Por Luisana Andrea Zavarce
Foto: Vladimir Ugel
MÁRMOL
En fotos se ven rastros negros en las comisuras de los labios de una escultura. Es un pequeño ángel, de cabello crespo y ojos cerrados; el mármol blanco donde se talló tiene manchas amarillentas que corren por su frente. La obra está al borde de un ataúd en la tumba de Daria J. Gerena, que data de 1935.
—Espero que guardes esas fotografías y te puedan servir para tu trabajo. Por favor, no se las des a nadie. Son muy valiosas. Y en estos momentos es muy difícil ir a tomarlas. —Me dice Carlota Landínez en un mensaje de WhatsApp.
Y está en lo cierto. Ir al cementerio Bella Vista de Barquisimeto es difícil. No porque está en el centro de la ciudad, ni tampoco porque sea necesario un permiso especial para ingresar, sino por el miedo de lo que pueda suceder al entrar allí.
Desde 2012 se puede leer en periódicos de la ciudad que la inseguridad dentro del camposanto no permite la visita de los familiares a sus difuntos; «el cementerio se ha convertido en casa para los delincuentes, para aquellas personas quienes hacen prácticas de espiritismo, santería o brujería».
Aun así, la licenciada en Danza Carlota Landínez, la «dama del ballet» con cinco décadas en el mundo del arte, tenía la ilusión de hacer un performance en el mausoleo de su familia.
—Al final él —uno de sus hijos— me dijo, según lo que vio, que era peligroso. Que había que tener mucha gente ahí resguardando para hacer algo.
El mausoleo de la familia Giménez Landínez posee una escultura de alrededor de tres metros de altura; dos grandes alas que sirven de nido para un grupo de querubines que se abrazan entre sí y son besados por una mujer. De las alas brotan espigas que parecen claveles y abrigan juntas al cuerpo de un Cristo, que representa al difunto, recostado en la parte inferior. Conmemora a Víctor Manuel Giménez desde 1931.
Una placa blanca de mármol que acompaña la obra dice: «Opera del Cav. Prof. Pietro Ceccarelli. Firenze–Italia. Caracas–Venezuela. María V. Landínez, Santiago E. Giménez Landínez, Inés Graciela Power de Giménez, Manuel Alberto Giménez Power».
A nivel social, los Gobernadores del estado Lara y familias con alto poder adquisitivo eran quienes podían encargar este tipo de trabajos. En su mayoría, esculturas realizadas por artistas italianos como Julio Roversi, Pietro Ceccarelli, Emilio Gariboldi, Pietro Canónica o David Venturini.
—Los demás son solo tumbas con una cruz. —Me dice el escultor barquisimetano Benigno González, al otro lado del teléfono.
—Y esas cruces sencillas, ¿son de qué materiales?
—Son de granito artificial, de madera o de concreto.
El mármol, en cambio, soporta mejor la falta de mantenimiento. Gracias a ello, la escultura aún permanece allí.
—Del lado izquierdo de la obra, desde la parte frontal, hay mucho dinamismo. Contiene líneas curvas, hacen como un óvalo que asciende y apunta hacia al lado derecho. Luego en ese lado, en la parte inferior, es recto y formal totalmente. Es estático; pero que en la parte superior derecha hay unas líneas ondulantes, intermedias, que unen lo dinámico con lo estático. –Continuaba Benigno González.
El estilo de la obra es una mezcla; apunta al barroco, pero a la vez tiene elementos decorativos muy renacentistas. De hecho, guarda similitud con el fresco La creación de Adán, en la capilla Sixtina. Existen altos relieves en una de las figuras, pero también hay profundidad dentro de su composición.
—Es un trabajo que combina lo arquitectónico y lo escultórico. Es pesada, muy pesada. Es una obra magistral.
Representa el cielo que alberga bajo sus alas y protege como madre, bajo el fundamento cristiano, a quienes descansarán allí. Sobre el prominente bulto de piedra de la familia Giménez Landínez, está tallada una lámpara con fuego llameante: simboliza la luz perpetua que ilumina el camino del difunto luego de la muerte.
En otra fotografía, se nota que al bajar unas escaleras se llega a las criptas destinadas a los cuerpos de los miembros de la familia. Serían los espacios para la esposa e hijos del señor Víctor Manuel; los querubines y la mujer.
Pero no fue posible. Ya nadie reposa allí. La familia exhumó los cuerpos a un cementerio seguro, en el cual su alma descansará en paz y tranquilidad.
—Sería bueno que pudiéramos ir al cementerio. Ver las que están en la entrada, pudiéramos conversar y hacer análisis plástico —Me invita Benigno González.
Aunque, como es conocido en Barquisimeto, entrar al cementerio Bella Vista es riesgoso desde la primera década del siglo XXI.
UNIÓN
Un letrero oxidado en el suelo del Bella Vista tiene pintado a mano en letras negras lo siguiente:
«No muere el hombre si su muerte vive. Bienvenidos. Asociación Civil Camposantos Lara. Alcaldía de Iribarren».
