A pesar del avance que como sociedad hemos tenido con el paso del tiempo, en cuanto a conocimientos, en la época actual estamos enfrentando un riesgo que está representado por las distintas corrientes negacionistas, las cuales hacen que muchos divulgadores de la ciencia tengan que trabajar horas extra.

En un momento de nuestra historia en el que la información está al alcance todos gracias a Internet, mediante lo cual todas las personas pueden contrastar lo que circula en medios y redes sociales, seguimos padeciendo a quienes difunden remedios mágicos para ciertas enfermedades –como se ha visto con la reciente pandemia y tratamientos que incluyen sustancias venenosas— o creencias como que la Tierra es plana.

Además, enfrentamos el embate en contra de ciertos avances de la ciencia y la tecnología como es el caso de las vacunas –bajo el supuesto de la rapidez del desarrollo en el contexto del Covid-19 o con el pretexto de que no saben de qué está hecha—, o con la tecnología 5G a la que se acusa de transmitir virus, los motores de avión que son los culpables –de acuerdo a esta versión— de esparcir una sustancia para el control social o el mito de que la humanidad no llegó a la Luna.

Esto ha provocado que los divulgadores científicos tengan mucho trabajo para desmentir a todas las corrientes negacionistas, que con una gran facilidad difunden sus mentiras o creencias engañosas, en tiempos en los que la información circula de inmediato, pero sin que las audiencias distingan falsedades de datos confirmados gracias al método científico.