Como la red social más grande en cuanto a videos se refiere, YouTube se ha significado como una plataforma que ha logrado generar una audiencia que se mide en miles de millones de personas que cada minutos buscan o ven alguno de los millones de materiales que esta red ofrece al público a escala mundial.

Tan sólo hay que tomar en cuenta que cada minuto los usuarios de la red suben 500 horas de video y que las tres cuentas con más seguidores superan los 100 millones de personas que están al tanto de sus producciones.

Asimismo, para muchos creadores de contenido –como se llama a los productores de videos en la red– reciben ingresos por a publicidad que se maneja en dicha plataforma. En algunos casos, los canales de YouTube se convierten en un negocio redituable como lo muestra el youtuber con más ganancias, poco más de 29 millones de dólares, que es Ryan Kaji, en tanto que otros más reciben cantidades que se miden en decenas de millones de dólares.

Pero hay un aspecto poco comentado y es el que tiene que ver con las palabras que impiden a un video recibir ingresos –o monetizar en el argot de la red–, las cuales varían de un idioma a otro, pero que en resumen muestran que los algoritmos pueden no sólo impedir que una producción tenga ganancias, sino que incluso hasta llegue a ser retirado de la red.

Algunas de dichas palabras son sexy, muerte, disparo, así como algunas expresiones homofóbicas o discriminatorias e insultos en varios lenguajes. El problema es que el contexto puede indicar su se trata de una ofensa o de un curso de historia o filosofía, algo que aún no dominan los algoritmos.