Antes, aunque crecía maleza de vez en cuando, el Alcalde en turno ordenaba limpiezas esporádicas a lo largo del año y, sin falta, para el día de los muertos. En caso de llegar visitas, el personal del cementerio corría a desmalezar alrededor de las tumbas. Otras veces, los mismos visitantes solicitaban el favor.
—Pero en Venezuela no había realmente un sentido de consciencia con respecto al patrimonio cultural. Mucho menos el patrimonio edificado. La última ley que respondía a su defensa era de 1945, era obsoleta. —Me dice el historiador Iván Brito López.
Por eso no extraña que algunos querubines —pertenecientes a tumbas de estilos románticos— comenzaron a desaparecer del cementerio.
En 1991 que el tema de la defensa y conservación del patrimonio cultural se avivó en el país, gracias al primer Seminario-Taller sobre la Convención del Patrimonio Cultural de la Humanidad efectuado en diciembre de ese año en Caracas e ideado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
En la agenda provisional del encuentro dice, en letra de máquina, uno de sus objetivos: «esbozar posibles mecanismos de acción por parte de los organismos involucrados en la Conservación del Patrimonio Cultural y Natural».
Y, en Barquisimeto, lograron cumplir este objetivo.
Al mes siguiente, parte de los asistentes de este encuentro —quienes eran miembros de instituciones como Fundasab o Amigos del Patrimonio Cultural— comenzaron a explorar la posibilidad de hacer una exposición sobre el cementerio Bella Vista como patrimonio cultural, junto con el Museo de Barquisimeto e investigadores de arte funerario.
Porque existía, en ese entonces, la amenaza por parte de la Alcaldía de Iribarren de demoler una parte del cementerio para prolongar una avenida —una idea que se ha mantenido en la mente de los políticos de la ciudad—. Los ciudadanos preocupados deseaban mostrar las esculturas italianas esculpidas en mármol en los espacios del museo para mostrar su valor.
Comenzaron las diligencias para solicitar permisos al Concejo Municipal de Iribarren y a familias dueñas de las tumbas correspondientes para extraer momentáneamente algunas de las esculturas. Afortunadamente, se les permitió retirar las piezas seleccionadas.
Con equipos especiales, grúas y embalaje, las llevaron hasta el museo. Historiadores como Iván Brito López recuerdan la presencia de una estatua pedestre, vitrales y la escultura que imita de La piedad de Miguel Ángel. In memoriam fue el nombre de la exposición y estuvo abierta al público durante un año desde noviembre de 1991.
Uno de los asistentes de In memoriam fue el comerciante Juan Francisco Fréitez. Su hijo, el sociólogo Nelson Fréitez, lo describe como un hombre audaz, que al llegar a un sitio y ver algo que le parecía que podría mejorarse —así no fuese de su propiedad o estricta incumbencia— intentaba arreglarlo.
Inspirado por lo que había visto en el Museo, en enero y febrero de 1994 —mientras expandía el panteón de su familia— se preguntó qué podía hacer para mejorar el camposanto. Juan Francisco Fréitez ya tenía experiencia en crear alianzas, gracias a su participación en la Sociedad Amigos de Barquisimeto —institución responsable de avances en la ciudad—. Allí el comerciante aprendió métodos de unión y búsquedas de apoyo.
Utilizó estas estrategias para buscar aliados en función del rescate del Bella Vista. Escribió y envió cartas a la Alcaldía, donde se leen frases como «no podemos ser indiferentes, debemos reaccionar». Volvió entonces a las puertas del Museo de Barquisimeto.
Allí se reunió con Milagros Gómez de Blavia —Directora del Museo durante ese período— y el profesor Ciro Caraballo —arquitecto e interesado en la investigación del cementerio Bella Vista—. Al escuchar la propuesta de Fréitez, comenzaron con gestiones de promoción y generación de vínculos; una época de acuerdos y de reuniones.
La Alcaldía del municipio Iribarren, con Macario González al mando, se involucró gracias a la participación de la arquitecta Ana Ligia Rodríguez. Entre 1995 y 1996 decidieron crear un proyecto de rehabilitación y establecer, a su vez, una asociación que asumiera la ejecución de esta idea. Se generaron las primeras reuniones hasta que se produjo la alianza interinstitucional entre la sociedad civil y gobierno municipal.
—Además estaba Cecosesola. Mi papá los conocía y como Cecosesola tiene un servicio funerario y una fábrica de urnas, se motivaron a participar también —Recuerda Nelson Fréitez.
Cecosesola son las siglas para la Central Cooperativa de Servicios Sociales Lara, y fue seleccionada en 1998 por el Banco Interamericano de Desarrollo como una de las ocho experiencias más exitosas de organización comunitaria de América Latina. Trabaja, desde 1967 en actividades como producción y distribución de alimentos, venta de artefactos electrodomésticos, financiamiento cooperativo, capacitación, servicios de salud y servicios funerarios.
