El movido contexto internacional

Las noticias de hoy producidas en América Latina y el Caribe no son de importancia mundial. Pero ameritan para quienes pertenecemos a la región comentarios sobre el triunfo de Xiomara Castro en las elecciones presidenciales de Honduras. Porque tuvieron una inusitadamente alta participación, de más del 60% del padrón, se desarrollaron sin turbulencias y el partido vencedor acabó con el tradicional bipartidismo ¿y con los narcotraficantes en el poder?

Todavía más, una mujer, esposa del presidente izquierdista Mel Zelaya derrocado en 2009 por un golpe de Estado, ganó los comicios y será la primera presidenta de la historia de Honduras. Queda por saber si el gobierno izquierdista de Xiomara se parecerá al de Lula o a los impresentables de Ortega en la vecina Nicaragua y de Maduro. Además ¿Zelaya, marido de la presidenta, se mantendrá ajeno al poder? Deseemos lo mejor a este pequeño y sufrido país hermano.

Es, en cambio, de importancia —y grave— para el mundo lo que sucede con China que, de la mano de Xi Jinping esta decidida a recuperar íntegramente lo que considera su territorio, el “Imperio del Centro”. con la ocupación de Taiwán “parte de ese imperio, uno e indivisible”. Un “imperio” que ya sometió a los grupos de “desafectos, subversivos”, entre los habitantes de Hong Kong, sojuzga a los uigures, se apropia de los arrecifes en aguas territoriales que no le corresponden en el Mar de China, y está lanzado a la conquista, vía inversiones: la “Nueva Ruta de la Seda”, de espacios de Asia, África y otros continentes.

Hoy Xi Jinping da nuevamente testimonio al mundo de su poder, desafiando a Estados Unidos con el tema de Taiwán, que para este nuevo Mao debe reincorporarse a China, mientras que Washington está comprometido, jurídica y políticamente con la existencia de la “Isla Rebelde” como Estado soberano. Retórica fuerte la de Pekín, amenazando con ·medidas contundentes” si los “secesionistas de la Isla traspasan las líneas rojas”, lo que no ha excluido que Xi limara asperezas con Biden, en la reunión virtual de más de tres horas que ambos sostuvieron el pasado 16 de noviembre.

Claro que las últimas —o penúltimas— noticias de la “feria” de ofensas y amenazas que salpican este artículo, se refieren a la comunicación, el 6 del actual, de la secretaria de prensa de la Casa Blanca en el sentido de que Estados Unidos no enviará funcionarios del gobierno a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Un boicot “dado el genocidio y los crímenes de lesa humanidad en curso en Xinjiang y otros abusos de los derechos humanos en la República Popular China”,

Asia inicia también este diciembre con la noticia de que le dictadura de Myanmar condena a dos años de cárcel a la derrocada Aung San Suu Kyi —la Dama— por “incitar a la violencia e incumplir las medidas contra el covid-19”. Sin desechar otros cargos, destacadamente los delitos de corrupción. Una noticia que no puede menos que indignarnos y seguir condenando a los sanguinarios militares golpistas, que tienen a la Dama virtualmente secuestrada.

África sigue sufriendo el extraño golpe militar del 25 de octubre en Sudán, la guerra civil en Etiopía y el terrorismo yijadista en el Sahel —en Mali se cuenta con miles de víctimas desde 2012—. Puede, en contraste, celebrar a los muchos escritores del continente laureados este año: la mozambiqueña Paulina Chiziane con el premio Camoes, el senegalés Mohamed Mbougar Sarr con el Goncourt, el Neustadt para el también senegalés Boubacar Boris Diop, el Booker para el sudafricano Damon Galgut. Y, por si fuera poco, el premio Nobel para el tanzano Abdulrazak Gurnah.

 

¿Papel protagónico de Europa?

Es importante en este movido escenario internacional, la sucesión de la canciller Ángela Merkel por el socialdemócrata Olaf Scholz. Por el peso político y económico de Berlín en la Unión Europea y en el mundo -Alemania es “la locomotora de Europa”, en tándem con Francia, y la cuarta economía más grande en el mundo. Además, este nuevo gobierno de coalición socialdemócrata, liberal y ecologista, “el experimento político más atrevido en la historia alemana contemporánea”, postula una “Europa soberana” en política exterior, así como avanzar en el proyecto de un súper Estado europeo federal.

