Tal y como está sucediendo en muchas partes, en varios países del continente americano los vientos políticos se enturbian por el peso de la polarización entre la derecha y la izquierda. Los resultados dominicales (21 de noviembre) de las elecciones presidenciales en Chile —que culminarán en la segunda vuelta el domingo 19 de diciembre próximo—, y los comicios de las 23 gubernaturas en disputa en Venezuela y las alcaldías de todo el país, lo demuestran cabalmente. De hecho, desde Canadá, Estados Unidos de América y México, hasta la Patagonia, la política, más que nunca, es mercurial. La polarización es la característica del Nuevo Mundo en el siglo XXI.
En la patria del doctor Salvador Allende y del usurpado Augusto Pinochet, José Antonio Kast Rist, político de derecha, con filiación pinochetista, y el diputado de izquierdas, ex líder juvenil surgido de la revuelta popular de 2019 en contra de la Constitución heredada del golpismo militar, disputarán la Presidencia del país austral el tercer domingo del último mes del año en curso, tras que ninguno de los siete aspirantes presidenciales obtuvo más del 50 por ciento de los votos en los comicios del pasado domingo. Los chilenos sufragarán entre el gobierno más izquierdista desde el de Salvador Guillermo Allende Gossens o el mas derechista desde la dictadura militar.
Las encuestas no se equivocaron en esta ocasión. Habrá balotaje. El candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast Rist ganó con el 27,91 por ciento de los votos (un millón 961 mil votos), mientras que Gabriel Boric Font, de Convergencia Social-Apruebo Dignidad, alcanzó el 25,83 por ciento (un millón, 814 mil votos), o sea, una diferencia de 146,000 boletas. Los polos de derecha e izquierda, respectivamente, obtuvieron la confianza de sus electores, mientras los abanderados del centro quedaron fuera, lo que preocupa a muchos analistas. Una anomalía en el escenario político chileno. Desde la reinstauración de la democracia en el país austral ninguno de los dos partidos tradicionales, la derecha clásica de Chile Vamos (12,79 por ciento) y los socialistas el Partido Progresista (7,61 por ciento), que dirigieron el país en las últimas tres décadas, estarán presentes en la segunda vuelta de las presidenciales. Fenómeno que habrá que estudiar.
La votación fue de menos de la mitad del padrón habilitado, lo que significa que hay otros ocho millones de electores en el aire. En conclusión, Kast no partió como favorito cuando arrancó la contienda, y Boric quien durante la mayor parte de la campaña lideró las encuestas resultó perjudicado por su alianza con el Partido Comunista Chileno, del que tuvo que marcar distancia, por negarse a condenar la represión en Nicaragua, Venezuela y Cuba, los tres regímenes bolivarianos autoritarios y comunistas del Nuevo Mundo. Como sea, el paso de Kast y Boric al balotaje confirma lo expuesto al principio de este reportaje: la preocupante y profunda polarización de la sociedad chilena, que además de votar por abanderados radicales se abstuvo de hacerlo por los partidos tradicionales.
Franco Aldo Parisi Fernández (nacido en Santiago el 25 de agosto de 1967), ingeniero comercial, el candidato del Partido de la Gente, aparece como el fiel de la balanza para la segunda vuelta de las presidenciales chilenas, pues obtuvo 899,000 votos (el 12.80 por ciento), lo que le colocó en el tercer lugar de los comicios, no obstante estar ausente del país aparentemente por estas acusado del impago de una deuda de 207 millones de pesos chilenos por pensiones alimenticias de dos hijos. Parisi reside en Estados Unidos de América (EUA) desde donde hizo su campaña virtual. Los analistas han tratado de descifrar al votante por el Partido de la Gente, y lo ubican como refractario a la política y perteneciente a los sectores de menores ingresos en la comunidad chilena.