Luego de tres años de conversaciones, en 1997 se creó la Asociación Civil Camposantos de Lara, integrada por ciudadanos preocupados por estos espacios, la Universidad Central de Venezuela, Cecosesola y la Alcaldía del municipio Iribarren. La Universidad aportó investigación; la Alcaldía, voluntad política; Cecosesola, el conocimiento de inhumaciones y exhumaciones y la sociedad civil tenía dolientes.
Durante el período de Macario González como Alcalde, la Asociación Civil Camposantos de Lara tuvo aciertos en una zona piloto, donde se llevó a cabo el proyecto de rehabilitación gestado en los años anteriores.
—Lograron mantener el proyecto, ¿no? —le pregunto a Nelson Fréitez, por teléfono.
—Sí —me responde— Porque uno de los principales objetivos de la Asociación era rescatar el cementerio para que los familiares de los difuntos pudieran volver. Y para rescatar el cementerio, y lograr que los familiares volviesen allí a visitar a sus difuntos, había que desmalezar, limpiar, embellecer hasta cierto punto, hacer caminerías, colocar avisos…
Esta Asociación se mantuvo activa desde el 1994 hasta 2008. Durante estos años, el grupo era un factor de contraloría social; ante cualquier cosa que ahí ocurría, inmediatamente la Asociación actuaba.
Trabajaron desde una pequeña oficina dispuesta en una de las entradas del cementerio. Recogieron denuncias que hacían los visitantes, informaron a los medios de comunicación social los avances del proyecto y las actividades que desarrollaban.
Lograron desmalezar, limpiar y embellecer en la zona piloto.
Aún 12 años después, se pueden ver algunos de los avisos que la Asociación logró situar; descoloridos y afectados por el paso del tiempo. Las caminerías permanecen, aunque cubiertas por hierbas a los costados.
Un plano en blanco y negro explica la ubicación referencial del sector tres del cementerio Bella Vista; unas delgadas líneas oscuras forman una curva —en referencia a la calle principal— y pequeños cuadrados indican la localización de las tumbas.
Se encuentra dentro de la investigación que Daniela Montero, Adriana Sucre, Izquel Rodríguez, Mairely Lugo y Carlos Magnante realizaron como parte del programa de Servicio Comunitario del núcleo de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Barquisimeto.
—Cuando inscribimos Servicio, había uno en la universidad y este que era en el cementerio. Entonces bueno, nos dejaron escoger. Algunos se anotaron en la universidad y otros nos anotamos en el cementerio. —Me dice Daniela Montero.
— ¿Y qué te hizo anotarte en el del cementerio?
—Es que yo siempre… Siempre me dio curiosidad ir. Dije «si no voy con Servicio, no voy a ir nunca».
—Ella amaba esos muertos —Interrumpe en la conversación su mamá.
— ¿Sí?
— Sí, ella y las amigas. Sobre todo, porque eran unas detectives descubriendo. O sea, una imagen que ellas vieron hoy, a la siguiente semana-
—Ya no estaba…—Interviene Daniela Montero.
Los estudiantes de Arquitectura, acompañados de la profesora Carmen Tanasi —su tutora académica—, fueron más de tres veces al cementerio Bella Vista por la mañana. Se les asignó un sector para comenzar el registro: la parte más vieja del Cementerio. Al documentar, se quedaban toda la mañana; desde las ocho hasta la una de la tarde. Vestían de manga larga y pantalón, con tapaboca y zapatos rústicos. Porque, además de la inseguridad, cualquier animal podía esconderse entre la maleza alrededor de las tumbas.
—Cuando estábamos en el sitio teníamos que estar pendiente de todo lo que estaba pasando. Y cuando veíamos un monumento por primera vez era impresionante.
En el registro se encuentran 57 tumbas analizadas en fichas. Describen el nombre del difunto o la familia, el año de construcción, el autor de la escultura, el material con el que fue realizado, la tipología según la forma y el valor de la obra.
—Era entender el monumento, entender qué significaba cada cosa, si está —la escultura— sentada, mirando el cielo, si está de pie. Todo tiene un significado para el análisis.
Con esta investigación se actualizó parte de la información sobre el Bella Vista, que está incluido dentro del I Censo del Patrimonio Cultural Venezolano realizado por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) en el año 2005. Está justo en la división del estado Lara, el municipio Iribarren y la sección Lo construido.
En este censo, según la resolución N.º 003-05, se expresa que «todas las manifestaciones culturales contenidas en el catálogo son poseedoras de valores tales sean históricos, culturales, plásticos o ambientales- que el Instituto del Patrimonio Cultural declara Bien de Interés Cultural».
También se escribe que está adscrito al sector público y una breve síntesis sobre el espacio: «Este cementerio fue inaugurado a finales del siglo XIX y fue el único que tuvo la ciudad durante mucho tiempo. El cementerio tiene una entrada amplia donde se colocan vendedores de flores. A pesar de que fue abierto a finales del siglo XIX existen monumentos funerarios que datan de antes de 1800». Se lee al final: «Este camposanto fue cerrado en la década de 1960 por escasez de espacio».
