Daniel Ortega Saavedra, el dictador nicaragüense que comparte el poder con su esposa Rosario Murillo Zambrana como vicepresidenta, continúa a la caza de sus adversarios políticos que tratan de disputarle el cargo en las próximas elecciones presidenciales del 7 de noviembre. Acaba de ordenar el arresto del afamado escritor Sergio Ramírez Mercado por presuntamente incitar al odio y por declaraciones en contra del régimen; el Ministerio Público confirmó que hay orden de captura y de allanamiento de su domicilio.
La oleada de órdenes de aprehensión dispuesta por Ortega contra todos los aspirantes a la primera magistratura en Nicaragua, se inició el miércoles 2 de junio del año en curso, después de inhabilitar a la periodista Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta nicaragüense Violeta Barrios viuda de Chamorro, por un supuesto caso de lavado de dinero por medio de una fundación que ésta dirigía, misma que cerró en febrero pasado. La maniobra oficial supone una orden de arresto, encarcelamiento preventivo e inhabilitación para concurrir en los comicios que tendrán lugar en poco más de dos meses.
En tales circunstancias, la Organización de Estados Americanos (OEA) —el organismo internacional Inter americano que está en la mira de varios gobiernos bolivarianos y del régimen de la 4T que preside Andrés Manuel López Obrador—, desde principios del mes de junio pasado alertó que Nicaragua se encamina “a las peores elecciones posibles”, tras la inhabilitación de Cristiana Chamorro, un “nuevo atentado a la democracia”. Asimismo, la organización denunció que esto imposibilita “aún más la existencia de elecciones libres, justas y transparentes” y advirtió que también viola la Carta Democrática, adoptada el 11 de septiembre de 2001, en Lima (Perú). Este documento internacional es un instrumento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos que reconoce la opción de los pueblos de América a la democracia y la obligación de sus gobiernos de promoverla y defenderla.
El Premio Cervantes de Literatura 2017, inmediatamente contestó la embestida del régimen nicaragüense. Sergio Ramírez considera “risible todos los cargos” de la orden de aprehensión que el régimen emitió en su contra. La televisión británica BBC entrevistó al escritor sobre el particular y contestó: “que no volverá a Nicaragua y (que) piensa en su familia y en su biblioteca pisoteada por botas militares”.
El autor de Margarita, está linda la mar, en su entrevista enfatizó que en Nicaragua “todas las puertas de la democracia” se cerraron y “la represión es cada vez más mayor; las elecciones de noviembre no son tales, no habrá elecciones y la gran responsabilidad del mundo, de los gobiernos, es si van a reconocer o no a Daniel Ortega como presidente electo de Nicaragua”. Lo que, de proceder, sería “una atrocidad”, pues es una dictadura que se está valiendo de todos los medios posibles, ilegítimos y abusivos para perpetuarse en el poder”. Además, Ramírez advierte que la solución al problema en que encuentra su país debe ser política, pues “una guerra civil no va darse, ni yo deseo que se vuelva a dar un nuevo derramamiento de sangre que resulte otra vez en un caudillo triunfante”.
El también Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (el año 2011), por el conjunto de su obra literaria, en un artículo periodístico publicado en México bajo el título de “La novela en carne propia”, explica: “Entre las reglas que más he respetado a lo largo de mi carrera de escritor está aquella que manda alejarse de los acontecimientos y de los personajes. Nunca tomar partido. Quizás los asomos de fracaso que uno encuentra en la novela de denuncia que se escribió en América Latina en la primera mitad del siglo XX, está precisamente en que esa denuncia, demasiado obvia, llega hasta la imprecación discursiva. Novela militante, novela de tesis. Novela de partido”.
“La intención deliberada —continúa Ramírez—, de que la obra de ficción funcione como vehículo de propaganda política resulte condenada de antemano, porque la novela es el instrumento menos adecuado para esa tarea que se convierte en patética. La ahoga la obviedad que es enemiga mortal de la complejidad, y el discurso narrativo arriesga a volverse infantil, por su simpleza didáctica, como la que pretendía el realismo socialista”.
Líneas adelante, el novelista nicaragüense abunda: “En Humillados y ofendidos, de Dostoievski, no hay una sola palabra de denuncia, y es una novela reveladora como pocas del poder que en la escritura llega a tener la injusticia, tan contraria a la bondad. Pero en una novela de verdad los buenos nunca son de una sola pieza, ni los malos tampoco”. (Igualmente sucede en la realidad, BGS).
“Me planteo —dice—, esas reflexiones frente a mi última novela…Tongole no sabía bailar, la tercera de un ciclo al que pertenecen “El cielo llora por mí” y “Ya nadie llora por mí” que tienen como personaje al inspector Dolores Morales. No voy a referirme a ellas como novelas policiacas o novelas negras, que en un sentido lo son, sino como novelas que exploran la realidad inmediata de Nicaragua; y, en este otro sentido, son también novelas realistas”.