Bruselas espera que este nuevo gobierno impulse la integración y yo esperaría, Wishful thinking? que esta instancia supranacional más integrada fuera la “Europa potencia” con peso para intervenir, en la controversia Rusia — Ucrania, al lado de Estados Unidos—. Hay que precisar, sin embargo, que la Unión Europea, desde 2014, cuando Rusia se anexó Crimea, le ha impuesto sanciones, principalmente económicas.

A pesar de ello, el expresidente Petro Poroshenko de Ucrania, en conversaciones con el diario L’Express publicadas el 4 de diciembre, hizo notar que las veladas amenazas de Putin sobre Ucrania, son para presionar a “Europa Occidental, a la que considera débil”. Y, como si se tratara de una respuesta a lo dicho por el exmandatario, la oficina de la presidencia de Francia —el Elíseo— publicó el 6 de diciembre una nota que dice: “ante las tensiones entre Rusia y Ucrania”, los gobiernos de Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido, “expresan su determinación de que la soberanía de Ucrania sea respetada”.

Interesa insistir en que esta Alemania de Scholz, cuyo gobierno se está inaugurando, nunca ha sido tan europea como hoy y contará con el apoyo —la complicidad— de Emmanuel Macron los próximos meses, cuando Francia asuma el 1º de enero la presidencia semestral de la Unión Europea. Y si el caso de Ucrania entra en crisis, nadie duda que el mandatario francés encabezará la diplomacia europea frente a Putin.

El nuevo gobierno alemán, viene en auxilio de esta Unión Europea que intentan hacer irrelevante, sino es que derruirla desde el interior de sus fronteras, gobernantes y líderes de la oposición que aspiran a gobernar sus respectivos países. Entre quienes gobiernan se encuentran el premier húngaro Viktor Orban y el vice-premier Jaroslaw Kaczynski de Polonia; entre personalidades de la oposición anoto a la “indispensable” francesa Marine Le Pen, al italiano Matteo Salvini y a una “nueva estrella”, el español Santiago Abascal, de Vox. Todos, excepto Savini, se reunieron el sábado 4 en Varsovia, pero fracasaron en su intento de crear un grupo político -de extrema derecha- en el parlamento europeo.

No omito mencionar a otro nuevo personaje de este peligroso grupo: Eric Zemmour, candidato a la presidencia de Francia, racista anti-musulmán, judío antisemita, predicador del odio y furibundo antieuropeo. Insulta, miente, ataca con virulencia a periodistas y a sus adversarios políticos -subraya el prestigiado analista Sami Naïr- y se presenta como el salvador de Francia.

 

¿Retórica o guerra en Ucrania?

Comencé a escribir esta parte, la central de mi artículo, a la espera de noticias y comentarios sobre las conversaciones del 7 de diciembre —una cumbre por video llamada—entre Putin y Biden, acerca de la tensa situación en Ucrania, con tropas rusas, miles de efectivos, en la frontera, y al ejército de Kiev preparado para repeler cualquier agresión.

Mientras espero hablaré del contexto de esta grave crisis internacional de la que Ucrania y Rusia son los protagonistas centrales y que podría decirse que, comenzó con las opiniones encontradas —a menudo violentamente— de ucranianos y rusos respecto a la importancia de Kiev y de Moscú desde el nacimiento de uno y otro y durante la historia de sus relaciones. Pero la actual controversia data de noviembre de 2013, después de que el presidente ucranio Viktor Yanukovich declina firmar el acuerdo de asociación y de libre comercio pactado con la Unión Europea.