En las láminas digitales presentadas por los estudiantes, se comparan fotos del estado de las esculturas en el 2018 con algunas de 1999, estas últimas pertenecientes a investigaciones del profesor Ciro Caraballo.
—Hay veces que crees que el monumento está completo, pero de repente te pones a ver y tiene una sombrita y dices «Ah, ahí estaba algo», entonces le tomas fotos y ahí empieza el detective. Empiezas a buscar, «Sí, mira, aquí estaba el florero, ya no está, se lo robaron». O sucede que estás en el monumento «Ajá, tiene una sombrita, ya no está aquí» pero vas caminando y te lo encuentras tirado en el piso, en el camino o puesto en otro monumento.
El análisis de una de las tumbas dice: «Conmemorativo a Rosa Wohnsiedler † 21/10/1924, Dr. Simón Wohnsiedler † 1925. Año de construcción: 1931. Realizado por: Prof. Garibaldi. Caracas-Virregio, Italia. Material: mármol de carrara. Observaciones: 1. Se observa ausencia total de la escultura. De acuerdo a registros pasados esta pieza fue robada entre el 01 de marzo y el 22 de abril de 2018; 2. Se observa que fue vandalizado el texto en bajo relieve del basamento de la escultura».
Mientras los estudiantes realizaban las exploraciones dentro del camposanto, se les acercaban personas a preguntar qué hacían. En otras ocasiones, el personal del cementerio les advertía: «Si se meten por ahí las pueden robar», «Les va a pasar algo», «Yo no soy responsable, no me hago responsable». Luego, en visitas posteriores, las esculturas que registraban aparecían destruidas.
—Yo me asusté —me dice la arquitecta Carmen Tanasi— Pensé «¿Entonces estoy ayudando a destruir sin querer?» Porque me estaban cazando. Entonces yo les decía «pero vayan tranquilos, no les digan que vamos a hacer algo, que es un ejercicio docente, que no tiene nada que ver, que es para probar».
La mitad de las obras registradas en el año 2018 están profanadas. Delitos que podrían haberse evitado con la publicación de una ordenanza especial para el cementerio Bella Vista, como la realizada por Tanasi en el año 2002 como parte de su Trabajo de Grado de Maestría. Pero, a pesar de ser necesaria para el Municipio, ésta fue engavetada.
PODER
A Carmen Tanasi le interesa el tema del cementerio desde el 98; el año en el que comenzó su Trabajo de Grado de Maestría en Gerencia de Construcción.
—Me enamoré poco a poco del tema —del cementerio—. Y bueno, ya son 23 años de investigación. —Le escucho decir a Tanasi en una nota de voz de WhatsApp.
Como parte de su Trabajo de Grado, tuvo la idea de diseñar estrategias para rehabilitar el patrimonio de la ciudad de Barquisimeto. Y en su búsqueda de tutor, da hasta el Museo de Barquisimeto para hablar con alguien interesado en el tema: Ciro Caraballo.
Logró interesarlo en su proyecto. Sin embargo, él hacía un doctorado en la UCV sobre el cementerio Bella Vista y, en la misma universidad, iniciaba la experiencia de la Asociación Civil Camposantos de Lara. Así que, naturalmente, él le propuso enfocar su trabajo en ese espacio.
—Se llama «Estrategias para la Rehabilitación de un Cementerio Tradicional. Caso Cementerio Bella Vista». Me enfoqué en una pequeña e importante área de la ciudad.
En ese período, el alcalde Macario González y la directora de la Alcaldía era Ana Ligia Ramírez mostraron su apoyo e interés ante la dignificación de la cultura en el municipio Iribarren. Ellos, al enterarse sobre el proyecto a través de Caraballo, se le comunica a Tanasi sobre el requerimiento de una ordenanza especial para el cementerio Bella Vista.
—Era porque la ordenanza actual no sirve para eso. Y sigue igual. —Dice Tanasi.
Las ordenanzas son actos normativos realizados por el Concejo Municipal y rigen exclusivamente el Municipio donde se decretan. Para el caso de los cementerios de Iribarren, existe una ordenanza general. Esta gestiona el funcionamiento de todos los camposantos sin ningún tipo de distinción o tratamiento especial debido a su valor histórico, social o artístico.
—No va para un espacio patrimonial.
Una rápida búsqueda de «Ordenanza de cementerios municipales de Iribarren» en la web, permite descargar la versión reformada del año 2013. En las disposiciones transitorias, se indica que el Alcalde deberá crear una Ordenanza Especial para el cementerio Bella Vista. Algo que, por supuesto, Caraballo y Tanasi tenían presente.
