Se acerca el lunes 30 de agosto para el regreso a clases presenciales “llueva, truene o relampaguee” así lo declaro el inquilino de Palacio Nacional. Estoy convencido de que se debe regresar a clases y la pregunta no debe ser si se regresa o no. Lo que debemos preguntarnos es cómo lograr un regreso “seguro” y priorizar la integridad de alumnos y profesores. En ese sentido, el gobierno no lo tiene claro y no cuenta con una estrategia.

Las escuelas cerraron desde el 20 de marzo del 2020 y han sido abandonadas, vandalizadas y descuidadas. No se trabajó en la planeación del regreso o el cuidado de las mismas, lo que hoy nos tiene a una semana del regreso y existe un gran porcentaje de las mismas que no están, ni siquiera en las condiciones en las que cerraron. Si en tiempos antes del COVID las carencias eran muchas, ahora son incontables.

“Simplemente decidieron la fecha para regresar sin tener la menor idea de como lograrlo”.

Para empezar, las escuelas deben estar: limpias, desinfectadas, con los servicios básicos como: agua, luz, salones ventilados, entre otros. Todo esto cuesta dinero y ¿quién lo va a poner? Aunado a esto, se debe contar con cubrebocas y gel antibacterial o jabón para el constante lavado de manos. También se debe tomar la temperatura a todo aquel que entre a la escuela y para lograrlo se deben adquirir termómetros y esto, es más dinero.

Sin mencionar las adecuaciones que se deben de hacer en cada aula ya que se debe cumplir con la sana distancia y generar la “división de cohortes” (reducir los alumnos en cada clase y aumentar la distancia entre los mismos).

Además, hay que mantener a los alumnos en grupos definidos para reducir el contacto y si uno de ellos se contagia, no haya necesidad de cerrar toda la escuela. Sólo se envía a cuarentena al grupo donde ocurrió el contagio. Se debe generar una base de datos con la información diaria que permita conocer las entradas, salidas, nombres, grupos, en fin… no se trata de inventar el hilo negro; se trata de generar una estrategia con información y prácticas que otros países han adoptado para dar certeza a los padres de familia sobre las medidas y cuidados que brindará cada escuela.

El gobierno no ha dicho nada sobre partidas extras para los gastos de medidas sanitarias que pueden evitar contagios. Lo único que conocemos es que los niños deben llevar una carta responsiva para el acceso a la escuela ya que es voluntario el regreso y deben ser corresponsables de cualquier incidencia. Que los padres de familia deben ayudar a rehabilitar las escuelas, que cada quién es responsable de su cubrebocas y gel; ya ni hablemos de pruebas COVID-19 periódicas para detectar y acotar los contagios.

Una vez más, la austeridad de este gobierno saldrá más cara para sus habitantes, lo que seguirá conllevando a una desigualdad y rezago educativo en las distintas regiones de nuestro país.

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