Entrevista con Juan Jesús Garza Onofre, investigador IIJ UNAM
Se viven tiempos revueltos en el poder judicial. La andanada del presidente López Obrador hacia la Suprema Corte y hacia el Tribunal Electoral del Poder Judicial han hecho mella.
Desde el pasado mes de abril, cuando fue aprobada una de las medidas más polémicas de esta administración, la mayoría morenista en el Senado, se ampliaba el mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea de 4 a 6 años y de los integrantes de la Judicatura Federal de 5 a 7 años. Todo ello, luego de que el presidente López Obrador señalara que ningún otro ministro, solo Zaldívar, podría llevar a cabo las reformas al poder judicial.
La reforma prendió el fuego en el poder judicial y propinó un fuerte golpe a la independencia de la Corte además de que provocó la desconfianza entre ministros, magistrados y jueces al considerar al ministro presidente ya no era un par sino que se convertiría en un mando supremo con todo lo que ello significa. Y lo fundamental; una reforma violatoria de la Constitución.
Es hasta hace el pasado 6 de agosto, cuando Zaldívar Lelo de Larrea anunció finalmente su rechazo a la ampliación del mandato, mientras se espera que sea presentado el proyecto de sentencia del ministro decano Fernando Franco González —encargado de elaborar el proyecto— que determina que la ampliación del mandato de Arturo Zaldívar y de 6 consejeros de la judicatura federal es violatorio de la Constitución y atenta contra la autonomía del Poder Judicial Federal. Plantea que en ningún caso se podrá aplicar el articulo 13 transitorio incluido en la reciente reforma.
El diputado Porfirio Muñoz Ledo —quien criticó desde el inicio esta reforma— señaló en su cuenta de twitter, “como anuncia el ministro Fernando Franco esta semana el pleno de la Corte resolverá en definitiva el asunto. Para qué tanta maroma cortesana” y destaca que para recuperar su autoridad, Arturo Zaldívar deberá tomar posiciones jurídicas, no políticas.
Sobre el tema, el investigador Juan Jesús Garza Onofre, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, hace un recuento de los tiempos manejados por el ministro presidente de la Suprema Corte.
¿Qué consecuencias ha traído a la Corte, el hecho de que Zaldívar se tardara 4 meses en rechazar esta ampliación de su mandato?
En definitiva llega muy tarde la decisión del ministro Zaldívar, quien ha cambiado en distintas ocasiones su discurso. Recordemos: en un primer momento fue silencio, no se había pronunciado, estaba más bien a la expectativa y publica un primer comunicado, donde dice que lo hace por respeto a los demás poderes de la Unión.
Así se entendió y dijimos no tiene nada que ver el ministro presidente en esta ampliación pero después de un tiempo, el tema se siguió discutiendo en los medios y se le siguió dando mucha atención, parecería que en ese segundo momento Zaldívar hacía una consulta a sus pares sobre la ampliación de su mandato.
Una facultad extraña, atípica, que está en la ley, pero que no se suele usar en la Suprema Corte; en ese segundo momento al ministro se le vio activo. En una tercera oportunidad, que fue la que vimos la semana pasada, simple y sencillamente vuelve a cambiar su opinión y se hace a un lado.
Veo una contradicción muy fuerte en estas tres posiciones que ha tenido el ministro Zaldívar en torno a la ampliación de su mandato. Se celebra que finalmente haya tomado una determinación pero en definitiva, el golpe a la legitimidad de la Corte, el poner en entredicho sus intenciones, el saber si quería o no quería, si le convenía o no, si tenía los apoyos necesarios, deja una lección muy clara: el presidente de la nación, el presidente de la república debe de respetar la autonomía y la manera en como se organiza el interior o la presidencia del máximo tribunal de este país.
La constante intromisión del presidente en asuntos de un poder autónomo, en qué situación deja a la Corte, ¿un presidente de la SC que ha perdido el respeto y el consenso de sus pares?, ¿deja a ministros divididos?
