Noticias internacionales en retazos

Inicio este artículo haciendo un recorrido, arbitrario, de noticias y comentarios que nos ubiquen en la realidad internacional del presente, para centrarme después en aquellos que, en mi opinión, nos dirán hacia dónde puede ir el 2022.

Destaco en Asia el drama de Myanmar -la antigua Birmania- víctima de la dictadura militar que arrebató el poder y tiene encarcelada a Aung San Suu Kyi, “la Dama”, premio Nobel de la Paz, y hoy es escenario de combates del ejército contra guerrilleros de diversas minorías étnicas del país -una de ellas, la Chin, cristiana.

Asia también es escenario de odios por motivos religiosos, como en India, donde extremistas del hinduismo han convocado, en este pasado diciembre, a masacrar a los musulmanes, lo que para muchos está legitimado por el gobierno del premier Narendra Modi.

También en India, igualmente con tufo de persecución religiosa, muy del gusto de los extremistas hindúes, las autoridades están bloqueando la financiación extranjera a las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Madre Teresa de Calcuta, lo que amenaza la operación de miles de monjas que dan refugio, alimento y educación a huérfanos, a los “sin techo” y a enfermos. Pero el extremismo teme que el 2 por ciento de cristianos haga peligrar al 80 por ciento de hinduistas, socavando su identidad nacional.

Por fortuna también hay buenas noticias en esa parte del continente, como las de Bangladés, en español -Bangladesh, en la grafía usual- país de minúscula superficie, apenas de 148,460 km2 y alta densidad de población, 167 millones de habitantes, cuya industria textil, enfocada principalmente a la exportación, ha contribuido a que, con apenas 50 años de existencia, supere ya en renta per cápita a India, su vecino. Se prepara, además, a la diversificación de su industria, y, aunque el 80 por ciento de sus ingresos por exportación provienen de las prendas de ropa, sus firmas de software y servicios informáticos ya superaron los mil millones de dólares, también en exportaciones.

Este joven país, ha contado con el trabajo de sus habitantes, en especial de sus mujeres, para superar la miseria, en dos décadas; y, hablando de las bengalíes, es el único país del mundo gobernado más tiempo por mujeres que por hombres. Está siendo refugió de los rohinyás de Myanmar-Birmania que persigue y asesina la dictadura. Mantiene buenas relaciones con sus vecinos, a pesar de haber nacido de una guerra para independizarse de Pakistán y su inmensa mayoría de musulmanes -el 90 por ciento de la población, descarta el extremismo.

En África, en el Este la crisis política en Sudán se agrava con la renuncia del primer ministro Abdallah Hamdok, mientras en Etiopía se libra la guerra de nunca acabar contra los rebeldes de Tigray. Al mismo tiempo, la región está siendo el escenario de la primera visita del año -a partir del 4 de enero- del ministro chino de Relaciones Exteriores a Eritrea, Kenya y las Comores, dentro de la estrategia de la Franja y de la Ruta, Nueva Ruta de la Seda: enlaces marítimos y ferroviarios entre China y Europa, pasando por Rusia.

África Occidental es escenario, también de situaciones graves: Mali en manos de una junta militar que ha decidido mantenerse en el gobierno entre seis meses ¡y cinco años! Mientras la lucha contra los islamistas en armas -los yijadistas- que encabezaba Francia, con los cinco países de la zona del Sahel: (Mauritania, Malí, Burkina Faso, Niger y Chad): operación Barkhane, después Takuba, estaría siendo encomendada a mercenarios rusos, el grupo Wagner, ante la indignación de Francua y de Europa.

El África del Magreb, tampoco ofrece un panorama que invite al optimismo: Argelia rompió relaciones diplomáticas con su “hermano enemigo”, Marruecos, diríase que principalmente por la controversia sobre el Sahara Occidental -que Trump, en las postrimerías de su gobierno reconoció como territorio marroquí. Adicionalmente a ello, el restablecimiento de relaciones diplomáticas de Rabat con Tel-Aviv, causa grave indignación y temor en Argel, que, a decir de un comentarista francés “siente en la nuca el soplo del aliento de Israel”.

Túnez continúa secuestrado por un presidente dictador y Libia corre el riesgo grave de terminar escindida en dos.

Para concluir con una nota positiva -las hay si recorremos la geografía del continente- me referiré, por una parte, a Desmond Tutu, el obispo anglicano, premio Nobel de la Paz 1984, hacedor, con Nelson Mandela, de una Sudáfrica capaz de perdonar y constituirse como Estado en el que blancos, negros y todas las etnias y sexos fueran iguales. La “nación arco iris”, decía. Su fallecimiento el 26 de diciembre ha dado oportunidad de rendirle un merecido homenaje.

Aludiré también -de nuevo- a la irrupción de escritores del África subsahariana premiados últimamente: el Nobel 2021 para el tanzano Abdulrazak Gurnah, el Goncourt, que es el más importante en lengua francesa, para el senegalés Mohamed Mbougar Sarr, el Booker, británico, para el sudafricano Damon Galgui, el Neustadt, estadounidense, para otro senegalés: Boubacar Boris Diop, y el premio Camoes, brasileño y portugués, para la mozambiqueña Paulina Chiziane.

 

Temas, países y regiones, y protagonistas clave

China y Rusia son tema obligado en un recorrido de temas internacionales hacia el futuro. La primera por su peso económico, poderío industrial y su presencia de poder duro y blando en las más diversas latitudes: su peso político; Por su condición de competidor de Estados Unidos por la hegemonía mundial.

