Entrevista con Julio Castillo López, director de la Fundación Rafael Preciado Hernández
Por iniciativa de Santiago Creel, el Partido Acción Nacional solicitó abrir un diálogo al gobierno del presidente López Obrador, como respuesta, dirigentes de dicho partido acudieron a la Secretaría de Gobernación en donde se acordó la instalación de mesas de trabajo en las que tratarían temas como la reforma eléctrica, seguridad pública, empleo y economía.
Si bien para muchos se trató de una acción encomiable, no faltaron las críticas acerca de que se estaba traicionando el papel que como oposición debía tener Acción Nacional o que estaba alejándose de la alianza electoral que estableció con otros partidos de cara a los comicios pasados, así como las consabidas frases que todo se trató de una “concertacesión”.
Pero en la historia del blanquiazul, la apuesta por el diálogo ha sido una constante. Uno de los episodios que refleja este hecho, fue un texto que Carlos Castillo Peraza leyó al concluir su encargo al frente de la presidencia del PAN: “nuestra voluntad de diálogo está más que probada. Nuestra seriedad política no está en duda. Pero los abusos no son tolerables, ni tolerarían soslayarlos nuestros militantes y electores vulnerados por el atraco”.
Para hablar de este tema y de lo que puede surgir, Siempre entrevistó a Julio Castillo López, hijo de Castillo Peraza y director de la Fundación Rafael Preciado Hernández, institución de estudios dedicada a asesoras a la dirigencia nacional del PAN.
Esta es la conversación.
¿Qué se puede esperar de un diálogo con un gobierno que, precisamente, no se caracteriza por dialogar?
El gobierno de Andrés Manuel se ha caracterizado por su cerrazón y por no oír a nadie más, pero el PAN siempre tiene que apostar por el diálogo porque, además, es parte de su esencia. Acción Nacional nace dialogando y es una gran tradición de los grandes presidentes del PAN haber tendido puentes hacia el gobierno en turno, no se trata tanto de dar un espacio de prebendas, se trata –más bien– de ser parte de la política y si en la política el diálogo fracasa, no es política es unilateral y creo que esto es un gran avance porque puede inaugurar la parte política del sexenio, que no ha habido. El trienio pasado Andrés Manuel no se reunió con la oposición a solas, nunca, se reunió dos veces con los legisladores, pero de todos los partidos, pero Acción Nacional al ser la principal fuerza de la oposición necesita tener una comunicación fluida con el gobierno, es más, aquí quedaría la duda de qué hacía la Secretaría de Gobernación antes de que no hubiera diálogo, porque su función primordial es esa.
Da la impresión de que el presidente López Obrador ve mal el diálogo, al Pacto Por México lo satanizó a pesar de haber sido un acuerdo entre varios partidos, ¿cómo dialogar con alguien que no cree en el diálogo o en el acuerdo?
Parte del diálogo que se tuvo en Gobernación parte del concepto de la necesidad de una relación y de empezar a desarrollar acuerdos, no es un asunto de Andrés Manuel o de satanizar el diálogo, es un asunto de una cultura política inmadura todavía. Recuerdo en los años 90 que satanizaban a Diego Fernández de Cevallos y a mi papá por tener un diálogo fluido con Carlos Salinas de Gortari, pero una de las cosas que pocas personas saben es que por ejemplo mi viejo al no buscar la reelección en el PAN fue precisamente porque se habían roto los canales de comunicación con Zedillo después del fraude electoral en Mérida hacia Luis Correa, ahí hubo un rompimiento entre el Ejecutivo Federal y el PAN, mi papá decía que no tenía sentido tener un presidente nacional que no tenga diálogo con el ejecutivo porque convierte al PAN en una isla.
Entiendo que se satanice el diálogo porque durante mucho tiempo se pensó que la política es una lucha entre ángeles y demonios, pero en cualquier país, en cualquier espacio democrático el diálogo no sólo existe sino que es una necesidad para que se pueda construir la democracia, lo podemos ver en países más avanzados como Alemania o España, en donde se dialoga y acuerda entre todos y lo podemos ver aquí en el intento de hacerlo.
El diálogo con el PAN es, además, muy simple, con postulados muy simples, no se va a proponer algo que vaya más allá de lo que el PAN ha propuesto siempre, porque saben cuales son los límites y con quien se están topando; esta visión, que Santiago Creel llamó muy bien en el 2004 del “sospechosismo”, es un atavismo cultural que debemos superar más tarde que temprano y Andrés Manuel como tiene muchos atavismos culturales y no entendemos que la política se construye en el diálogo y en la deliberación.