Parecería que al interior de la Corte esta decisión, simple y sencillamente era insostenible, no se podía defender porque si se quiere modificar la manera en cómo se elige a presidente en la Corte, se tiene que hacer vía una reforma constitucional. Aquí el problema fue que se intentó hacer vía un artículo transitorio, vía una ley secundaria, y es indefendible, prácticamente ilegal.
En ese sentido parecería que al interior de la Corte, que siempre han sido sigilosos, nunca han ido propiamente en bloques y aunque se les intenta caracterizar como liberales y conservadores, lo cierto es que es más complejo. Lo que no me cabe la menor duda, es que Arturo Zaldívar no consiguió el respaldo de sus pares, pero no por un tema personal, no porque haya sido malo o buen presidente sino simple y sencillamente porque no se puede anteponer la Constitución a los intereses personales del mismísimo presidente de la república.
Más allá que haya querido Zaldívar o no, queda claro que en este caso específico, la mayoría de los ministros y ministras al interior de la Corte jugaron un rol interesante para que, a final de cuentas y después de varios tiempos, Zaldívar haya dado un paso atrás.
La resolución que se espera del ministro Franco, de rechazar la ampliación del mandato, ¿significaría establecer una línea de independencia frente a la presidencia de la república…?
No, en absoluto, el carácter autónomo, independiente de cualquier institución pública en este país de índole jurisdiccional tiene que ser a través de sus sentencias, esto es algo innecesario. Estuvimos hablando de esto durante meses, la opinión pública, la propia Corte se desgastó mucho, desatendiendo temas cruciales que en estos momentos están detenidos en la SCJN como pudiera ser lo relativo a la militarización, a la Guardia Nacional, temas a los que la Corte no les ha dado entrada, no sabemos porqué.
La independencia se construye día a día, la independencia va más allá de una sola resolución que si bien era una de las más importantes. Para un trabajo más integral de como está funcionando la Suprema Corte de Justicia de la Nación, debemos hacer un análisis exhaustivo de todas y cada una de sus resoluciones.
No, lo interesante es ver que la SC está cambiando sus dinámicas internas, está cambiando su configuración. En el próximo mes de diciembre sale un ministro y eso habla de equilibrios, de pesos y contrapesos en donde la parte fundamental es ver quién va ocupar esa plaza que deja el ministro Franco González y ver quién es la nueva persona que va a llegar, cuáles son sus credenciales, qué tan cerca o qué tan lejos está de la actual administración y sobre eso ver el proceso de designación, que dicho sea de paso, siempre son bastante bochornosos.
Llamó la atención fue que el ministro Arturo Zaldívar se reunió con los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial ante la crisis que se está viviendo en esa institución cuando no tiene jurisdicción…
Fue bastante peculiar, porque el día que anuncia la conferencia de prensa, todos esperábamos que fuera en torno al Tribunal Electoral, en eso sale, empieza a pronunciar su discurso y al final del día, nos dimos cuenta que iba a hablar de él mismo y anunciar la decisión de hacerse a un lado de la ampliación de su mandato.
El problema al reunirse con los cinco magistrados; primero se reúne con ellos antes que con Vargas y con la magistrada Soto que es la incondicional de Vargas, parecería que es un respaldo implícito y lo que está buscando Zaldívar —es el presidente de todos los juezas y jueces federales en México—, es una solución de índole política, darle una salida que jurídicamente estaba trabada, y no lo iban a poder resolver ellos, porque José Luis Vargas interpuso una controversia que al final no sirvió para nada, ni siquiera la aceptaron.
En ese sentido parecería que Zaldívar funge un papel como conciliador o como una persona que trata de mediar en el asunto. Aquí vale la pena distinguir, Zaldívar efectivamente no tiene injerencia absoluta en un Tribunal especializado como es el TEPJF sala superior, sin embargo, una cosa es que no tenga atribuciones y otra es resolver un problema político donde al final del día, es la persona que encabeza al poder judicial en México. Eso sirvió para despresurizar y salir del apuro. Después se reunió con Vargas, pero creo que fue para dejar claro que la única guía para encontrar alternativa a lo que sucedió, fue a través de la política.
