Las mentiras de algunos gobiernos, aunque parecen “triunfar” por un momento y en algunas partes, al final son descubiertas. El caso del Brexit en el Reino Unido y su salida de la Unión Europea (UE), con todas las consecuencias del caso es la mejor prueba. Pero, los malos ejemplos cunden. Ahora soplan malos vientos en Polonia contra la Unión, pero, al mismo tiempo, miles de voces gritaron el domingo 10 del mes en curso: “Nosotros nos quedamos” mientras aparatos de sonido transmitían el vivificante Himno a la alegría de Ludwig van Beethoven, la música oficial de la UE, el símbolo del moderno europeísmo, mientras varios miles de polacos ondeaban banderas europeas en la plaza del Castillo de Varsovia. Una mayoría de polacos desafiaban a su propio gobierno ultraconservador: “Polonia está en la UE y estamos orgullosos”. Al parecer, Polonia es muy diferente al Reino Unido. La moneda está en el aire.

Eso sucedió el domingo 19 en Polonia y en las calles de 100 capitales del viejo continente para reivindicar su europeísmo frente a autoridades que están en contra. Pero, también hay actos similares en urbes británicas, como en Manchester donde se acaba de realizar un congreso del Partido Conservador; ahí, un grupo de manifestantes ondeaban banderas de la UE. Les llaman —y se consideran así—, la “resistencia”. Un lustro después del éxito del Brexit, siguen con las pancartas en la que se pueden ver al Reino Unido dándose un tiro en el pie. En uno de tantos carteles se lee: “Fue un gran error. Y nos mintieron todo el tiempo. ¿Mira cómo está ahora el país?”.

La verdad es que el Reino Unido de la Gran Bretaña no está en su mejor momento. se ha tenido que desplegar el Ejército para hacer frente a la falta de combustible y hay también problemas de suministro en supermercados y farmacias. Para tratar de salvar la situación, el gobierno del desesperado Boris Johnson —que en un arranque de descontrol grita: “Solo yo tengo agallas para enfrentar el problema”, cómo se parece al expresidente de EUA, Donald Trump—, ofreció 5,000 visas temporales hasta la Navidad a los camioneros a fin de paliar el presente caos. sin embargo, hasta ahora solo ha recibido 127 solicitudes: 27 para conducir pipas —indispensables para la distribución de gasolina y otros combustibles—, y el resto para camiones de productos alimenticios. Solicitudes insuficientes para afrontar el déficit de hasta 100,000 transportistas que necesita el país.

No toda la responsabilidad recae en el Brexit. La pandemia del coronavirus provocó un gran problema por falta de mano de obra en Europa y en Estados Unidos de América. En cualquier caso, Boris Johnson —el gran promotor del Brexit—, niega que exista cualquier tipo de crisis y asegura que “no le preocupa” la presión sobre las cadenas de suministro, la escasez de mano de obra o la inflación. El primer ministro británico dice que el Reino Unido “es un gigante que está despertando”. Ni los ciegos dejan de ver   que UK está en un serio problema. Así son algunos políticos, allende y aquende el Océano.

“Si miramos la productividad del Reino Unido —dijo Johnson en una entrevista a la BBC—, hemos estado por debajo de nuestros mayores competidores durante más de dos décadas, y es porque tenemos un enfoque basado en salarios y costes bajos y las empresas no invierten en formación o servicios”. Y agrega: “Lo que no podemos hacer es volver al viejo y fracasado modelo donde la principal línea de empleo es mano de obra poco cualificada con sueldos bajos, a menudo gente que trabaja muy duro, maravillosa y valiente, que vienen y trabajan en condiciones que  son muy duras”.

Mientras aumentan las advertencias de problemas de suministro de cara a Navidad, no solo el primer ministro sino todo su gabinete ha decidido lanzarse al ataque, culpando a las empresas por no prepararse para el Brexit. El oficialismo difunde la versión de que las empresas se han “emborrachado con mano de obra barata” y por ello deben asumir ahora la responsabilidad de la escasez de combustible y alimentos.