—Yo no quería, te digo la verdad. —Me confiesa— No me quería meter en el paquete de hacer una ordenanza porque no soy abogado. Soy arquitecto. Y Ciro me dijo «Carmen, necesitan una ordenanza, te montas en eso». Y recuerdo que le comenté «pero ¿cuándo voy a terminar mi tesis? Yo lo que quiero es terminar y salir de eso». Y me dijo «no, primero es la ciudad. Y uno como profesional está para prestarle un servicio a la ciudad».
Con esa reflexión, ella inició en 1998 una exhaustiva revisión de las Ordenanzas que había tenido el Municipio para entonces, así como otras alrededor del mundo que regulasen el funcionamiento de los camposantos.
Su Trabajo de grado abordó entonces, como un producto adicional, una Ordenanza especial para el cementerio Bella Vista. Además, una de las estrategias para el rescate y revalorización de un cementerio patrimonial que Tanasi había planteado era precisamente el no tratarlo como un simple espacio de servicio público de inhumación ordinario, sino como un cementerio tradicional del siglo XIX.
Al terminarlo, Tanasi viajó a Caracas para reunirse con el asesor legal de la Alcaldía: el doctor Otto Carrasquero. Se reunieron en una oficina para discutir sobre el proyecto.
—Recuerdo que cuando me senté con mi propuesta de Ordenanza en la mano, él me dijo «Mira, yo no sé qué tanto empeño en conservar un espacio que tiene tantos problemas, cuando ese terreno vale muchísimo dinero y es más fácil meterle una bomba y volarlo».
Definieron términos legales todo el día y les dieron forma a todo el articulado que la arquitecta realizó. Al final, el doctor se enamoró del cementerio Bella Vista y todo su significado. Luego de un período de correspondencias digitales entre ellos, la Ordenanza estaba lista para ser presentada ante el Alcalde, quien la transfirió posteriormente al Concejo Municipal de Iribarren —el órgano que crea las normas para este espacio geográfico—.
—Porque para aprobar una ordenanza se discute. La llevamos y tuve la fortuna que me acompañó el señor Juan Francisco Fréitez. Cuando ellos —los Concejales— la reciben, me dieron derecho a palabra. La presenté y luego comenzaron a discutir artículo por artículo. En total se realizaron 3 sesiones. Afortunadamente no se modificó nada.
Luego de dos años de trabajo, el proyecto de Ordenanza fue aprobado por el Concejo Municipal de Iribarren en el año 2000. Tan solo era necesaria la firma del Alcalde y la publicación en Gaceta Oficial.
Pero, con la transición a mandato Henri Falcón en ese año, hubo una ruptura. Y Nelson Fréitez, miembro cercano a la Alcaldía para aquel entonces, lo recuerda muy bien.
—Había un elemento que para ellos era, digamos… Algo que ellos no podían aceptar. —Recuerda Nelson Fréitez— Era la participación de la sociedad civil en la gestión y la administración del cementerio.
Solo hacía falta un último apoyo legal para la preservación del Bella Vista, lo que complementaría los recursos que ya la Asociación recibía por parte de la Alcaldía. Pero la ordenanza no fue publicada.
—Para Henri Falcón eso era inaceptable. —Continúa Nelson Fréitez— Yo percibí que, desde el punto de vista de concepción del poder, para ellos eso era una pérdida de control.
Al terminar el mandato de Falcón, llegó el periodo de gestión de la alcaldesa Amalia Sáenz y, con ello, la Asociación perdió por completo el apoyo público para mantener limpio y protegido al cementerio.
Desde entonces, caminar por el Bella Vista es apreciar las grietas en el pavimento de sus calles, las enredaderas cubriendo las tumbas y el cómo la maleza mantiene oculta sus esculturas.
DEFENSA
El 18 de septiembre de 2016, María Fernanda Peñalver escribió para El Impulso.com: «Hace poco tiempo el exterior del cementerio Bella Vista fue restaurado por la alcaldía de Iribarren. La capilla que hoy se encuentra en la entrada volvió a tener vida, así como sus paredes que dan la bienvenida a los visitantes».
—En el diagnóstico conseguí que había mucha humedad —Me cuenta el escultor Benigno González— Ya que esa estructura es de barro y ladrillos, entonces la concentración de humedad no sale por lo gruesa de las paredes. Estaba muy sucia por dentro, incluso vivían indigentes y te podrás imaginar todo lo que conseguimos allí.
La capilla es el lugar donde se elevan plegarias y se despide al difunto antes de ser sepultado. Para los católicos, es un lugar de purificación. Durante la rehabilitación, la pintura del lugar fue llevada de tonos azules y amarillos a su color original: marfil. Ya no tenía grafitis en sus paredes. Los relieves que decoran la parte superior estaban definidos nuevamente.
—El mayor orgullo que siento como artista es haber restaurado esa capilla ya que contribuí con la cultura y además que es muy significativo porque mi hermano trabajó allí y mi hermano ya no está aquí conmigo en la tierra.
