No importa lo descabellado que sean, la falta de evidencias o argumentos, los hechos que demuestren lo contrario, pero es una realidad que muchas personas se sienten atraídas por las teorías de la conspiración.

Desde las que postulan que el ser humano no llegó a la Luna, pasando por las que creen que la muerte de ciertos personajes del mundo de la política o del espectáculo es un fraude, hasta llegar a las que establecen que nos gobierna un grupo desde las sombras con poder mundial, este tipo de creencias de mantiene a pesar del paso del tiempo y de las discusiones que, sobre estos temas, se han dado en distintos foros.

De las más recientes, tenemos la que asegura que el Internet actual es una simulación y lo que podemos ver en las pantallas de nuestras computadoras es, en su mayoría, una creación de alguna o varias inteligencias artificiales, todo esto bajo el argumento de la uniformidad en la información que se presenta en los motores de búsqueda.

Lo cierto, es que, como antaño, cuando los habitantes de una comunidad no podían explicar racionalmente, por falta de conocimiento e información, algunos fenómenos naturales como los rayos o la salida del Sol cada amanecer, recurrían al invento de dioses o de extrañas divinidades que eran las que originaban aquello que maravillaba a esos primeros observadores, actualmente recurrimos a las teorías de la conspiración para tratar de encontrar una respuesta ante sucesos que despiertan nuestras dudas y que no concuerdan con nuestro marco de referencia, o por la falta de credibilidad de ciertos medios o el deseo de no seguir la corriente de opinión dominante.

Así es que tendremos este tipo de teorías por largo tiempo.