Ello dio lugar al Euromaidán (Plaza de la Independencia, en Kiev), noviembre de 2013 – febrero de 2014, que fue un movimiento de distintos sectores de la población -incluida la ultraderecha- que, enfebrecidos por la decisión de Yanukovich, quien terminó siendo destituido, se constituyeron en la plaza para exigir la integración a la Unión Europea -el 41% de la población la apoyaba, aunque el 33% favorecía acuerdos con Rusia. La plaza fue escenario no solo de las declaraciones y acción de ucranianos pro europeos, sino de la presencia y declaraciones de líderes políticos y representantes de gobiernos occidentales; y, desgraciadamente, terroristas de derecha que dispararon a los reunidos causando muertes.

A lo que sucedía en el Euromaidan se sumó el agravamiento de las tensiones separatistas pro rusas en el sudeste del país, que dieron lugar a que en febrero de 2014 Rusia se apropiara de Crimea —los acuerdos de anexión de Crimea y Sebastopol a Rusia se firmaron el 18 de marzo—. Las tensiones han producido, asimismo, la suerte de secesión que se vive en el sudeste, la región del Donbas, de Ucrania.

Y en esta región es donde prosigue la historia de las tensiones, que arrojan un saldo de más de 13 mil muertos y a cuyas fronteras hoy asoman tropas rusas que, según funcionarios estadunidenses y un documento de inteligencia —dice The Washington Post— podrían llegar a 175,000 soldados prestos a la lucha en múltiples frentes.

Concluido el encuentro de los dos mandatarios, entre analistas se comenta que el interés final de Putin con sus “preparativos de guerra” es, por una parte, mantener su presencia en exrepúblicas soviéticas como Ucrania, que hace además frontera con la Unión Europea y por otra, al obligar a Biden a conversar, mostrar que Rusia vuelve a ser potencia mundial.

Aparentemente no se trató el tema de la anexión ilegal de Crimea por Moscú, aunque sí el de los temores de una escalada militar rusa —los supuestos 175,000 soldados de los que habla el documento de inteligencia al que se refiere The Washington Post—. Biden fue al respecto muy claro, afirmando que Estados Unidos y sus aliados “responderán con fuertes medidas económicas y de otro tipo.”

Entre las medidas “de otro tipo”, quienes ofrecen los primeros comentarios a la recién concluida reunión, al igual que altos funcionarios de Estados Unidos, hablan de la posibilidad de desconectar a Rusia del sistema bancario Swift, lo que sin embargo afectaría gravemente también a corporaciones y personas físicas de Occidente que realicen operaciones con el país eslavo.

Los comentaristas llegaron a decir también, que, si la amenaza de invasión a Ucrania fuera factible, Estados Unidos podría pedir a Berlín detener el proyecto Nord Stream2, muy importante para Rusia, que surtirá de gas a Alemania y a países de Europa Central.

Tema clave para Moscú y que para mi está detrás de sus amenazas y la rudeza, es el de la OTAN, a la que aspira ansiosamente pertenecer Ucrania. Esta alianza militar, incumpliendo las promesas que, en su tiempo, se hicieron a Mijaíl Gorbachov y a Boris Yeltsin, se posicionó primero en 1999 y más tarde en 2004 en los países que fueron miembros del bloque comunista, ahora —dice Putin— tiene peligrosas intenciones de instalarse en Ucrania y desarrollar su potencia militar “en las fronteras mismas de Rusia”.

El mandatario ruso exigió que, ante las tentativas de la OTAN de usar territorio ucraniano para desarrollar su potencial militar, la Casa Blanca ofrezca garantías jurídicas seguras de que la alianza militar no siga ampliándose hacia el Este. A lo que Biden habría respondido que no hacía promesas ni concesión alguna sobre la adhesión de Ucrania a la OTAN.

Putin, asimismo, declaró que denunciaba la “actitud destructiva de Kiev”, intentando desmontar los acuerdos de Minsk de 2015, que establecerían un proceso de paz para dar fin al conflicto entre las fuerzas ucranianas y los separatistas rusos. Aunque la realidad es que no puede culparse únicamente al gobierno de Ucrania por la parálisis, de años, de los acuerdos.

Biden ha tenido la deferencia con sus socios europeos: Alemania, Francia, Reino Unido, de informarles acerca de su reunión con su homólogo ruso. Macron por su parte, según lo anunció el Elíseo, se reunirá en los próximos días con Putin y el presidente ucraniano Zelensky.