Quizá el término le resulte a nuestros lectores extraño, pero tiene que ver con un fenómeno que ocurre comúnmente en el hemisferio norte del planeta, específicamente con las llamada auroras boreales. Pero piensen un poco que esto ocurriera de manera más intensa, incluso en lugares no tan al norte de la Tierra que hasta se pudiera leer un periódico en la noche y sin iluminación artificial.

Esto es precisamente lo que se conmemora en estas fechas, pues del 28 de agosto al 3 de septiembre de 1859 se presentó precisamente este fenómeno el cual fue bautizado como Evento Carrington en honor al astrónomo Richard Carrington, quien fue el que documentó tal suceso.

Como relata en su cuenta de Twitter Mar Gómez (@margomezh), doctora en física, “la Tierra experimentaría la exhibición auroral más potente de nuestra historia registrada debido a esta eyección de masa coronal. Lo hizo de forma más rápida que el período de varios días que suele tomar una situación similar”, lo que originó que “el cielo se ilumino en auroras rojas, verdes y púrpuras tan brillantes que la gente podía leer el periódico en medio de la noche sin luz adicional. En Colorado, los mineros creían que era amanecer y comenzaron su rutina matutina”.

Se trató de un evento que no se vuelvo a apreciar de igual magnitud en tiempos recientes, pero que de volver a ocurrir “hoy en día, tal tormenta podría dañar gravemente los satélites, deshabilitar las comunicaciones por teléfono, radio y televisión, y causar apagones eléctricos en continentes enteros”, como sucedió en eventos similares presentados en 1921, 1960 y 1989, “este último de los cuales causó cortes de energía generalizados en toda la provincia de Quebec, Canadá”.