El artículo sigue y detalla: «pero lamentablemente también cuenta con un espacio que será destinado para reubicar a los comerciantes informales que se encontraban a las afueras del camposanto. Esto ha sido un golpe para quienes defienden que el cementerio debe respetarse y por lo tanto dicha acción será algo terrible para el lugar que forma parte del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC)».
Todos los cementerios a finales del siglo XIX tienen definida su entrada principal de una manera majestuosa. El cementerio Bella Vista posee una entrada en la cual se hace una transición entre el mundo de los vivos —bullicioso y acelerado— y el mundo de los muertos: la alameda.
Al atravesarla, se llega a una capilla —con unos nueve o diez metros de altura— de estilo ecléctico: una fusión de estilo islámico con elementos clásicos, propia del arte español de finales de siglo XIX y XX en Venezuela. La alameda, por supuesto, es parte del Cementerio. Y este, desde 2005, está protegido como bien de interés patrimonial de Venezuela.
Por ello, la Fundación Amigos del Casco Histórico levantó un informe donde explica la colocación indebida de tarantines al lado derecho de la alameda del camposanto por parte de la Alcaldía de Iribarren. Entre sus miembros, nuevamente, estaba Carmen Tanasi.
Se recolectaron firmas y se documentó lo que sucedía en la entrada del cementerio: la pérdida del área verde con la tala de árboles y pavimentación con asfalto. El informe —cuyo tiempo de fraguado tomó unas dos semanas— fue llevado hasta el IPC —en Caracas— en ese mismo año por el abogado Jairo García, miembro de esta Fundación.
En poco tiempo, llegó una medida cautelar con la cual la Alcaldía debía paralizar todo. Y lo hizo.
—Gracias a ese movimiento ciudadano que se hizo en este momento, el espacio aún es recuperable —Me dice ilusionada Carmen Tanasi— Si se hubiesen montado los buhoneros ese espacio se habría perdido.
En 2016, la Fundación cierra en positivo. Había, de alguna manera, apoyo por todo el tema mediático que se había generado alrededor del Camposanto, lo cual fue un triunfo para el patrimonio cultural de la ciudad.
En ese mismo año, Carmen Tanasi asume la cátedra de Servicio Comunitario en la UCV. Al abrir un registro comparativo con investigaciones anteriores realizadas por Ciro Caraballo, los estudiantes notaron que las tumbas sencillas, que estaban en buen estado —solo deterioradas por el paso del tiempo, descuido o falta de visita de la familia— habían sido destrozadas.
—Empezó a llamarnos la atención qué era lo que estaba pasando. Descubrimos que comenzaron a hacer deterioros en un sector, mientras que en otro que habíamos considerado área a conservar porque predominan las esculturas que llamamos en bulto, se las estaban robando.
A través de medios de comunicación, los integrantes de la Fundación Amigos de Casco Histórico hablaban de cómo el cementerio Bella Vista es un espacio patrimonial, que sus esculturas de mármol tienen un alto valor artístico y, por ende, económico.
«En el camposanto permanecen valiosos monumentos o figuras de mármol sobre los panteones, muchos de ellos elaborados e importados de Europa hace años, que provocarían envidia en cualquier amante de los museos» describe una noticia del 11 de marzo de 2015 publicada en El Impulso.
—En 2018 vimos que el monumento a Simón Wohnsiedler, que era una musa con una lira, se la robaron. —Recuerda Carmen Tanasi— Una pieza más o menos de mi altura —cerca de 1.60 metros— la despegaron de donde estaba y se la llevaron íntegra. Y no estaba en la orilla de vía, estaba bien metida. O sea, es gente organizada que sabe el valor que hay ahí adentro, destruían por un lado las tumbas que no tenían valor, para distraer y hacer escándalo. Cuando por el otro lado, invadido por la maleza, todas esas esculturas están escondidas, ellos trabajan y se las roban.
Se hizo la pronta denuncia ante el Ministerio Público. Y, aún en mayo de 2020, la arquitecta no ha recibido respuesta. La tumba sigue, entre árboles de Nim, con un pedestal de concreto donde iba su musa.
—Eso no lo hizo un ratero. Ni se lo llevaron en el lomo tampoco —Me dice el historiador Iván Brito López.
Al hacer clic sobre un adjunto de correo digital, en la pantalla se despliega una carta escrita y firmada por Iván Brito López el 1 de junio de 2018, dirigida a la «Señora Presidenta y demás miembros Ilustre Cámara Municipal de Iribarren».
En ella, solicita el derecho de palabra «a fin de exponer (…) el deplorable deterioro del Patrimonio Histórico de la Capital del Estado Lara, y el grave desmantelamiento de que están siendo objeto las plazas, parques y el Cementerio Bella Vista, monumentos ultrajados, mutilados, otros desaparecidos y otros más destruidos por parte de una delincuencia organizada a toda vista».
—Siempre un llamado de atención es importante por parte de la ciudadanía, que se sienta que la ciudad tiene una voz —Prosigue Iván Brito López en nuestra llamada.
