El estrés laboral y síndrome de desgaste profesional (Bornout) está definido por el desbordamiento de los recursos de la persona para hacer frente a las demandas del medio. Se considera que una persona está sometida a estrés cuando de forma real o distorsionada tiene la percepción de no ser capaz de hacer frente de forma efectiva a los problemas.

La pandemia de Covid-19 vino a sobrepasar y transformar los sistemas sanitarios del mundo, existen varios indicadores sobre ésta situación que coincidieron —a pesar de tratarse de países desarrollados o menos desarrollados— en que uno de ellos, fue la saturación de los recursos sanitarios, la sobredemanda del personal de salud y el temor creciente de la población.

La salud mental fue y es uno de los aspectos que más resonancia ha tenido a consecuencia de la pandemia teniendo características objetivas y subjetivas. El síndrome Bornout es una de las con secuencias más visibles, pero no la única, pues también coexiste con el síndrome de estrés postraumático cuando la pérdida de seres cercanos (la familia y/o los compañeros) ha ocurrido y además  el mismo personal sanitario ha pasado por un proceso de recuperación de la enfermedad difícil.

Varias fuentes bibliográficas señalan que un porcentaje significativo de los profesionales sanitarios manifiestan sentirse insatisfechos, desmotivados, desilusionados y frustrados en su trabajo por numerosas causas de diversa índole y situaciones crónicas relacionadas —sobre todo— con sobrecarga y estrés en su trabajo.

El Síndrome Bornout fue definido por Freudenberguer en la década de los 60´s y desarrollado por Maslach en los 80´s con la creación de una serie de características que definen tres etapas del síndrome:

Cansancio emocional/  A nivel emocional, los profesionales refieren la sensación de estar dando más de lo que reciben y sienten que sus expectativas se ven repetidamente frustradas. Si no hay un reconocimiento oportuno de estas sensaciones, el profesional puede presentar una distorsión significativa en su manera de percibir las amenazas y los agravios, reales o imaginarios, y reaccionar con estrategias disfuncionales para defenderse de estas percepciones.

Despersonalización/ Progresivamente se desvalorizan sus relaciones,  profesional de la salud —paciente— y se sustituyen por el distanciamiento emocional, esto propicia que se responda con irritabilidad y cinismo ante demandas de los pacientes y de la institución hospitalaria. El trato despersonalizado a los pacientes y a sus familiares elimina la mayor fuente de satisfacción de los profesionales asociada a las relaciones de ayuda, lo que refuerza el cansancio (estar haciendo algo que no tiene sentido), iniciando así un círculo vicioso.

Falta de realización personal/ Surgen respuestas negativas hacia el trabajo y hacia sí mismos por parte de los profesionales que han perdido la motivación para el trabajo, llegando a la falta total de implicación laboral (compromiso).

El Síndrome Bornout no es una condición elegida, es un estado de sufrimiento mantenido, asociado al estrés laboral y termina afectando a la salud física; se acumula el cansancio de forma progresiva y se ven afectados los mecanismos de recuperación, incluido el sueño.

Son comunes los síntomas de ansiedad, depresión, miedo, baja autoestima, conductas de consumo de sustancias, problemas interpersonales, irritabilidad, desadaptación, fractura de los equipos de trabajo, etc.

Sosteniendo una perspectiva más general, los trabajadores de la salud, desde antes del evento de la pandemia por COVID19, ya enfrentaban sistemas de organización de trabajo institucional inadecuados que no les permitían recuperarse del síndrome. La pandemia vino a incrementar el problema, es entonces, un área de oportunidad para cambiar algunas estructuras organizacionales para que detecten, prevengan y resuelvan las tres dimensiones del síndrome Bornout y se cuide a los trabajadores más allá de sólo reconocerlos como “héroes”.

La autora es doctora en Psicología Hospital Juárez de México.