Las autoridades sanitarias han informado que, en la República, sólo en un día, el miércoles 11 de agosto, se habían contagiado de Covid-19 24,975 personas; también informaron que, por virtud de esa epidemia, han muerto hasta ese día 246 811 personas. Desde marzo del año pasado nunca se habían alcanzado esos niveles de contagio.
A pesar de lo anterior, tanto el presidente López Obrador, como las autoridades educativas federales han dispuesto el regreso a clases para este mismo mes (El Financiero). AMLO fue más terminante: habrá regreso a clase llueva o truene. En el regreso hay riesgos, en la orden precipitación y en la declaración presidencial irresponsabilidad.
Para muchos, entre ellos está la gente que piensa, estando en la cresta de la epidemia, el regreso a clases de manera presenciales es un despropósito; implica riesgos. No existen las condiciones para que los alumnos dentro y fuera de los salones de clase guarden su sana distancia; se ve difícil que conserven el cubre bocas durante la jornada escolar: cinco o seis horas. Será imposible evitar aumenten los contagios
Es cierto, los educandos del país no pueden estar sin clases presenciales toda la vida e, incluso, por más tiempo. Eso es una realidad. A corto y largo plazo se notarán las deficiencias. Pero hacerlo sin haber adoptado las medidas sanitarias que prevengan el contagio y que, llegado el caso, brinden los servicios médicos a los niños y adolescentes que eventualmente se contagien, es correr un riesgo y grave.
Las autoridades sanitarias en la semana que comenzó el domingo 8 de agosto declararon que la capacidad hospitalaria estaba rebasada, que ya no había camas ni ventiladores disponibles y que las medicinas para curar a los enfermos comenzaban a escasear. Esas mismas autoridades ¿están preparadas para hacer frente a un incremento de contagiados multiplicado por diez o más?
En marzo del año pasado, con mucho menos contagiados y menor número de decesos, las autoridades sanitarias declararon un auténtico toque de queda. Las calles, plazas, mercados y centros comerciales de todo el país se veían vacíos y aún así el número de contagios aumentó.
Con la vuelta a clases ¿las autoridades, tanto educativas como sanitarias, buscan lo que se llama “inmunidad de rebaño? Si esa es su intención, no es algo inusitado; en algunos países se ha tomado como una vía para salir del atolladero. Tengo entendido que los gobiernos que así lo han dispuesto, no hicieron una apuesta irresponsable. Previamente adoptaron las medidas para brindar un servicio hospitalario oportuno y adecuado a quienes resultaron contagiados. ¿Podemos suponer que nuestras autoridades han adoptado las providencias para hacer frente a contagios masivos? Si la respuesta es sí, adelante con el regreso a clases.
Si la respuesta es no, entonces me sospecho que tenemos un gobierno y, concretamente, unas autoridades sanitarias y educativas irresponsables. De AMLO no podemos esperar más de lo que ha hecho y menos de lo que ha dicho. Su lucha contra la epidemia se reduce a: no mentir, no ser corruptos, clasemediero, aspiracionista y no haber servido a gobiernos neo liberales; ahora habría que agregar un nuevo elemento: no ser viejo y tener muchos años de haber egresado de las universidades.
La educación universitaria
Las autoridades universitarias se han mostrado más cautas. Por razón de la autonomía de que gozan están al margen y no los obliga la irresponsable orden de “Llueva o truene” presidencial. No han actuado de manera precipitada. Saben que no cuentan con la capacidad para dar seguridad social a sus docentes y alumnos, para el caso de que la pandemia se generalice.
Las universidades, a pesar de que gozan de autonomía, corren un riesgo: que, en razón de no estar funcionando en forma presencial, las autoridades hacendarias les recorten el presupuesto público y, a través de esa vía, se les presione a dar un cambio a su política. Esa es una posibilidad real, sobre todo si se toma en consideración que, por la política generalizada de derrochar, el dinero y recursos públicos, han comenzado a escasear.
Hasta la fecha, con sus asegunes, quienes servimos como docentes en el nivel universitarios hemos venido cumpliendo con nuestra misión docente. Sobre todo, los que nos desempeñamos en el campo de las ciencias sociales y humanidades. Al parecer quienes sirven como docentes en otras ramas de la ciencia, como medicina, biología e ingeniería civil han tenido mayores problemas, pero, con sus precauciones y riesgos ahí la llevan.
Ciertamente la investigación ha perdido calidad y cantidad. Algunos investigadores han tomado las clases en línea como un periodo vacacional prolongado. Hay descuido en la investigación.
Los que tenemos muchos años en la docencia extrañamos el barullo y la presencia física de nuestros alumnos. Es una tragedia el no tener contacto físico con ellos y ver su reacción de duda o comprensión cuando exponemos un tema. Nos falta sentir la presión física del alumno cuando no está satisfecho con la exposición. En las universidades, un regreso presencial a clases, implicará:
Reducir el número de alumnos en los salones de clase, a fin de que se guarde la sana distancia, con el riesgo de que la educación pública universitaria se convierta en elitista, en el sentido de que pocos pudieran tener acceso a ella.
Enfrentar la nueva realidad: que en lo sucesivo la educación tendrá diferentes presentaciones: será mixta, presencial y por video clase; en algunas carreras será, preferentemente mediante investigación, como sucede en muchas universidades europeas y norteamericanas; en esta alternativa la función del maestro universitario será la de ser director de investigaciones; para esta función se requerirá formar los cuadros competentes;
Tener que aumentar el número de grupos y, por lo mismo, habrá que contratar nuevos docentes, para lo que no hay presupuesto; otra solución sería incrementar la carga académica a cargo de quienes enseñan. Esta alternativa pudiera derivar en descuido de la investigación, en el cansancio de la planta académica y en la oposición de los sindicatos universitarios; y
Contar con nuevas aulas, conformarlas en función de que se eviten los contagios y tomar las medidas necesarias a fin de impedir las grandes aglomeraciones en los pasillos y lugares comunes.
Todo lo anterior pudiera derivar en la reducción de la matrícula o en la contratación de nuevo profesorado.
En el área de derecho, concretamente en los cursos de derecho penal, la enseñanza de los juicios orales encontrará algunas dificultades
Desde luego, pensar en conciertos, talleres y la práctica de deportes en grupo es algo que se antoja difícil o que, cuando menos durante algún tiempo, habrá que recurrir a nuevas formas de realizarlos.
En fin, las autoridades universitarias tendrán que echarle mucha imaginación para encontrar nuevas formas de transmitir conocimientos y cultura. La tarea no se ve nada fácil.
En esta colaboración no se alude a la investigación en todos los ámbitos del conocimiento; de eso hablaremos cuando la actual administración haya dejado el poder. Para ella esa es una tarea que no tiene razón de ser. La ciencia y el conocimiento no van con la Cuarta Transformación.