Reuniones internacionales van y reuniones internacionales vienen y parece que miles de millones de habitantes de la Tierra —incluyendo sus dirigentes— no se percatan que el futuro del planeta no es nada halagüeño. Incluso, a veces se tiene la impresión que el ser humano busca, a propósito, que el Apocalipsis se dé más pronto que tarde. No es juego. Aunque todo mundo sabe que la contaminación ambiental no es una ocurrencia de algunos grupos irresponsables, y que verdaderamente el planeta en que vivimos puede convertirse en un sitio inhabitable, abundan quienes “piensan” que esa contingencia la deben resolver nuestros descendientes porque la responsabilidad de los contemporáneos es mínima. Por eso hay presidentes de la Republica que todavía apuestan el futuro, propio y ajeno, al carbón y al petróleo ocultando el grave peligro que significa continuar explotándolos. Las energías limpias, para ellos, son una quimera. Y hay quienes les hacen segunda sin importarles lo que sabemos sucederá, sin la menor duda.

A estas alturas del partido todavía hay quienes apuestan en contra del tapabocas y de las vacunas, pese a los millones de muertos que ha causado la pandemia del COVID-19. Lo cierto es que tanto los cubre bocas como las vacunas son parte fundamental de la solución del problema, los certeros pasos de la ciencia. Lo mismo sucede con las reuniones internacionales, aunque son desesperantes también abren los caminos para llegar a un posible buen fin. Llámense Cumbre del G20 o Conference of the Parties (Conferencia de las Partes), o COP, que es el acrónimo de la misma: COP26, que se refiere a los países signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1994. De ese año a la fecha serían 27, pero como el año pasado no tuvo lugar la reunión anual por el azote de la pandemia sólo han sido 26, lo que le da nombre a la COP26 en la que los países del mundo hacen frente al imparable cambio climático y el deterioro ambiental que irremediablemente podrían terminar con la vida en la Tierra. Solo trabajando en equipo y de manera decidida el futuro de la humanidad podría ser mejor. El reto es imperativo. Para muchos la COP26 significa la última llamada. De cierto hay que corregir el rumbo tomado hasta ahora, con el fin de evitar escenarios catastróficos irreversibles. No es tema de impactantes documentales. Es asunto de vida o muerte. Nada más, nada menos. Sí, creo que es la “última oportunidad”.

Así las cosas, esfumada la euforia por el Acuerdo de París (2015), la cumbre del G20 dio principio el sábado 30 de octubre se inició con grandes expectativas, aunque hicieron mutis el presidente de la República China, Xi Jinping y el mandatario ruso, Vladimir Putin. En plan de reconquista, por el contrario, si asistió el presidente de Estados Unidos de América (EUA), Joseph Robinette Biden Jr., mejor conocido como Joe Biden. Y alguno de los presidentes de los países “más industrializados del globo, y uno que otro emergente, como el mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que no acudió a la cita, pero que nadie se angustió por su ausencia, aunque su representante, el canciller Marcelo Ebrard, uno de los rutilantes aspirantes a la presidencia de México, no desperdició la ocasión para fotografiarse con todos los personajes mundiales que pudo. La precampaña ya empezó desde hace muchas semanas.

El cónclave se proponía llegar a un acuerdo global para alcanzar emisiones cero en 2050 y mantener por debajo de 1.5 grados centígrados el aumento de la temperatura media del planeta, objetivo que se mantuvo con algunos matices en esta cumbre. Reunión que concluyo con una vaga declaración de buenas intenciones por parte de las 20 potencias responsables del 80 por ciento de la emisión de dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles. El matiz del documento final del G20 se dio en que los firmantes no fijaron fecha para la descarbonización en el año 2050, como señala el Acuerdo de París, sino que solo hablan de que lo “llevarían a cabo” …” alrededor de la mitad del siglo XXI”.

