Alan Torres Tovar 

A lo largo de la historia, los pueblos han establecido diversas fórmulas de colaboración para afrontar desafíos comunes, en tiempos de paz y de guerra. Es una vocación inherente a la naturaleza humana, que tiene que ver con el abasto de alimentos y materias primas y con la defensa. Esta vocación fue materializada, con singular genio, por el macedonio Alejandro Magno y los emperadores de la antigua Roma. Otro ejemplo notable es la antigua Liga de Esmalcalda (1531-1547), integrada por príncipes y ciudades protestantes del Sacro Imperio Romano Germánico, para defenderse del Emperador Carlos V y su alianza con el papado.

En tiempos más recientes, esa idea de colaboración es más sofisticada, tal y como lo reflejan los complejos mecanismos de la diplomacia multilateral, en sus vertientes universal, regional y local. De lo macro a lo micro, hay muchos ejemplos de la diplomacia que realizan un número acotado de regiones y/o países en concreto, para forjar proyectos compartidos, en el marco de los valores del multilateralismo universal. Se trata del llamado minilateralismo, fórmula que dio fisonomía política a la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, que con seis países integrantes, es antecedente lejano de la Unión Europea. De manera similar, otro caso de minilateralismo exitoso, es el que representan actualmente Brasil, Rusia, India y China, que decidieron emprender un camino común, bajo el concepto “BRIC”, que los agrupa como economías emergentes, que comparten objetivos de desarrollo.

México goza de prestigio por su compromiso con la cooperación internacional. Con ese capital político, se ha sumado también a la diplomacia minilateral, entre otros foros, a través del grupo MIKTA, donde participa junto con Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia. Desde 2013, con un enfoque innovador y proactivo, MIKTA trabaja para reducir brechas entre países desarrollados y en desarrollo, mediante iniciativas que potencian resultados porque suman las ventajas comparativas que ofrecen cada uno de sus integrantes. Con base en ello, el 22 de septiembre de 2021, MIKTA emitió un comunicado en el marco de la Asamblea General de la ONU, en el que reitera que seguirá promoviendo y apoyando al sistema multilateral, con la ONU al centro, de tal suerte que sea efectivo, abierto, transparente y responsable.

La innovación diplomática impulsa agendas internacionales complejas y virtuosas. En ese sentido y en tiempos de pandemia, el minilateralismo es una vía de concertación útil para atender problemas diversos, con criterios locales y regionales y sin detrimento de los valores que son pilar del multilateralismo universal. La atomización que representa la diplomacia minilateral confirma la ineludible interdependencia de las relaciones internacionales y el nuevo papel del Estado, que sin dejar de ser actor central, está obligado a dialogar en diversos niveles con la sociedad civil y sus organizaciones, con instituciones económicas y con movimientos políticos de naturaleza múltiple. El éxito de estas singulares interlocuciones está, por supuesto, vinculado a la capacidad de países y regiones particulares, para emprender acciones que respondan a sus propios intereses y diagnósticos, sin omitir los principios y mandatos que sustentan a las instituciones universales. Cierto, aunque antigua, a la diplomacia minilateral se le reconoce hoy un lugar privilegiado en la política mundial.

Internacionalista