De acuerdo al análisis de Aldo Anfossi, colaborador especial de La Jornada, “Según el sociólogo Carlos Ruiz, de la Fundación Nodo XXI, lo de Parisi es una “reacción anti establishment. Algo parecido a lo que fue la Lista del Pueblo (movimiento político chileno ubicado entre la izquierda y la extrema izquierda del espectro político, conformado por militantes independientes, BGS), en su heterogeneidad e inorganicidad y después en lo efímera que terminó resultando. Es un fenómeno eminentemente aorgánico, un voto muy circunstancial”.
Sobre si el voto depositado por Parisi estará disponible para la segunda vuelta, el propio Carlos Ruiz dijo: “no está claro para qué lado se irá. Mucho se puede ir para la casa porque es eminentemente antiestablishment y mucho puede salir para cualquier parte. Entonces es un tema complicado de capturar y no creo que él pueda llegar a venderlo así como si lo tuviera amarrado”.
En el artículo de Anfossi “Ningún partido en Chile tendrá mayoría en el Congreso. Negociar será clave para gobernar”, se explica que el académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, dice que “la votación de Parisi es muy diversa y difícil de capturar en el eje izquierda derecha. Según algunas encuestas, su base de apoyo se iría casi por mitades a ambos candidatos en la segunda vuelta. Sin embargo, queda la sensación de que tiende a ser más proclive a candidaturas de derecha que de izquierda. Su base electoral es predominantemente masculina y menor de 50 años, pertenecientes a estratos socioeconómicos medios. Es una incógnita su comportamiento pero, al menos ahora, la balanza está inclinada hacia Kast”.
En fin, en el portal Tercera Dosis, Claudio Fuentes, maestro de la Universidad (privada) Diego Portales, de Santiago de Chile, describe así a los militantes del Partido de la Gente: “sabemos que ese votante no es militante. Seguramente es un elector que tiene una ácida crítica a los partidos y al establishment (actores políticos, empresarios o todo aquello que huela a élite). Muchos de ellos seguramente dudarán de participar de la segunda vuelta. Se trata de independientes y escépticos de cualquier cosa que se asemeje a un acuerdo de las élites. Por lo mismo, no será sencillo en las próximas semanas aproximarse a dichos electores. Pero si hay alguien que puede acercarse más a este tipo de perfil es precisamente José Antonio Kast”.
En pocas semanas se conocerá el desenlace de la competencia por la Presidencia de Chile. Mientras tanto, el derechista, admirador de Pinochet, José Antonio Kast, apenas se informó del último cómputo, se dirigió a sus partidarios con una bandera chilena en la mano: “Vamos a seguir caminando, tenemos vocación de mayoría, queremos convocar a más chilenos, que quizás hoy no lo vieron con fuerza, pero esperamos en este mes mostrarles porqué es importante que este proyecto político siga creciendo”.
Por su parte, el izquierdista radical Gabriel Bóric, aseguró que su coalición luchará contra la corrupción (¿dónde he oído eso?) para acabar con los privilegios de toda la clase política: “Nosotros queremos la paz social en una sociedad que esté cohesionada. No salimos a la calle para que todo siga igual, vamos A defender la convención constitucional”.
Por último, la psicóloga chilena Lorena Montesinos, citada por Diana Garay G. en su análisis “Chile elegirá entre dos opuestos: Kast o Bóric”, que votó por el segundo, también cree que el país está abiertamente polarizado entre izquierda y derecha desde que Chile cambió desde el estallido social de 2019. Y concluye: “Kast representa a la clase más conservadora y personas mayores que temen un gobierno de izquierda, mientras que Boric aporta un nuevo aire, alguien que no está tan contaminado por la política de la vieja escuela, alguien que tiene sintonía con un grupo etario que va entre los 27 y los 45 años, donde vemos esperanza, cambio, transición, mayor tolerancia a las diferencias y equidad”.
Y el abogado y académico Sebastián Salazar concluye qué hay que esperar el desenlace de la que hasta ahora ha sido la elección presidencial más reñida de los últimos años, con partidos que deberán empezar a mostrarse más mesurados en cuanto al discurso, el tono y las propuestas: “Sobre todo porque los candidatos tendrán que exigir, negociar y acordar la posibilidad de poder pedir apoyo a otros partidos para lograr la mayoría suficiente”. La cita de la verdad para los chilenos es el domingo 19 de diciembre próximo.