Hay espacios en los que podemos concordar, como en economía en donde vamos tan mal, en energía, salud, seguridad, en democracia, tenemos muy malos resultados en este gobierno y requiere que todos pongamos las manos para ayudar a México.
Respecto a los resultados, ¿esperan realmente que se obtenga algo, no que el gobierno ceda, sino que acepte alguna iniciativa o que tienen razón en ciertos puntos o que esto sea un ejercicio de distracción?
Uno no puede ir a una mesa de diálogo sin esperar que haya resultados y desde luego que toda nuestra intención y vocación política está volcada en este tema. A partir del 10 de enero se van a hacer mesas en distintos temas como energía, uno de los temas cruciales, y si espero a que nos hagan caso o no, espero que sí, porque así como en teoría de conjuntos existe un lado que nosotros no podamos modificar, existe un lado que ellos no pueden modificar, pero también exista un terreno común para construir.
Además, por otro lado, más allá de la actitud con la que llegue el gobierno federal es importante reconocer que las cosas no van bien y si partes de un diagnóstico frío se tienen que hacer muchos cambios para corregir el rumbo, el PAN –como siempre– no critica sin una propuesta, no juzga sin decir que hay una manera mejor de hacer las cosas y si vamos no es para renunciar a nuestra identidad, es para llevarla a la mesa de diálogo y ponerla al servicio de México.
Si el diálogo fructifica y el Ejecutivo Federal comienza a tomar en cuenta los planteamientos del PAN, ¿qué sigue?
Para empezar, hay temas universales que no nos tienen que dividir, como el tema de salud, economía, seguridad, que tenemos tan mal llevados en la actualidad, pero no es la primera vez que dialogamos, en la Cámara de Diputados la reforma educativa se construyó en conjunto con las fuerzas de oposición, pero a Morena se le ocurrió regresar el tema de los sindicatos y ponerlo por encima del interés de los estudiantes y Acción Nacional se bajó, aunque el 80 o 90 por ciento de las propuestas son de Acción Nacional, y hay irreductibles y uno de esos en este tema era no darle el poder a la auténtica mafia del poder, que en este caso son los sindicatos.
Necesitamos hacer cambio de fondo y hay irreductibles y, ojalá, logremos transitar sin esos irreductibles, pero va a tener mucho que ver con el resultado final del diálogo, por ejemplo si logramos incrustar temas de energías limpias en la reforma eléctrica, pero si al final del día insisten en estatizar va a ser muy difícil que el PAN pueda transitar.
El PAN tiene una alianza electoral con otros partidos, a lo que se suma que muchos no vean un diálogo con otras fuerzas políticas, sino una concertacesión, ¿cómo alcanzar acuerdos cuando hay una gran cantidad de visiones de este tipo que buscan nulificar este tipo de acciones?
Hablas de una atavismo cultural que va más allá de este gobierno, la política se genera en el diálogo, en la deliberación, lo que es muy cierto es que se puede notar cuando un partido se aleja de su identidad, en el caso del PAN ninguna negociación que recuerde, incluso aquella “concertacesión”, hizo que se alejara de su identidad, el PAN pugnaba por mayor democracia y logró mayor democracia, pugnó por mayor libertad de educación y lo logró, pugnaba por una serie de reformas al sistema político y se lograron todas, y desde luego que eso es parte de hacer política, porque no rompíamos con el gobierno por hacer eso, eran fines compartidos, en este caso, evidentemente, es difícil entender las coaliciones que se hacen, tanto las legislativas como es el caso de Va por México en donde vamos unidos en esos temas, es algo que entienden muy bien el PRI y el PRD; ahora, cuando se habla con otros actores, se tiene que reconocer que la dicotomía narrativa no la establece Acción Nacional, no es el que sale todas las mañanas a dividir a todos los mexicanos entre chairos y fifís, no es el que sale e inicia un evento en el Zócalo criticando a todos los que lo antecedieron, al final del día no hemos apostado por las dialécticas de la separación o de la división, eso se planteó desde las mañaneras al inicio del sexenio.
¿Cómo lograr acuerdos democráticamente en un clima de polarización como el que tenemos y no se les ve como adversarios, sino como enemigos?
Uno es el tema de la eliminación del enemigo que es un tema de la previsión del fracaso de la democracia, lo que tenemos que entender los mexicanos es que los panistas no buscan eliminar a Andrés Manuel, este visión de que hay un enemigo es lo primero que debemos desechar, enfrente de ti hay un rival que ve las cosas diferentes, con el que puedes concordar en algunos temas, debemos dejar atrás esa cultura de la eliminación del rival, es como el fútbol, están el América y el Guadalajara, pero hay una selección nacional, por la necesidad de hacer cosas por México debemos separarnos un poco de la afición local y entender lo que es una afición nacional.