Aparte del cambio climático, las conclusiones del encuentro abordaron también la recuperación económica tras la pandemia del COVID-19. Los líderes de los 20 se comprometieron a inmunizar por lo menos al 40 por ciento de la población mundial en lo que resta del año, y al 70 por ciento a fines de 2022. Además, se ratificó la entrada en vigor de un impuesto mínimo global de sociedades del 15 por ciento, impulsado por EUA y suscrito por un centenar de países en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que obligará a las multinacionales a pagar impuestos en los países en los que operan.

Mario Draghi, presidente del Consejo de ministros de Italia, el país anfitrión del G20, celebró el acuerdo económico de la cumbre: “hemos sentado las bases para una recuperación más igualitaria y hemos encontrado nuevas formas de apoyar a los países de todo el mundo, 609, 000 millones de dólares sobre la base de derechos especiales de giro se dedican por primera vez a los más vulnerables”.

g20

Después de casi dos años de pandemia, los del G20 pudieron reunirse cara a cara. Oportunidad única para que los mandatarios subsanaran viejos desencuentros con sus pares. Así lo hizo el presidente Joe Biden con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von ser Leyen. Su encuentro sirvió para terminar con los aranceles al acero y al aluminio dispuestos durante la administración del anti europeo Donald Trump. El acuerdo permite una nueva etapa y finaliza la guerra comercial que envenenó las relaciones a ambos lados del Atlántico.

Con esta tregua comercial, las tasas quedan suspendidas y las demandas presentadas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) congeladas. El fin a la disputa por los aranceles es otro de los movimientos de la nueva administración estadounidense, que pretende recuperar la confianza de sus viejos socios en Bruselas y el espíritu de la Alianza Atlántica. Asimismo, el turbulento ex inquilino de la Casa Blanca en 2017 anunció la retirada de su país el Acuerdo de París, aunque la presencia y el protagonismo de Joe Biden confirma el cambio de rumbo de EUA frente al desafío climático.

En consecuencia, como conclusión de la cumbre del G20, el italiano Mario Draghi advirtió: “El multilateralismo es la mejor forma de cooperación que tenemos, compartimos ambiciones y objetivos, lo que tenemos que llegar a compartir es la velocidad de acción” …”si mantenemos nuestra capacidad de trabajar juntos en cuestiones como el clima o la pobreza, iremos hacia adelante, si continuamos discutiendo entre nosotros, no iremos a ninguna parte”. Sin duda, las intervenciones del primer ministro de Italia le sirvieron para que el G20 lo consagrara como adalid del multilateralismo.

Horas más tarde, ya en Glasgow, Escocia, la mexicana Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Organización de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, al inaugurar la COP26 dijo: “O elegimos una reducción rápida de emisiones a gran escala para mantener el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 grados, o la humanidad se enfrenta a un futuro desolador”, o “más gente morirá, más familias sufrirán”.

La COP26 servirá de foro para discutir, por parte de casi 200 países, la intensificación del calentamiento global y adaptarse al daño climático, ya en marcha.  De inicio, la COP26 por medio de la India y Gran Bretaña presentarán un proyecto que pretende crear una red de energía solar que conecte a países en diferentes partes del mundo. El plan, conocido como la Iniciativa Verde, es apoyado por la International Solar Alliance —a iniciativa de la India y Francia en Conferencia Climática de París de 2015–, como fomento de la energía solar.

Con la idea de que el sol siempre brilla en alguna parte del planeta, el nuevo proyecto aspira a crear una red global que transferirá la energía obtenida del astro rey de un lugar a otro.

En la ceremonia de inauguración de la COP26, el portugués Antonio Guterres, secretario general de la ONU, fue categórico: “Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujado a la humanidad hacia el borde del abismo. Nos enfrentamos a un dilema: o lo detenemos o vamos a extinguimos. Es tiempo de decir basta de destruir nuestra biodiversidad, de matarnos a nosotros mismos con el carbón, de tratar a la naturaleza como un escusado”.

