“Lo que reúne y atrae entre sí a la gente no es la similitud o identidad de opiniones,
sino del espíritu: la misma espiritualidad o manera de ser y entender la vida”.

Marcel Proust

 

Este 31 de octubre, un millón de personas celebró en plena armonía dando irrefutables muestras de una actitud responsable y de alegría ante el ingreso a una nueva etapa de la vida social de la capital del país.

A lo largo de los 5.8 kilómetros que separan el Zócalo capitalino del Campo Marte, esta multitud pudo apreciar y disfrutar el Desfile Internacional de Día de Muertos que el Gobierno de la Ciudad organizó a través de la Secretaría de Turismo, compuesto por 10 carros, 29 figuras de tracción y 17 alebrijes, todos agrupados en 4 segmentos temáticos: Tenochtitlan, Corazón del Mundo, Ciudad de México Hoy, Magia y Tradición y Celebrando la Vida.

A la par de esta magna concentración de espíritus y voluntades decididas a disfrutar el rencuentro masivo en nuestro espacio público, la Ciudad se engalanó con infinidad de ofrendas públicas y privadas, abiertas a las riadas de personas que así recuperaron un  entorno urbano que ese día honró su fama de “Ciudad Más Transparente del Aire” en un domingo otoñal en que el esplendor del sol nos recordó que desde antaño somos su pueblo y que ante esta resurrección social decidió acompañar nuestra alegría por haber logrado superar la aciaga noche que la Covid nos impuso largos meses.

Pletórico de cempasúchil, de copal y música el “Camino de Ánimas” en que se transformó Paseo de la Reforma desde la segunda sección de Chapultepec, albergó el tradicional Altar de Dolores Olmedo, mientras que el Centro Cultural Los Pinos ofreció diferentes muestras y expresiones de antiguas y contemporáneas artes funerarias; la 1era sección de Chapultepec se transformó en Teopankali (Camino de ofrendas y altares), en tanto que el Paseo de la Reforma se llenó de Mexicráneos, Catrinas y la Alameda fue escenario de una muestra educativa y lúdica de la recreación juvenil sobre nuestra identitaria fiesta mexicana.

Algo similar ocurrió en el Centro Histórico, en cuyos establecimientos religiosos, académicos, comerciales y sociales se instaló una pluralidad de ofrendas que dieron a la zona un necesario respiro social dejando atrás cierres y penurias obligadas por la crisis derivada de la pandemia mundial.

Por último, el Corazón del Anáhuac recibió frente a Palacio Nacional la expresión sociocultural de 20 pueblos originarios de diversos puntos de la República y de 7 de las tribus que llegaron a poblar su espacio hace más de 700 años, lo que momentáneamente recuperó el valor de la centralidad cósmica del mundo de nuestros antepasados, ubicada precisamente en esta zona de la capital.

El conjunto de interacciones armónicas y sociales registradas confirma la profundidad del pensamiento del novelista francés Marcel Proust, gran cronista y sutil buscador del pasado, que entendió que la unidad social es producto de la manera de ser y entender espiritualmente la vida.

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