México es un país que por su vecindad con los Estados Unidos es desde hace muchos años un destino primario y un país clave de tránsito para migrantes centroamericanos. El lento avance económico, la violencia, la inestabilidad política y los cambios en el entorno no sólo se han mantenido sino incrementado los flujos migratorios centroamericanos a través de México con rumbo a la llamada tierra prometida.

Sin embargo, una de las causas principales de la migración del Triángulo Norte de Centroamérica (TNC) integrado por: Guatemala, El Salvador y Honduras, ha sido la expansión de pandillas violentas en la región ante la incapacidad de los gobiernos de la región por controlar estas pandillas o de brindar oportunidades económicas a sus ciudadanos, esta es sin duda una de las grandes motivaciones que llevaban a los migrantes a escapar literalmente de la violencia y de la pobreza.

En el contexto migratorio actual, los hombres, mujeres y niños provenientes de forma mayor de Centroamérica no sólo buscan estabilidad socioeconómica sino también asilo y esto plantea preguntas complejas desde el punto de vista político, legal y administrativo para los gobiernos mexicano y estadounidense.

La escala de los actuales flujos migratorios es creciente en los años de mayor detención 2015 y 2016, las autoridades mexicanas arrestaron a más de 350,000 centroamericanos, superando las alarmantes cifras de 2 mil, 5 mil y 6mil. Los migrantes que hoy viajan por México se ven sujetos frecuentemente a serias violaciones de sus derechos humanos quedan a merced de los grupos de la delincuencia organizada actúan con total impunidad y victimizan a los migrantes, ubicándolos en acciones que bien podríamos catalogarlas como criminales, a pesar del marco legal federal diseñado para proteger a los migrantes irregulares en México y los Estados Unidos, simplemente podemos afirmar que las instituciones responsables no han podido contener los crecientes números de flujos migratorios.

En un reporte de la Universidad de Texas sobre la evaluación de las interacciones entre el crimen organizado y los migrantes centroamericanos que pasan por México se manifiesta que, tanto la protección a los migrantes como el combate a los grupos criminales, recaen sobre los mandatos de la Policía Federal en México y Homeland Security en los Estados Unidos, que trabajan de manera descoordinada donde además se detalla cómo la protección a los migrantes puede ayudar a privar a los grupos de la delincuencia organizada de una fuente lucrativa de ingresos.

Destaca en este estudio como los grandes números de migrantes irregulares que atraviesan México cada año están compuestos de varios subgrupos que enfrentan diferentes realidades de riesgo más altos durante su trayecto debido a su edad, género u orientación sexual.

Los menores no acompañados que viajan solos y los adolescentes son uno de los grupos de migrantes con más alto riesgo. Desde octubre de 2011 hasta octubre de 2014, el número de menores no acompañados que cruzaron hacia México y Estados Unidos se elevó continuamente llegando a su pico durante el verano de 2014 periodo conocido como “la oleada” donde se presentó un incremento del 272 por ciento de arrestados en la frontera estadounidense. Durante el mismo periodo hubo un incremento del 446 por ciento en el número de menores no acompañados que fueron deportados por oficiales mexicanos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) condujo una serie de entrevistas con más de 400 menores no acompañados quienes llegaron a Estados Unidos después de octubre de 2018. De acuerdo con sus entrevistas, 66 por ciento de niños salvadoreños, 20 por ciento de niños guatemaltecos y 44 por ciento de niños hondureños, citaron a la violencia como la causa para abandonar sus países de origen. Esto incluía el clima generado por los cárteles y pandillas, así como violencia dentro del hogar.

De acuerdo con un análisis por parte del Centro para el Desarrollo Global, desde 2011 y hasta 2018, cada homicidio adicional en el Triángulo Norte resultó en aproximadamente cuatro arrestos adicionales de un menor no acompañado en la frontera de México-Estados Unidos, lo que permiten concluir que la migración de menores no acompañados está directamente vinculada con los incrementos en la violencia en el Triángulo Norte.

Durante su paso por México, los niños y adolescentes son particularmente vulnerables a la explotación y a la victimización. Las niñas integran en 39 por ciento de los menores no acompañados deportados desde el 2011, hasta el 2018 y, se encuentran en mayor riesgo de sufrir violencia sexual y ser víctimas de trata durante su trayecto. Los menores son también más vulnerables debido a su falta de recursos y a su incapacidad de defenderse a sí mismos en contra de los predadores. En lo que se refiere a las mujeres migrantes el abuso y la discriminación basados en género son algo común durante este trayecto por México. Ante la falta de denuncias al respecto, no hay cifras confiables que precisen la violencia sexual.

Representantes de ONG que prestan servicios a los migrantes estiman que un alto porcentaje de niñas y mujeres experimentan violencia sexual y de género que han manifestado que parece que esto se ha convertido, para estas mujeres centroamericanas, en ocasiones las ven como otro “impuesto” ineludible en un viaje ya de por sí costoso.

Otro de los subgrupos es el que conforman las personas de la comunidad LGBTQ que son particularmente susceptibles a la violencia física y sexual además de la discriminación y los tabúes.

Así parte de la realidad de miles y miles de personas que se embarcan en una odisea por alcanzar un sueño a costa incluso de su propia vida.

@lalocampos03