En el radio escuché a una comentarista prodigando elogios sobre lo guapo que era Belmondo. Simpático, sí, gran actor, sin duda, pero guapo nunca fue. Cuando mi padre me bromeaba diciendo que me gustaban los feos, la prueba definitiva era “le gusta Belmondo”. El padre del actor que de verdad era escultor, afirmaba que su hijo tenía el más hermoso cuerpo del mundo. No hecho en el gimnasio como ahora, sino en el box que le dejó la fractura de nariz que lucía muy quitado de la pena.

Al morir, a los 88 años, el 6 de septiembre pasado, fue despedido en el Patio de Honor de Los Inválidos, por Emmanuel Macron, Presidente de Francia. Entre los famosos, acudió Alain Delon, quien sorpresivamente declaró que hubiera querido partir con él, aunque la rivalidad no acabó, a pesar de la breve reconciliación, cuando Delon, como productor, lo invitó a compartir créditos en Borsalino. Como se sabe, Borsalino es la marca italiana de sombreros más famosa de las décadas 1930 y 1940, que en la película usan los mafiosos que se relacionan con Delon y Belmondo que son ladrones de segunda clase. Delon y Belmondo bajando rápida, pero no velozmente, unas escaleras, es para mí, inolvidable. (Mi padre murió hace años, pero todavía guardo su sombrero Borsalino que compramos en Italia).

El cine italiano se convirtió en arte con el neorrealismo y el francés, con la nouvelle vague. Belmondo inició esta corriente con Sin aliento, (A bout de souffle) bajo la dirección de Jean-Luc Godard y la compañía de Jean Seberg, actriz estadounidense radicada en Francia. Los directores de la Nueva Ola son Alain Resnais, Claude Chabrol, Francois Truffaut y Louis Malle. Como Belmondo había estudiado arte dramático en el Conservatorio, era de extracción teatral y se incorporó al cine con películas de festival, se le criticó mucho cuando se “comercializó” y aceptó interpretar un papel en Casino Royal en que nada menos que David Niven era James Bond. Peor le fue cuando aceptó trabajar en Borsalino, una cinta comercial, con su rival en el favor del público: Alain Delon.

También escuché decir que Belmondo era el de arte y que Delon era comercial. No, mafioso lo fue, incluso fue el de las ganancias en las peleas de Carlos Monzón y Mantequilla Nápoles en Francia, pero Delon fue Rocco en Rocco y su hermanos, Fabrizio en El gatopardo, ambas cintas de Luchino Visconti, y fue el Barón de Charlus en Un amor de Swann, de Volker Schlöndorff, del Nuevo Cine Alemán. Además, El gatopardo, está basada en la célebre novela homónima de Giuseppe Tomasi de Lampedusa y Un amor de Swann, se inspiró en la zaga de Marcel Proust.

 

Belmondo y Seberg

Diana o La cazadora solitaria, de Carlos Fuentes, narra los amores del escritor con Jean Seberg. El personaje del escritor es, de modo transparente, Fuentes; la actriz Diana Soren es Jean Seberg y Julia Guzmán es Rita Macedo, entonces esposa de Fuentes, e incluso lleva el nombre de su madre en la vida real. Hay fotos de la filmación en Durango con Cuevas y Monsiváis.

Menos conocido es el texto de Sergio Fernández sobre Belmondo que aparece en su libro Todo para los dioses, ahí, el pintor Antonio Peláez narra que el actor le coquetea desde una mesa de La Coupole, le cuenta a Sergio, que va a un agasajo a María Félix en casa de Barbara Hutton, de donde sale, en un ataque de pánico, a pasar la noche con Belmondo. Lo caracteriza como “feo atractivo” y “vestido como dios”. Describe Peláez el cuerpo de Belmondo y lo que sucede esa noche. Al despertar, el actor se despide con un “hasta la vista” y nunca se vuelven a ver.

 

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