El nativo de Masatepe, donde nació en el año de 1942, escribe al principio de su libro que ya anda por las librerías de México: “para el tiempo en que (Dolores Morales) —su creación literaria—, se establece como investigador privado ocurren cambios políticos de trascendencia en Nicaragua, pues el comandante Daniel Ortega, quien había presidido el gobierno durante la década revolucionaria de los ochenta, regresa al poder en 2006 gracias a un pacto con Arnoldo Alemán, su antiguo adversario. Ortega permanece en la presidencia a través de sucesivas reelecciones, la tercera de ellas en 2016, ocasión en que su esposa, la señora Rosario Murillo, primera dama, y cabeza ejecutiva del gobierno, es electa vicepresidenta de la República. En la medida en que el matrimonio consolida su poder familiar, se consolida también una nueva clase de capitalistas provenientes de las propias filas del FSLN, o de su periferia”.
“En el año 2018 —redondea Ramírez—, se produce un levantamiento cívico, protagonizado por los jóvenes y acompañado por amplias capas de la población, que se ve reprimido brutalmente tanto por la Policía Nacional como por las fuerzas paramilitares fieles a Ortega y a su esposa. Esa represión deja un saldo de más de cuatrocientos muerdos, centenares de heridos y prisioneros, y miles de exiliados”.
Este es el panorama que priva, por el momento, en Nicaragua.
En su empeño por envejecer aún más en el poder, Ortega (originario de La Libertad, Nicaragua, 11 de noviembre de 1945), ha recrudecido la persecución en contra de sus rivales al aparecer la novela Tongolele no sabía bailar, en la que Ramírez relata la “represa{on brutal de 20p18”. El autor especifica: “Hace diez días el libro llegó a las aduanas de Managua, por los pedidos que hicieron los distribuidores, las librerías, y fue retenido”. Agrega: “Es la primera vez en mi vida que una novela mía es prohibida en Nicaragua. Bajo Somoza mis obras nunca fueron prohibidas. La represión es contra mí, como autor, como es raptor. No como dirigente político, que no soy”.
Puntualiza: “se está reprimiendo la literatura, la libertad de expresión, la libertad de creación. Es la primera vez en muchos años que en América Latina se prohíbe una novela y se persigue a su autor”. Reconoce que este es un momento personal “muy difícil” y que cuando recibió la noticia “pensé en mil familia que todavía está en Nicaragua —actualmente se encuentra en España de cuya nacionalidad también disfruta—, en mi hermana, en mis hijos, en la orden de allanamiento de mi casa; en mis libros, mi biblioteca está ahí, son más de ocho mil volúmenes; mi casa son los libros. En todo eso pensé. En las botas militares entrando en mi hogar rompiendo puertas —porque entran con mucha violencia cada vez que hacen un allanamiento—, manoseando mis libros, mis papeles de escritor”.
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Por el momento, Ramírez realizará una larga gira promoviendo Tongolele no sabía bailar, de la mano con el Instituto Cervantes como conferenciante y en otro tipo de encuentros en varios países de Europa. “El mundo literario es lo que tengo por delante. Después ya veremos como rehago mi vida. Los libros de toda mi vida. Las únicas armas que poseo son las palabras y nunca me impondrán el silencio”.
La orden de aprehensión cursada por la fiscalía de Nicaragua en contra de Sergio Ramírez fue la gota que derramó el vaso. Es cierto que desde que Daniel Ortega comenzó a encarcelar y perseguir a sus adversarios políticos, en todo el mundo se han alzado voces de protesta de todo género. Lo de Ramírez —que fue revolucionario sandinista y vicepresidente de su país entre 1985 y 1990–, fue inaceptable pues amén de ser “uno de los más lúcidos pensadores y literatos del universo hispanohablante” también ha sido un “valiente luchador por las libertades de su país” como los otros nicaragüenses que son perseguidos y encarcela dos por la dictadura de Ortega.
Por lo mismo, reconforta ver la reacción a favor de Sergio Ramírez y la solidaridad de las academias de la lengua de México, Ecuador, Chile, El Salvador, Perú, Costa Rica, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos de América, La Real Academia Española (RAE) emitió un duro comunicado contra el gobierno de Daniel Ortega. Además de protestar por la orden de detención del escritor nicaragüense, la RAE “defiende las libertades de pensamiento y expresión como los primeros valores de cualquier sistema de convivencia, y lamenta el grave intento de cercenarlas para evitar el debate libre sobre las opiniones e ideas. Las palabras tienen que ser usadas en libertad por todos; evitar la manifestación libre de toda clase de opiniones, muy especialmente de contenido político, es la forma más intolerable de ejercicio arbitrario del poder porque conduce a la opresión de los ciudadanos en beneficio exclusivos de los imperantes”.
En México, un grupo aproximado de cien escritores, periodistas, actores, músicos, políticos incluso de distintas ideologías, publicaron un comunicado en defensa de Sergio Ramírez, y en Europa, más de 200 intelectuales, y miembros de círculos humanistas en una carta abierta denunciaron que la persecución es “demostración palpable de la deriva represora del sandinismo…un atentado a la libertad y un insulto a la inteligencia”.
En julio pasado, Sergio Ramírez lanzó un llamamiento a la “solidaridad internacional” ante la ola de arrestos contra de dirigentes políticos opositores y empresarios nicaragüenses. Y, vaticinaba: “Nadie sabe quién va a ser el próximo (detenido por la policía), nadie sabe qué casa va a ser allanada”. Entre tantas voces de protesta en contra de la dictadura nicaragüense, se extraña la voz del régimen de la 4T. Parece ser que el hombre de Palacio Nacional vuelve a “tener otros datos”. VALE.