Por María del Rosario Martínez Esteves
Lo que sea que eso signifique, tercera edad, para quien ideó este término, podríamos preguntarle si existen edades en el ciclo biológico, ¿acaso este no es un contínuum en el que la persona va transitando por diversas etapas que le exigen completar algunas acciones?, aprender a caminar, concluir la escuela básica, la crisis de la adolescencia, ser independiente económico, formar una familia, ver crecer a los hijos, la jubilación y finalmente aceptar que llegó a la vejez y que en estos momentos también habrá cosas por disfrutar y no solo lamentaciones y dependencia.
Al amable lector le quiero hacer hincapié en que estos compromisos son solo como ejemplo de lo que podríamos vivir y no porque crea que todos debemos realizar estas acciones. Actualmente los objetivos de las personas se han diversificado y a distintas etapas de la vida cada uno de nosotros desea cosas distintas.
Pero volviendo al punto donde este comentario comenzó y lo que me gustaría expresar, es que la vejez no tiene que ser una etapa de la vida en la que solo haya pérdidas. Todos, si ponemos atención, veremos a personas que han logrado llegar a este momento gozando de cabal salud, de un ingreso que le permita mantener una vida digna o contar con una sólida red de apoyo que le de el soporte necesario cuando lo necesita.
Sin embargo, también tenemos en otra arista, las personas con dependencias, solas y pobres, pero, y, ¿a qué se debe esta diferencia?, nos preguntamos de manera recurrente. Los estudiosos concluyen en que existen determinantes en la forma en que las personas envejecen, ejemplo de ello puede ser: dónde nacemos, nuestro nivel escolar, la accesibilidad a la salud, la cultura, nuestra genética, etcétera.
Pero algo en lo que no debemos dejar de poner atención, es que todos estamos en el camino del envejecimiento y debemos prepararnos de forma activa para llegar a esta etapa de nuestra vida. ¡Cómo?, primero reconociendo y aceptando el paso del tiempo, entre más temprano en nuestra vida nos percatemos de ello, mucho mejor.
De esta forma podremos hacer una gestión de nuestro envejecimiento, procurando nuestra salud, suficientes horas de sueño, una adecuada alimentación, organizar nuestros horarios para hacer ejercicio, un plan económico para mantener nuestro nivel de vida, actividades de ocio y algo que parece sencillo y no lo es, mantener relaciones interpersonales estrechas y de calidad, ya que a lo largo de ver múltiples historias pasar frente a nuestros ojos, una variante no económica, ni física que realmente hace el cambio en el impacto de una enfermedad en la vejez es la red de apoyo, esas personas que permanecen a nuestro lado cuando más lo necesitamos y son quienes nos brindarán apoyo instrumental y apoyo económico en etapas de crisis.
Y, ¿cómo hacemos esto?, ¿cómo mantenemos relaciones estrechas y de calidad a lo largo de la vida?, considero que cada uno de nosotros debe de buscar su propia respuesta, ya que no hay receta para ello, ni se puede comprar en ningún lado.
En la vejez de estas fiestas de navidad y año nuevo, donde las reuniones familiares son el común denominador, después de casi dos años de pandemia, de confinamiento, de sana distancia, nos urge abrazar, volver a ver a esas personas a quienes por salud y por amor hemos mantenido a la distancia, pero que también están urgidas del contacto humano, de reunirse con nosotros.
Difícil tomar una decisión de este tipo ante la inminencia de una cuarta ola por COVID-19.
La autora es doctora en el Hospital Juárez de México.
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