Aunque Angela Merkel todavía no abandona el poder, el partido que la mantuvo en forma ininterrumpida como canciller durante 16 años, la Unión Democristiana (CDU) en la jornada electoral del domingo 26 de septiembre del año en curso no solo cosechó los peores resultados de su historia, y ni siquiera pudo ganar en el distrito de Aachen (residencia de Merkel) donde los cristiano demócratas habían ganado ocho elecciones consecutivas, desde 1990. Y, repito, la científica política aun funge como canciller de Alemania. Si no lo fuera, la CDU hubiera sufrido una debacle peor de la que acaba de pasar.

Definitivamente el arte de la política —como el de gobernar— no es cualquier baba de perico, como algunos merolicos tropicales pretenden hacer creer, como tampoco poner en funcionamiento pozos petroleros es simplemente perforar un hoyo en la tierra. Quizás la formación universitaria de Merkel en la física y en la química la modeló para gobernar con principios democráticos sobre los intereses de los grupos de poder. Supo convencer para tender puentes y crear alianzas. Su principal arma política ha sido el lenguaje y la capacidad de razonamiento. Parece tan fácil como lo ha dicho la canciller: “Todo se reduce a la capacidad de convencer a otros. Constantemente tengo que convencer a los ciudadanos, a mi partido y a los miembros de mi coalición”.

“Las pérdidas son amargas”, reconoció la noche del domingo 26 de septiembre el secretario general de la CDU, Paul Ziemiak. Y si para los demócratacristianos los resultados fueron malos, para sus socios bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU) fueron desastrosos. De acuerdo a los resultados a pie de urna, el partido hegemónico de Múnich y toda su región logró el 31.7% de los votos, el peor resultado desde 1949.

Así las cosas, todo indica —en el momento de redactar este reportaje—, que los socialdemócratas centroizquierdistas (SPD) germanos en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre ganaron por escaso margen en una apretada contienda con el bloque de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), de la canciller Angela Merkel, según las encuestas de salida.

Los resultados de estos comicios son tan ajustados entre los partidos mayoritarios, que no hay un ganador aunque la izquierda se abre camino en Alemania con una ligera diferencia de 1.6%. El SPD, que ha encabezado durante las seis semanas de campaña las encuestas, con hasta cinco puntos de ventaja sobre la CDU-CSU logró el 25.9% de los votos. El candidato Olaf Scholz sostiene que la ciudadanía “quiere un cambio de gobierno bueno y pragmático” al atribuirse la victoria, por lo que parecía ser el predestinado a retornar a la socialdemocracia alemana el papel que le arrebató Merkel hace cuatro legislaturas a Gerhard Schroeder y desde entonces intentaron recuperar sin éxito Peer Steinbruck, Frank-Walter Steinmeir y Martin Schulz.

Con el 25.7% de la votación, el partido de Olaf Scholz se impuso en el escrutinio final en las 299 circunscripciones, como adelantaban las encuestas al Partido Cristiano Demócrata (CDU), de Armin Lascher, que se quedó 1.6% por debajo de los socialdemócratas, con el 24.1% lo que confirmó lo que adelantaban las encuestas: que el tirón popular de Angela Merkel no fue lo suficiente para convencer a los alemanes de que sigan gobernados por un dirigente conservador.

Algo que piensa también el derrotado candidato Armin Laschet, que lo achaca al anunciado retiro de Merkel: “La canciller Merkel no se ha presentado a la reelección y eso nos ha privado del bono de 16 excelentes años de gobierno”.

El ascenso del SPD marca un giro a la izquierda para Alemania y marca una recuperación notable para ese partido, que ganó aproximadamente 10 puntos más de apoyo en sólo tres meses para mejorar la cifra de 20.5% que consiguió en los comicios nacionales de 2017.

De tal suerte, Olaf Scholz —ministro de Finanzas y vicecanciller saliente en la incómoda “gran coalición” gobernante de Merkel, —, de 63 años de edad, si los hados no cambian el sentido del viento, podría convertirse en el cuarto canciller del SPD de las postguerra después de Willy Brandt (cuyo verdadero nombre era Herbert Ernest Karl Frahm), Helmut Schmidt y Gerhard Schroeder. Antes, Scholz fue alcalde de Hamburgo, lugar de nacimiento de Merkel y de Schmidt.

En el balance de resultados los Verdes aparecen en tercer lugar con 14.8%, seguidos del liberal Partido Democrático Libre (FDP) con 11,5%, y el ultraderechista Alternativa para Alemania (Alternativ fue Deutschland: AfD) con el 10.3%, cerrando la lista de los partidos que podrían acceder al Bundestag (Parlamento). Cabe recordar que en Alemania el canciller federal no es elegido por mi foto directo, sino por los diputados, una vez definida la mayoría parlamentaria. En esta ocasión la mayoría es difícil de formar, pues debe reunir a tres partidos —la primera vez que esto sucede desde los años 1950– debido a la fragmentación del voto. Muy ad hoc con el sentido de humor germano, la famosa revista Der Spiegel (El espejo), tituló su reportaje principal: “Empieza la partida de póker”.