Guterres, en suma, demandó a toda la humanidad que haga un compromiso formal a recortar las emisiones de dióxido de carbono por lo menos en un 45 por ciento en un lapso de nueve años —para 2030–, para evitar “cavar nuestra propia tumba”.

 

COP26

El objetivo central de la COP26 que los gobiernos se comprometan a frenar las emisiones de carbono lo suficientemente rápido como para mantener el calentamiento de la Tierra 1.5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. El planeta ya se ha calentado 1.1 grados. Las últimas proyecciones en base a recortes de emisiones planificados durante la próxima década indican que se llegará a 2.7 grados para 2100.

En un gesto poco usual, Boris Johnson, el primer ministro británico, se mostró clarividente y tajante: “si fracasamos nuestros hijos no nos perdonarán. Nos juzgarán con amargura, y tendrán razón, porque falta un minuto para la medianoche”.

Joe Biden, en su turno, no fue menos claridoso que su colega británico: “Esta es la década que determinará las próximas generaciones. Es la década decisiva en la que tenemos la oportunidad de demostrarnos que podemos mantener el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 grados” …” No podemos seguir esperando de brazos cruzados”. Al mismo tiempo se disculpó porque su antecesor en el cargo, sin mayores explicaciones retiró a EUA del acuerdo de Paris de 2015, algo que, explicó, retrasó al país en sus esfuerzos.

Por su parte, aunque los dos grandes ausentes de la COP26: China y Rusia, no estuvieron representados por sus principales dirigentes, en un gesto no bien recibido, anunciaron medidas respecto a la reducción de emisiones contaminantes. El Kremlin invertirá entre el 1.5 y el 2 por ciento del PIB en reducir el 80 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050. Y Xi Jinping, el presidente de China — sin duda el mayor país contaminante de la Tierra—: dijo en un comunicado que los países desarrollados no sólo deberían hacer más por el cambio climático, sino también apoyar a las naciones en desarrollo, para que puedan controlar sus propias emisiones.

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Y si las declaraciones oficiales parecieran efectistas, las de los activistas reunidos en los alrededores del centro de convenciones de Glasgow lo fueron más. Por ejemplo el líder de política climática de Oxfam (Oxford Committee for Famine Relief, fundado en la Gran Bretaña en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial), Nafkote Dabi, manifestó: “estos líderes, en lugar de reducir las emisiones y encaminar el mundo en un rumbo más seguro, sólo hablan fanfarronerías y ya tuvimos suficiente de estas. Lo que pedimos son acciones concretas”.

Y agregó: “Necesitamos financiamiento climático, los países pobres lo necesitan, y tienen que tomarse esto en serio para apoyar a las naciones vulnerables, para adaptarse al peor impacto de la crisis climática”.

En fin, activistas de la organización estadounidense Build Back Fossil Free exigieron al presidente Joe Biden que “declare la emergencia climática”. Y denunciaron el “doble lenguaje” del mandatario que, por una parte, se considera “el líder en la lucha contra el cambio climático”, y, por otra, no hizo nada al respecto en sus primeros seis meses de mandato.

Los trabajos de la COP26 terminarán hasta el viernes 12 de noviembre. Muchos pesimistas anuncian que una vez más, al final de la reunión se repetirá más de lo mismo.  Y no sería nada raro que el triunfalismo y paternalismo de los líderes mundiales repetirán las fórmulas de costumbre, mientras la gente de la calle, el pueblo “bueno y sabio” responda: “estamos hartos de que nos vendan humo, de que nos cuenten puras mentiras”.

¿Y qué se hará el día del Apocalipsis? La Naturaleza ya ha demostrado, con creces, que el Ser humano la ataca por todos los frentes. ¿Ya se sabe quién ganará? Y entonces se oirán los ayes, y correrán las lágrimas. El tiempo se agota. La “última oportunidad” se encuentra en Glasgow. VALE.