No obstante, en muchas lugares de Inglaterra —y no solo en los pasillos del congreso de los conservadores en Manchester—se advierte la preocupación por lo que pueda suceder en las próximas semanas. Y sobre todo se teme que con la verborrea de Johnson y sus seguidores , asegurando que “todo va bien”, el premier proyecte ahora la imagen de un primer ministro que ha “perdido el contacto con el pueblo”.

 

LOS POLACOS SE REBELAN

Mientras en el Reino Unido la población paga las consecuencias del Brexit, el domingo 10 del mes que corre, en Polonia las calles y plazas se llenaron con miles de ciudadanos, entre 80,000 y 100,000 manifestantes, que salieron a protestar contra el polémico dictamen del Tribunal Constitucional que considera que el derecho nacional está por encima del comunitario y para reivindicar su europeísmo que desea continuar dentro de la UE.

Según un vocero del ayuntamiento de Varsovia, citado por el periódico Gazeta Wyborcza, en la capital polaca hubo en las calles más personas mayores de edad que jóvenes, mismos que superaron el temor por la pandemia y el miedo a que bandas nacionalistas reventaran la protesta —que aunque lo intentaron la policía se los impidió—, y que no dejaron de ondear banderas polacas y de la UE. De tal suerte, la convocatoria de Donald Franciszek Tusk (Gdansk, 22-IV- 1954), ex presidente del Consejo Europeo ((2014-2019) y actual líder del principal partido de oposición, Plataforma Cívica,  y ex primer ministro de Polonia durante siete años,  fue un éxito. q

La principal declaración de Tusk en contra de las políticas del partido gobernante Ley y  Justicia (PIS) asegura que “ponen en peligro el futuro de Polonia en Europa”.  Ante la multitud reunida en la Plaza de Varsovia, el famoso líder dijo: “Queremos una Polonia independiente, europea, democrática y que respete la ley y la justicia. Estos principios son aplastados hoy por el poder desprovisto de conciencias y moral. Sabemos por qué quieren salir (de la UE), para que puedan violar las reglas democráticas con impunidad”.

Para Tusk, Polonia se encuentra en su momento histórico más relevante desde el derrumbe del régimen comunista en 1989. Así, la protesta busca defender que Polonia —la patria del difunto Papa Juan Pablo II (Karol  Józef Wojtyla)—, es europea —arriba del 80 por ciento de la ciudadanía polaca se declara europeista—, y que el mensaje, casi de auxilio, llegara a Bruselas. Más que nada, los manifestantes buscaban que el gobierno ultranacionalista y conservador de Ley y Justicia, encabezado por Jaroslaw Kuczynski, tuviera bien claro este propósito.

En ocasiones anteriores, Tusk ha sido más que claro: “Yo no estaría tan tranquilo sobre la permanencia de Polonia en la UE. Ahora mismo, la mayoría del gobierno polaco piensa que la UE es, en el mejor de los casos, una lamentable necesidad y tienen ensoñaciones sobre cómo liberar a Polonia de esa ocupación”.

De tal forma, representantes de organizaciones de jueces, políticos, activistas, escritores y cantantes se unieron el domingo 10 sobre el escenario al lado de Tusk y de otros líderes de izquierda, como Robert Biedron y el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskoqski. Todo lejos de ser un mitin político a favor de un solo partido político.

Al caer la noche, aproximadamente cien mil personas encendieron sus celulares aclamando uno de los discursos más aplaudidos de la jornada. Wanda Traczyk, sobreviviente del levantamiento del ghetto de Varsovia —durante la Segunda Guerra Mundial—, gritó: “¡Nadie nos sacará jamás de la Unión Europea!, al ser interrumpida por el megáfono de una contramanifestación cercana. Grupos de ultraderecha intentaron boicotear el acto popular. No lo lograron.