EL ABSTENCIONISMO EN VENEZUELA
En la patria de Hugo Chávez, por su parte, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en los comicios del domingo 21 de noviembre, “arrasó” al ganar 20 de las 23 gubernaturas en disputa, además de la importantísima alcaldía de Caracas, según informó el lunes 22 Pedro Calzadillas, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE). La oposición, presente en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), solo logró tres entidades: Cojedes (centro), Nueva Esparta (norte) y Zulia (oeste). Al momento de escribir este reportaje, todavía quedaba por determinar el resultado definitivo de Barinas donde la coalición opositora mostraba una ligera ventaja de 0,6 por ciento frente a la opción de Argenis Chávez, hermano del fallecido Hugo Chávez Frías, que busca la reelección. También en Apure, la diferencia a favor del chavismo por 0,7 por ciento estaba en juego por el escrutinio pendiente del 10 por ciento de los votos.
Veinte capitales estatales también quedaron en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y, del total de 335 alcaldías en liza el partido oficialista se alzó 205, pero todavía algunas estaban en proceso.
Poco después del cierre de las casillas, en compañía de la plana mayor del PSUV, el presidente Nicolás Maduro cuando ya estaba seguro del éxito de su partido —aunque el abstencionismo (59 por ciento) así como el desinterés de quienes consideraron que no hubo condiciones para participar en procesos coptados por el abuso del poder oficial y la ausencia de garantías democrática empañó su “triunfo”—, dirigió un mensaje que no todos recibieron de buen grado: “Les tiendo mis manos a los gobernadores electos de la oposición para reunirnos, hacer planes conjuntos y apoyar a los estados en los que han sido electos, es mi llamado…esos gobernadores de la oposición que han ganado son gente de experiencia política, sabiduría política y sabrán atender mí invitación”.
En los tres estados confirmados para la oposición volvieron caras ya conocidas. A Zulia regresó Manuel Rosales que gobernó entre 2000 y 2008 tras ser alcalde durante seis años de Maracaibo, su capital. El recuerdo de su buena gestión y las raíces de su partido en la entidad occidental, le granjearon el triunfo convirtiéndolo en un portaaviones que hizo ganadores a más de la mitad de los alcaldes de esa región venezolana.
A Nueva Esparta regresó Morel Rodríguez. Pese a sus 81 años de edad volverá a la silla que ocupó por primera vez en 1987 durante más de una década. Lo mismo hará Alberto Galíndez en Cojedes, donde gobernó a mediados de los 90 del siglo pasado. Los viejos políticos venezolanos de oposición no se quieren jubilar. Mientras la autoridad electoral continúa contando votos en forma lentísimo, pese a que hoy ya es un proceso automatizado, los números auguran que la oposición habría conseguido elevar la cantidad de alcaldías en su poder de 27 a 117, frente a las 205 del chavismo, algo inédito en dos décadas.
En tanto se finaliza la contabilidad electoral, el líder la oposición, Juan Guaidó que se sustrajo de las campañas por no considerarlas libres, pidió reflexión más que peleas entre los partidos no oficiales. “Lo ocurrido muestra la necesidad de la unificación y la articulación de todos los factores para poder enfrentarse al régimen”. Y, Maduro, pecando de optimista aunque afirmó que todavía “no hay condiciones” para reinstalar la mesa de negociaciones con la oposición en México —suspendidas a raíz de la extradición del “diplomático” venezolano al empresario colombiano Alex Saab a EUA—, declaró algo dificilísimo de creer: “En Venezuela lo que viene es más diálogo, entendimiento político, convivencia y armonía. A partir de estas elecciones, viene lo mejor, viene gobernabilidad, consolidación de la paz y la estabilidad, estoy seguro de eso”. ¡Qué bueno que lo esté! Dentro y fuera de Venezuela no lo están.
Polarización, índice de los tiempos. VALE.