delante de Ricardo Anaya, quien como López Obrador se ha dedicado a recorrer todo el País para aumentar su popularidad, y si lo dejan buscará ser candidato a la presidencia por segunda vez, aunque Marco Cortés líder nacional del PAN señaló que el actual gobernador de Yucatán Mauricio Vila como un prospecto para ser candidato a la presidencia.
Dentro del PRI aún no hay nadie digno de perfilarse como candidato, se deberán resolver primero, las exigencias de las manifestaciones violentas que hubo la semana pasada, en donde un grupo de militantes pedía la renuncia de Alejandro Moreno, “Alito”; habrá que estar atentos pues al parecer los manifestantes son liderados por el ex gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, quien no goza de total aceptación y se dice entre corrillos que podría someterse a componendas con AMLO para apoyar a Morena en el Congreso.
Finalmente, en una situación de crisis en el PRD, no se perfila ningún militante que pudiera ser candidato a la presidencia, no se ve como pudiera ese partido aglutinar otras fuerzas. Las denominadas izquierdas solo juntas podrían ser competitivas y, con AMLO, algunos de ellos no irían ni a la esquina. Apostemos que para la sucesión presidencial existan los suficientes consensos entre los partidos para poder ofrecer un frente equilibrado a Morena.