No pocos analistas al validar el poderío del gigante asiático se preguntan por el hegemón norteamericano, su repliegue expresamente manifestado por Trump y real. ¿Bastará la sola declaración de Biden, de que Estados Unidos ha vuelto, para ocupar el sitio que le corresponde en la arena internacional? Cuando Estados Unidos aparece a los ojos de todos como un país dividido y su democracia en grave peligro. ¿Y qué decir del aliado europeo, en la irrelevancia, abrumado por las mezquindades de los Estados que lo integran?

En este escenario de flaquezas de Occidente, hay analistas que especulan sobre una alianza estratégica Pekín – Moscú frente a Estados Unidos y su desvaído aliado europeo. Una alianza que permitiría a Rusia ser la potencia euroasiática (con Ucrania incluida) y a China devenir la potencia global hegemónica.

Porque la Rusia de Putin, Putin está obsesivamente decidido a que el país recupere su condición de potencia mundial, que perdió en la debacle del mundo comunista, de la que fue símbolo la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989. Recuérdese que el jerarca ruso dijo: “La caída de la URSS fue la catástrofe geopolítica más grande del siglo. Para el pueblo ruso, esto representó un verdadero drama”.

Hoy la China de Xi Jinping y la Rusia de Putin cometen, sin recato, violaciones a los derechos humanos y a la democracia. Es, entre otros, el caso de la represión en Hong Kong y el de la disolución en Rusia de la organización Memorial, fundada durante la perestroika de Gorbachov para recordar a las víctimas de la represión soviética.

Pero las situaciones límite, las “rayas rojas” que no podrán traspasarse en la relación entre Estados Unidos –más la Unión Europea- y, respectivamente Pekín y Moscú, son la existencia de Taiwán, no sometida a China e independiente; y Ucrania, libre de la intervención armada de Rusia -aunque sea un hecho, la injerencia de Moscú en el sur y este de Ucrania, la región del Donbás.

El otro tema clave de reflexión a futuro en el escenario internacional, es la Unión Europea, iniciativa visionaria -no me canso de decirlo- que otorga a los países europeos el peso político y económico mundial que individualmente solo pocos de ellos podrían alcanzar. Pero Europa, muchos de sus líderes y no pocos ciudadanos de a pie, no acaban de entender esto -o los políticos responden a intereses perversos- y se aferran al mito de la soberanía.

El nuevo gobierno alemán, que encabeza el socialdemócrata Olaf Scholz e integran Los Verdes -a ellos, en la persona de Annalena Baerbock ha correspondido el ministerio de relaciones exteriores- y los liberales, cuyo líder Christian Lindner es económicamente de derechas, además de ser el primero de este tipo en la historia de Europa, puede ser de gran impacto para despertar a Europa de su letargo. Para empezar, en este primer semestre de 2022, con la presidencia francesa -semestral- de la Unión Europea y un Macron, en campaña para reelegirse en Francia. Todo un reto para Europa.

No puede faltar en este recorrido mi comentario, alarmado, sobre Estados Unidos, y su sociedad escindida, con la mitad, literalmente, de la población creyendo en que Trump ganó la elección y se la robaron; y, más grave aún, que también una cifra de ciudadanos, igualmente elevada, que justifican la acción violenta contra las instituciones.

Es ilustrativo que mientras unas pesquisas de la cadena CBS News y y el New York Times, de 2010 y 2015 revelan que el 16 por ciento y el 23 por ciento, respectivamente, de la población disculparía la violencia contra las instituciones, actualmente, según un estudio del Washington Post, el 40 por ciento de los republicanos, al igual que el 40 por ciento de los blancos disculpan tal violencia -las cifras son del 23 por ciento entre los demócratas y del 18 por ciento entre la población negra.

 

¿Y América Latina?

La región es actualmente escenario de elecciones por realizarse y recién efectuadas, así como de gobiernos apenas iniciados: que hace pensar en un retorno de la izquierda, desde López Obrador, pasando por Xiomara Castro en Honduras, aunque esta más bien fortalece a la dinastía de Manuel (Mel) Zelaya, marido de Xiomara. Están los impresentables: Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En Sudamérica, Perú, con Pedro Castillo gobernando, Chile, que gana la izquierda con Gabriel Boric y Argentina, Fernández y Fernández. En este año, por último, tendrán lugar elecciones en Colombia, con el izquierdista Gustavi Petro como favorito y en Brasil, con Lula a la cabeza de las preferencias -y Bolsonaro, por cierto, hospitalizado.

Comento que la diplomacia mexicana, si pudiera actuar con diplomáticos de carrera y no improvisados o premiados en tómbola de gobernadores, tendría una oportunidad de oro en Centroamérica, apoyando y con el apoyo de Kamala Harris en el proyecto de desarrollo del Triángulo del Norte: Guatemala, El Salvador, Honduras, que es prioridad de Biden y Estados Unidos, y debe serlo para México, a fin de reducir drásticamente la migración hacia Estados Unidos.

Me refiero, igualmente, a Perú, donde el presidente Pedro Castillo está siendo víctima de un verdadero acoso de una sociedad y una clase política que desprecia lo indígena y pretende inhabilitarlo con subterfugios legaloides. Ya Vargas Llosa, citado por Juan Jesús Aznárez, periodista de El País, habla del indecente racismo en su patria, donde los blancos desprecian a los mestizos y a los indios.

Concluyo: también Vargas Llosa habla en términos críticos de la elección presidencial en Chile y de Gabriel Boric, el triunfador, por su filiación de izquierda. No estoy de acuerdo con el escritor. Boric me parece un joven político inteligente y pragmático, con un brillante equipo de colaboradores y dispuesto a dialogar y concertar con otras fuerzas políticas.

Me despido consciente de que no me referí a la pandemia que nos acosa, pero confío en que pronto saldremos de esta maldición. Aunque confieso que lo mío es un acto de fe.

Deseo cordialmente a todos mis lectores un feliz, bienaventurado 2022.