A finales de 2013, el PRI, el PAN y el PVEM aprobaron la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Fueron momentos críticos. Andrés Manuel López Obrador había sufrido un infarto y Miguel Barbosa, coordinador de los senadores perredistas estaba hospitalizado. La respuesta social fue escasa, sectores importantes de la población estaban encantados con la imagen totalmente palacio del Presidente y con el glamour de la primera dama. Hubo medios críticos a la reforma de Peña Nieto: Carmen Aristegui, Ciro Gómez Leyva, Julio Hernández, Víctor Trujillo, entre muchos otros. Después de largos debates, en el que destacaron intervenciones como la de Manuel Camacho Solís, Zoé Robledo, Fernando Mayans y Alejandro Encinas, todo el PRD y todo el PT votaron en contra, no alcanzó para detener  la reforma. Peña Nieto logró, lo que Salinas de Gortari y Felipe Calderón intentaron sin éxito.

Un año después, en 2014, otra vez el PRI, el PAN y el PVEM aprobaron las reformas legales en materia energética; mientras que la SCJN bateó la posibilidad de realizar una consulta sobre este tema. Eran los años dorados del peñismo. “El momento mexicano”, cuando pensaban que el PRI había regresado al poder para quedarse. Después vino la noche negra de Ayotzinapa, la Casa Blanca y la serie de escándalos que llevó a más de veinte gobernadores a ser investigados por corrupción y enriquecimiento ilícito.

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Peña Nieto decía que con su reforma energética México se modernizaría. Que tenía que terminarse con los subsidios para que el país fuera competitivo a nivel internacional; que los capitales extranjeros llegarían, que mejoraría la cobertura; que bajarían los precios de los combustibles y la electricidad. Hubo debate, con argumentos, grabaciones, carteles, pancartas y hasta con poesía, nunca insultos o violencia. La oposición de aquellos años demostró la falsedad de la reforma. Se evidenció que sus propósitos reales era entregar este sector estratégico para el desarrollo al capital extranjero y desmantelar a PEMEX y a la CFE.

Cuando la aprobaron, ante las caras sonrientes de los priístas y panistas, la oposición lanzó un advertencia que se perdió en la inmensidad del recinto parlamentario: que la sociedad, que el pueblo de México, no aceptaría está reforma que dañaba los intereses y la soberanía nacional. Tiempo al tiempo. La reforma energética de Peña Nieto fracasó. La sociedad no obtuvo ninguno de los beneficios prometidos, si en cambio se convirtió en un nido de corrupción que ahora se investiga.

En la agenda de las fuerzas de izquierda, progresistas y nacionalistas se estableció como prioridad eliminar de la Constitución y las leyes la reforma energética de Peña Nieto. Así como defender a PEMEX y a la CFE. Las cosas cambiaron por el voto popular. Por supuesto que la iniciativa de reforma constitucional en materia de electricidad enviada por AMLO al Congreso pretende eliminar la reforma energética de Peña Nieto. No hay sorpresas, ni sorprendidos, así se dijo desde 2014, se prometió en 2018 y se presentó en 2021.Tiempo al tiempo. La política es de bronce.

@onelortiz