Los griegos fueron de las primeras civilizaciones que tuvieron conciencia de sí mismos y esto se reflejó en la invención de palabras y términos que hasta hoy continuamos usando y que describen la realidad haciéndola entendible y factible de transformar.

Hubris o hybris es un concepto que describe la “desmesura”, el ego desmedido, la sensación de omnipotencia, prepotencia, que empuja a algunas personas a actuar como dioses, con la capacidad de romper el equilibrio —como dioses— entre la naturaleza y los humanos “comunes”.

Dentro de la historia de los mitos está Ícaro que pretendió volar hasta el sol con unas alas hechas de cera que se derritieron, precipitándolo al vacío, Prometeo que se roba el fuego de los dioses, tratando de cambiar la situación de los mortales y acaba encadenado a una roca siendo devoradas sus entrañas eternamente.  Pandora que sin autorización, abre una caja que custodiaba —por simple curiosidad—  y se transforma en la responsable  de liberar todos los males de la humanidad.  Fuera de la mitología griega, en el contexto del antiguo testamento, están los constructores de la Torre de Babel que intentaron crear una torre que tocara el cielo, causando el enojo de dios que además de derribar la torre, castigó la osadía, desuniendo a la humanidad a través de las diferentes lenguas que dificultaron su entendimiento en adelante.

David Owen (2008) Neurólogo miembro de la Cámara de Lores y ex canciller británico se interesó por los rasgos repetitivos del síndrome de hubris como parte de la psicopatología del poder que afecta el perfil de diferentes profesiones y ocupaciones, encontrando síntomas tan específicos del síndrome que podían diferenciarlo de los trastornos narcisistas ya descritos en los manuales de salud mental (DSMV, CIE10).

Profesiones que posibilitan algunos síntomas del síndrome de hubris son aquellas en las cuales la vida de las personas, su equilibrio mental y bienestar general dependen de la intervención del profesional en cuestión: Médicos, Psicólogos, Políticos, Periodistas, Abogados, Militares, Empresarios entre los más destacados.

Los profesionales afectados muestran una autoconfianza omnipotente que en muchas ocasiones expone la integridad y la seguridad de sus clientes/pacientes/votantes y subalternos. Surge un fuerte rencor y deseo de destrucción de todo el que considere contrario a sus ideas, opiniones y aún creencias, todos aquellos que no comparten sus criterios. Utilizan parte de sus conocimientos para amparar la toma de decisiones impulsivas y arriesgadas sobre la vida y patrimonio de las personas que profesionalmente dependen de ellos en esos momentos.

Suelen ser impermeables a las críticas y bromean respecto a la validez de las observaciones que otros colegas les hagan. La principal fuente del poder que manifiestan reside en sus conocimientos y habilidades, suelen considerarse así mismos especiales y únicos y son inmunes ante la desgracia ajena, si algo sale mal, suelen culpar a otros.

El síndrome suele ser temporal y reversible, pues en cuanto los profesionales dejan de estar expuestos a puestos de poder tienden a re normalizar su conducta, algo que no ocurre con los trastornos narcisistas clínicos, otra de las diferencias fundamentales con estos trastornos narcisistas, es que el síndrome de hubris se desencadena cuando en el profesional confluyen el poder y el éxito.

Aún continúan fundamentándose evidencias neurofisiológicas, psiquiátricas y psicológicas para definir el estatus del síndrome de hubris como parte de la noseología de la salud mental, encontrándose, desde luego, mucha resistencia de su existencia por parte de Médicos Psiquiatras, Neurólogos, Psicólogos…

Por último, existe una variación “informal” de este síndrome en el —más coloquial-—síndrome Dunning-Kruger en el cual la relación de incompetencia y vanidad detona el deterioro del clima laboral y la eficiencia de las instituciones estatales y privadas. Los psicólogos sociales Justin Krugger y David Dunning en 1999, identificaron que los individuos más incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades y son incapaces de reconocer las habilidades de los demás, cayendo en un exceso de autoconfianza, vanidad y recelo.

Es fundamental el mantener supervisión compartida en los lugares de poder e influencia para evitar el aislamiento de los sujetos responsables en cargos de autoridad que sean proclives a los síndromes descritos, para evitar en la medida de lo posible, iatrogenias, abusos, retrocesos e injusticias dentro de grupos de trabajo.

La autora es doctora en Psicología adscrita a Apoyo Nutricio y Unidad Metabólica del HJM.