Para redactar esta carta, Brito empleó el Catálogo de Patrimonio Cultural de Venezuela, el tomo correspondiente al patrimonio edificado del municipio Iribarren. Describió, también, el estado en el que estaba el cementerio Bella Vista y lo que allí es rescatable.
Al ser aceptada su intervención, la Fundación Amigos del Casco histórico aprovechó la ocasión para transformar la inconformidad de Iván Brito López en un instrumento jurídico.
—Se propuso a la comisión de Educación y Cultura que se hiciera un proyecto de acuerdo para pasarlo a Cámara Municipal y decretar la emergencia patrimonial —Me dice el abogado y miembro de la Fundación, Amado Carillo.
Jurídicamente, el Concejo Municipal no decreta emergencias. Sin embargo, se logró que los Concejales expusieran un estado de inconformidad ante esta situación. Era necesario que tomaran una serie de acciones de control legislativo y llamasen a voto a todos los Directores de distintos órganos de la Alcaldía —para saber cuáles eran sus actuaciones y que brindasen apoyo ante la problemática—.
Pero, en julio de 2018 se publica un artículo en iamvenezuela.com que dice: «Un verdadero llanto produce el saqueo sistemático del Cementerio Bella Vista, joya arquitectónica y artística de Barquisimeto, estado Lara. Las profanaciones y robos del Cementerio Bella Vista de Barquisimeto (estado Lara) acaban con dos siglos de memoria y arte».
—Ahí es donde viene el trabajo de los grupos —Me dice Iván Brito López— Cuando los grupos se organizan, se presentan, hacen presión… Pero la gente no quiere. Y ese es el trabajo institucional.
Al finalizar el año 2018, miembros de la Fundación Amigos del Casco Histórico introdujeron reclamos administrativos ante la Dirección de Cementerios de Iribarren y cartas al Alcalde para retomar el tema del cementerio Bella Vista. Pero ni la Dirección de Cementerios Municipales ni el alcalde han respondido.
VISITAS
En una publicación de Instagram del 31 de julio de 2019, Evelyn Moreira escribió: «Me han preguntado porque hago estas cosas. He dicho muchas respuestas: ¿Por qué no?, porque alguien debe hacerlas, porque esto es hacer ciudad desde su historia, desde cada rincón, desde cada espacio, desde su gente. Pero hoy respondo: porque AMO profundamente a Barquisimeto. Y Ellos aman hacer ciudad».
El texto acompaña a cinco fotografías en el cementerio Bella Vista junto a sus estudiantes de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (Ucla). Evelyn Moreira es licenciada en Artes Plásticas y desde el año 2018 es docente en la Ucla —su alma mater— en las cátedras de Historia del arte I y II. También forma parte de la Fundación Amigos del Casco Histórico.
—El profesor Benigno nos llevó por primera vez. Creo que fue en el 2013 y 2014 que pisé el Cementerio por cuestiones académicas —Recuerda Evelyn Moreira— Hicimos una actividad de Escultura modelada. Lo que hicimos fue análisis plástico de las esculturas funerarias. Fue un ejercicio como «¿qué observas? ¿Qué elementos artísticos destacas?».
Para impartir sus clases, y en conjunto al trabajo que lleva desde su empresa Barquisimeto 2.0, ella busca involucrar a sus estudiantes con los espacios patrimoniales de la ciudad y parte del reconocimiento del espacio patrimonial y bienes artísticos de la ciudad.
En el caso de las clases con respecto al Bella Vista, identifican sus elementos arquitectónicos y escultóricos; se acercan en grupo al camposanto, observan personalmente las esculturas funerarias y abordan investigaciones con respecto al área curricular. Trazan bocetos o dibujos a mano alzada, toman fotografías y estudian las características del lugar para crear nuevas propuestas artísticas.
Al revisar su perfil, se encuentras otra publicación donde escribió «Algunos saben que no me gusta el encierro del aula de clase, porque siento que afuera, en esas calles, en esos muros, en esas voces de la memoria aprenden más que en mis monólogos». En las visitas a las calles y muros del Bella Vista, Evelyn Moreira y sus estudiantes han vivido diferentes experiencias.
—He visto traslado de piezas, piezas que a lo mejor corresponden a un doliente y están trasladadas a otra parte no sé con qué motivo, lo que justifica la oficina que ahí reside en el camposanto es que ellos las rescatan.
Las esculturas suelen ser mutiladas; brazos, manos y cabeza son los elementos que generalmente se amputan. Velas, escombros y gatos muertos también se visualizan cerca de las tumbas.
—Hay dos esculturas de cristos crucificados. Uno ya no existe y el otro está mutilado. Hoy solo queda su torso hasta la rodilla y solamente un brazo. La de Wohnsiedler no existe. Hay una de las vírgenes que desapareció completamente. La Divina Pastora tiene actualmente destrozado su basamento.
Al caminar por el cementerio —y llenarse los zapatos y pantalones de cadillos— también se han conseguido con cráneos, fémures y ropaje lleno de sangre; cocinas, deshechos y personas viviendo allí.