¿Cuál es el problema?, darle una solución política a un problema legal, no van a estar regladas las condiciones, los estándares. ¿Qué negociaron?, ¿de qué hablaron?, cuál es la salida, por qué también se baja Reyes, no lo sabemos y no lo vamos a saber. Ese es el problema, que al tener un mal diseño legal, se ve reflejado en un opaco y en un turbio acuerdo, más bien de índole política, personal y no necesariamente en aras de la transparencia de l legalidad o de algo que pudiera abonar a tener legalidad en las actuaciones del Tribunal Electoral.
Sale en diciembre el ministro Franco y se esperaría un equilibrio en la Corte sin embargo estamos viendo día a día presiones del ejecutivo contra el Tribunal, contra los ministros, contra el poder judicial. ¿Qué esperar?
El presidente está empeñado en hacer un borrón y cuenta nueva del sistema electoral, en específico del INE y el TEPJF, ya lo mencionó, para él la crisis todavía no esté solventada, para él todos se deben ir y generar una nueva institución o un nuevo marco de actuación en este ámbito electoral.
Eso habla de dos cosas. Uno, un diagnóstico equivocado que nunca existió. Si el presidente quiere cambiar el Tribunal y el INE, por qué no lo hizo desde el primer minuto de su gobierno, si dicen que es una persona que conoce México como nadie, me parece contradictorio, o es exacerbado por una coyuntura o bien es porque se dio cuenta que ya le están incomodando.
Hay que recordar que el Tribunal Electoral empieza a generar mucho ruido en estos últimos meses a partir de negarle la candidatura a Félix Salgado Macedonio, a partir de ahí se empieza a conformar un nuevo bloque, no sabemos que va a pasar. Este síntoma de querer cambiarlo 3 años después, cuando las autoridades electorales toman decisiones que empiezan a importarle o a cambiar la ruta de López Obrador, no es sano para cualquier democracia en cualquier ámbito.
Otro tema que me parece preocupante es que lo que propone el presidente por lo menos en el discurso, es que se vayan todos, borrón y cuenta nuevo. Eso no sirve para nada, porque lo que genera es una solución cortoplacista, está pensando en términos de este gobierno pero no en el de los gobiernos que siguen.
López Obrador no va a ser perpetuo en su poder y eso habla de que antes de modificar y hacer un nuevo tribunal, necesitamos más que un machete, un bisturí. Necesitamos entrar a las discusiones de cómo se eligen los magistrados electorales, en qué se gasta el dinero el Tribunal, cuáles son los criterios para transparentar o cómo se litiga en materia electoral.
Un trabajo que recae en temas de diálogo de expertos, de generar consensos, de ver cuál es lo grave, no digo que el INE es una institución perfecta, hay muchos temas que se tienen que revisar. Cortar cabezas a consejeros que no le gustan al presidente o decir que es una institución cara por el simple hecho de decirlo, resulta irresponsable.
El presidente se ha empeñado en gastar un discurso propagandístico, retórico-político que puede servir para polarizar, incluso para tener votos y guiar la discusión pública en el campo político.
En el campo jurídico, si el presidente quiere hacer una transformación real, generar nuevos esquemas para el futuro y tener un mejor país, lo está haciendo muy mal. No se trata de crear nuevas instituciones porque son de otra época, o atacar a partidos con los que no tiene simpatía, esto trasciende cualquier coyuntura y el derecho para eso está.
El derecho está para limitar el poder. Mientras el presidente López Obrador quiera reformar por coyunturas, escándalos o por crisis y no por un diagnóstico serio, no viendo más allá de sus narices, estamos ante el peor de los escenarios, porque se puede hacer una gran reforma electoral donde no existe el INE ni el TE y se vende una narrativa de que es suficiente para generar un mejor México, lo único que se va a construir es un espacio donde en el corto plazo puede funcionar pero una vez que en 2024 llegue alguien mas al poder u arribe otro partido, vamos a estar exactamente en la misma encrucijada.
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