También te puede interesar

Papeles del Paraíso, después Papeles de Panamá, ahora Papeles de Pandora

En Polonia, como en Hungría, los gobiernos populistas discrepan cada vez más de la Comisión Europea en temas que van desde los derechos LGBT (Lesbianas, gay, bisexual, transexual), hasta la independencia judicial. De tal forma, el Tribunal Constitucional de Polonia se pronunció el jueves 7 de este mes —tras posponer hasta en tres ocasiones el fallo—, respecto de una petición del premier Mateusz Morawiecki, después de que el Tribunal de Justicia de la UE (TUE), dictaminó que las reformas judiciales emprendidas por el gobierno podían suponer una violación de las leyes comunitarias. Así, el máximo tribunal polaco, que preside Julia Przylebska, sentenció que algunas de las regulaciones comunitarias son incompatibles con la Constitución de Polonia.

A mediados de julio último, el TUE puso en tela de juicio varias de las reformas impulsadas por el gobierno polaco, en particular el régimen disciplinario que se estableció sobre los jueces.

En fin, la tirantez entre la capital polaca y la sede de la UE ha crecido en lo que va del año, con el PIS llegando incluso a proponer la posibilidad de tomar medidas drásticas ante la escalada del pulso político, planteando la continuidad del país en la comunidad, que aún no ha autorizado el desembolso de 23,900 millones de euros previstos en el plan de recuperación tras la pandemia del COVID-19.

En forma clara, sin mistificaciones, las protestas del domingo 10 en territorio polaco y fuera de él tomaron como estandarte la bandera de la UE: “Los polacos queremos más a Europa que al PIS (Ley y Justicia)”, fue el lema del día. Según el eurobarómetro más reciente, el 81 por ciento de los ciudadanos polacos ve favorablemente a la UE. Lo que va en contra de la resolución del Tribunal Constitucional (TC) según la cual declara la supremacía de la Carta Magna sobre las leyes europeas. En una sentencia que hace historia, expuso que los artículos 1, 2, 4.3 y 19 del Tratado de la Unión Europea son incompatibles con su Constitución.  De acuerdo al fallo del tribunal, los artículos 1 y 4.3 permiten a la UE actuar “más allá de los límites de las competencias transferidas por Polonia, y que a través e los artículos 2 y 19, los tribunales europeos invalidan la Constitución nacional. En suma, Varsovia envió, por medio de su máximo órgano legal, un mensaje directo: “no reconocerá la línea de Bruselas” en este proceso de reformas.

Para Europa, tolerar que un Estado miembro se salte las reglas del juego, es más peligroso que el fantasma del “Polexit”. El caso del Brexit todavía no finaliza para que Bruselas trague una posible “salida de Polonia”.  Las instituciones europeas se enfrentan a un gobierno rebelde y a un desafío aún mayor: defender la posición del Tribunal Judicial de la Unión Europea (TJUE) como único garante del orden jurídico europeo.

Por último, Marta Lempart, activista de los derechos de la mujer y fundadora del movimiento Strajk Hobiet (Huelga de mujeres), es optimista según declaró al periódico El  País: “la sociedad civil polaca nunca ha estado tan organizada como desde 2015, el año que marcó el antes y el después en el país”. El fin a la deriva del Gobierno pasa por que los ciudadanos “protesten y se organicen”, asegura. Para presionar a Varsovia, pero también a las instituciones europeas “para que luchen por los polacos”. “En algún momento, lo sé, este Gobierno populista de extrema derecha caerá y conseguiremos tener un Estado secular con los derechos humanos como parte fundamental de la democracia”, manifiesta.

Klich, un senador de Plataforma Cívica, fundada por Tusk, afirmó contundente: “Ganaremos, sin ninguna duda, la cuestión es cuándo”, y evocó las  huelgas masivas de 1980, todavía bajo el régimen comunista, “que llevó al establecimiento del sindicato Solidaridad, y que reunió a 10 millones de personas”. Volverá este tipo de movilización y los polacos terminarán” con el proceso de decadencia. Y que lo veamos. Ahora sí, lo que el “pueblo ordene”. VALE.