—Un día tuvimos que movernos hacia otra parte para no caer en una mala experiencia. Esa persona tenía sus cuestiones personales, donde se acuesta es una cantidad de sábanas puestas sobre la vegetación, en la maleza. Hace vida allí.
En una de las visitas, los estudiantes de Evelyn Moreira realizaron sus propuestas plásticas y desarrollar sus ideas. Luego de caminar durante unas horas, se sentaron a descansar —y comer— al costado del camino. Y, de la nada, se les acercó un policía. Les preguntó quiénes eran, por qué estaban allí y que a esa hora el Cementerio era peligroso.
Los involucrados en la conservación y preservación del cementerio Bella Vista responden que la falta de integración de las autoridades locales y la sociedad civil a estos espacios son las responsables del estado del camposanto y de las situaciones que allí se viven.
Melancólicos, expresan que la vaga educación de los barquisimetanos no permite entender todas las experiencias que suceden en el cementerio Bella Vista; no solo de las esculturas funerarias.
—¿Y cuáles son las inquietudes que ha visto por parte de los estudiantes con los cuales ha ido al cementerio? —le pregunto a Evelyn Moreira a través de WhatsApp.
—Cuando están en el espacio, y se hace habitual la visita, pues expresan preocupación por la pérdida de lo patrimonial. —Me responde— De cómo pueden participar, qué mecanismos de preservación y conservación podemos accionar… Si se puede usar este espacio para otras actividades. Y aquí expresan diferentes iniciativas tanto artísticas como de otra índole.
Y sí se puede. En 2020, a pesar de la crisis socioeconómica que atraviesa el país, persiste el interés por parte de la Fundación Amigos del Casco histórico de convertir al cementerio Bella Vista en un museo a cielo abierto, por su riqueza cultura para la ciudad.
A CIELO ABIERTO
En el año 2016, el ingeniero Víctor Lucena —para entonces presidente de Obras del municipio Iribarren— anunció la inauguración de la capilla del cementerio Bella Vista para el día de muertos. Samantha Suárez lo cita en un artículo de Barquisimeto.com del primero de noviembre de 2016: «El cementerio será un museo a cielo abierto que representará una referencia religiosa y turística para los propios y visitantes».
—Las funciones de los museos son conservar, documentar, divulgar, investigar, registrar y difundir —Comentó Milagros Gómez de Blavia en una reunión junto a Carmen Tanasi.
La Fundación Amigos del Casco Histórico, la Universidad Central de Venezuela, núcleo Barquisimeto, y la Asociación Civil Camposantos de Lara han escogido un lugar dentro del camposanto en donde aspiran concentrar sus esfuerzos como instituciones. Con una nueva zona piloto, desean que el cementerio Bella Vista se convierta en un espacio turístico para el disfrute para los ciudadanos.
—En ese lado hay la particularidad, la tipología que predomina son cruces y monumentos de escultura en bulto —Le decía Carmen Tanasi— Tiene mayor valor simbólico, mayor concepto del arte como belleza, tenemos que podemos aplicarle el simbolismo que genera el cementerio como tal.
—Y desde el punto de vista de otros elementos —Le responde Milagros Gómez de Blavia— el lugar en el que está ubicado es accesible. Es seguro.
A ese sector se llega desde la entrada alterna del cementerio; a mano derecha de la capilla, al atravesar la venta de flores. Por medio de las imponentes esculturas que se encuentran allí, las personas tendrían la posibilidad de conocer la historia de Barquisimeto.
Desde 2017, estos grupos han realizado actividades dentro del cementerio; misas de acción de gracia, toques de orquestas y ensambles, siembra de globos en las tumbas de los niños y viacrucis vivientes.
No obstante, miembros de estas instituciones reconocen que hay políticos interesados en el Cementerio para cambiar de uso. Pues cuando un cementerio clausura, su uso puede variar. Se construye algo nuevo —como prolongar una avenida o construir un centro de economía informal—.
En una publicación en Instagram de la Fundación del día 2 de noviembre de 2019 se lee: «En medio de la conmemoración de los fieles difuntos nos tocó observar cómo sigue este continuo camino a destruir y profanar tumbas e históricos panteones (…) El llamado ante los medios de comunicación para seguir denunciando y alertando sobre esta dramática y repudiable acción y la no actuación de las autoridades que le corresponden esta materia tomando muy en cuenta que este sagrado lugar está protegido por el Instituto del Patrimonio Cultural de la nación y vemos que nada se dice ni hace».
—A veces uno se pregunta… ¿Vale la pena tanto esfuerzo? —Me confiesa Carmen Tanasi—.
Y escucho nuevamente sus palabras en mi grabador: «Los cementerios son espacios de memoria. Son espacios que cuentan el tiempo histórico de las personas que hicieron vida en él. Por eso es que es un legado. Es algo que estamos recibiendo, que si lo sabemos leer e interpretar tiene un gran valor».








