No hay nada que hayan hecho bien, o al menos nada que le genere bienestar al ciudadano, todo lo que tocan lo destruyen, política pública que intentan implementar fracasa, han afectado los ciclos económicos y la inflación aumenta, militarizaron el país, pero no les permiten operar, critican a todos de todo, pero ellos están peor, se han peleado hasta con su propia sombra, en resumen, están llenos de buenas intenciones, pero son inútiles y mediocres.

Nada les sale bien, sin embargo, mantienen el poder y todavía tienen buena aceptación entre un número considerable de ciudadanos, pero, las elecciones de junio les han dado más de una lección.

El resultado electoral para el oficialismo fue bueno, como se dice en política “les alcanzó” y no es algo menor, después de tantos errores el enojo ciudadano no fue fulminante, pero, se hicieron tanto daño al procesar internamente sus candidaturas y tuvieron tan poca disposición al diálogo, que apenas estamos viendo los resultados de sus malas decisiones partidarias.

Su última gran pifia fue la consulta popular, ello sin contar el daño que ha generado la intentona de controlar el precio del gas lp, o sea, cuando este artículo vea la luz seguramente se les quemó el desierto o se les inunda el mar, regresemos al tema.

La consulta popular tan anunciada desde la elección del 18, que tantas expectativas había generado, que tanto deseo había despertado entre la izquierda mexicana ansiosa de venganza en contra del capitalismo, que, dicho sea de paso, solito demuestra lo exitoso que es y seguirá siendo, resultó una tomada de pelo.

¿Ganaron? No, no importa que el SI se haya impuesto entre la mayoría de quienes salieron a votar, no lograron que fuera vinculante, les fue imposible movilizar a su base electoral, no han logrado estructurar el funcionamiento de su partido, se pelearon con el árbitro, y lucen mal intentando defender lo que es indefendible, la justicia simplemente no se consulta. Por ejemplo, en el Estado de México, a duras penas obtuvieron un tercio del total de la votación que habían obtenido en junio, solo tuvieron que pasar 60 días para que ello sucediera.

 

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A ver, a duras penas interesaron al 7 por ciento del electorado, o sea, genera más rating la serie de Luis Miguel o la final de futbol un domingo, organizaron una fiesta democrática en donde de cada 100 invitados solo asistieron 7, y tienen la cara dura de enojarse con el Instituto Nacional Electoral, quienes al final, hicieron bien su trabajo.

Ahora nos lanzan un anzuelo envenenado, la revocación de mandato para 2022, todavía no estoy seguro si la república está preparada para digerir algo así, en caso de ganar siempre habrá la tentación reeleccionista, si pierden el daño al sistema político no será menor, y siendo sincero, en caso de que la ciudadanía vote por remover al presidente ¿querrá irse? ¿no nos iría peor con algún inepto que no pueda controlar el movimiento político más disruptivo en el último siglo?

Si a López no le obedecen sus operadores y sus bases ¿le harían caso a Ebrard, a Sánchez Cordero o a Delgado? ¿Cómo reaccionarían los mercados? ¿Cómo reaccionarían las fuerzas armadas? ¿Habría una transición pacífica después de haber atestiguado la forma como vivieron su proceso interno?

Es tentador que este hombre se vaya, ya, sin adjetivos pero que tanto valdrá la pena que los partidos políticos movilicen su voto duro, o que la ciudadanía medianamente logre organizarse, quizá no hemos puesto en la balanza todos los riesgos que genera el que el jefe del ejecutivo y comandante de las fuerzas armadas, se vaya por la puerta trasera con el desprecio nacional tatuado en la espalda.

Sin cerrar la puerta a la posibilidad de votar a favor de la revocación, es necesario observar y analizar la coyuntura del año que viene.

En palabras de Simón Bolívar, tan querido y apreciado en este sexenio “el que sirve a una revolución labra el mar”…

@DrThe