Mas que una partida de póker, lo que se avecina en Alemania es una guerra abierta tanto entre los dos grandes partidos, como dentro de la propia CDU de la canciller que ya dijo adiós pero no se sabe para cuando. No se olvide que en las pasadas elecciones (en 2017) fueron necesarios más de seis meses para alcanzar un acuerdo y poder formar la actual gran coalición de conservadores y socialdemócratas. Tanto el nuevo hombre fuerte, Scholz, como Lascher, de 60 años de edad, han presumido que tendrán un gobierno instalado antes de Navidad, es decir en poco más de dos meses y medio.

El asunto preocupa no solamente a los alemanes, sino a toda la Unión Europea. La posibilidad de un largo periodo de parálisis “gubernamental” zozobra a los socios europeos de Berlín, y en conjunto, la UE teme quedar al margen en el plano geopolítico frente a la contienda entre Estados Unidos de América (EUA), China y Rusia.

¿Quién será el próximo canciller?, aunque para muchos es claro que será Olaf Scholz. La declaratoria final se dará hasta que el juego termine. Boris Vomann, profesor de políticas en el Bard College de Berlín se explaya ante la pregunta hecha en el periódico La Razón: ¿Es posible una coalición de gobierno en la que estén Los Verdes y los Liberales teniendo en cuenta que estos dos partidos son muy diferentes?
—Son posibles cinco soluciones, pero solo dos son realistas: una coalición del Partido Verde y el Partido Liberal (FDP) con los socialdemócratas (SPD) o con los democratacristianos (CDU). Los Verdes y el FDP están en una posición sólida para negociar, porque el SPD y la CDU tendrán que depender de ambos al mismo tiempo para construir una coalición de gobierno. El problema es que el Partido Verde y el FDP tienen posicionamientos muy diferentes, en parte irreconciliables, sobre temas como el papel del Estado en la economía de mercado. Con toda probabilidad, las negociaciones serán difíciles.

Y, ¿cuál de los dos principales candidatos tiene más opciones de ser canciller: Olaf Scholz o Armin. Laschet?

—La apuesta de Scholz por la cancillería parece mas legítima dado que su partido lleva la delantera y que Laschet sufrió una gran derrota en las urnas. Pero mucho dependerá de los partidos más pequeños. ¿Pueden los Verdes y los liberales legar a un acuerdo para entrar en el gobierno? Las relaciones de poder están al revés, porque estos dos partidos más pequeños pueden prácticamente decidir con qué canciller les gustaría formar una coalición. El Partido Verde tiene un ala liberal bastante fuerte, lo qu hace más probable una coalición con los liberales y la CDU. Por otra parte, el SPD ha recibido mas votos y, según la tradición, el ganador es el que tiene la primera palabra. De cualquier manera, parece que habrá una lucha intensa por los ministerios entre los liberales y los ecologistas, sobre todo para el Ministerio de Finanzas. Así que no quedará mucho por negociar ni para Scholz ni para Laschet, salvo si amenazan a sus socios con el regreso de la gran coalición (SPD y CDU), que ambos habían descartado durante sus respectivas campañas.

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Sea como sea, las negociaciones se esperan intensas. Por eso, el SPD ya ha formado un equipo de seis personas entre los que, además de Olaf Scholz mismo, están dirigentes de su máxima confianza como los líderes del partido, Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans. Como se dijo líneas atrás, el SPD fue el grupo más votado, con un 25.7% de los votos, 5.2 puntos más respecto a 2017. Pero su ventaja es en términos porcentuales discreta, ya que el bloque conservador de Laschet se quedó en el 24.1 por ciento.

Hasta contar con nuevos datos, una mayoría de alemanes (dos de cada tres) prefiere que Scholz ocupe la cancillería, según una encuesta postelectoral realizada por el instituto de investigación Clíver y que publicó el magazine Der Spiegel.

Mientras llega el momento de la verdad, Angela Merkel limitará su trabajo a gestionar los asuntos corrientes, con una menor presencia en el escenario internacional. Este vacío preocupa especialmente a Francia, que en enero próximo asumirá la presidencia semestral de la UE, y espera poder contar con un socio más importante para sacar adelante sus iniciativas en aras de una Europa más soberana. Por su parte, el gobierno de Joe Biden —que está en tris de conocer mayores problemas internos—, manifestó que espera tener una “sólida alianza” con el próximo gobierno alemán.

De acuerdo con un sondeo de YouGov, la mayoría de electores alemanes favorece una coalición de centroizquierda, ecologistas y liberales. Y 43% estima que Olaf Scholz debe ser canciller.

La Carta Magna de Alemania no pone plazos a las negociaciones que ahora comienzan, pero podrían dilatarse meses. Sin embargo, ya hay fecha para el inicio de la nueva legislatura. El consejo de diputados de mayor edad del Bundestag ha fijado el 26 de octubre para la constitución del Legislativo. Ese día es la fecha tope para la primera sesión de los diputados electos, pues según la Constitución, el nuevo Parlamento debe constituirse en los 30 días siguientes a las elecciones.

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