¿Cómo llegamos a las reformas energéticas de 2013? La respuesta a esta pregunta es clave para analizar la iniciativa que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió el año pasado a la Cámara de Diputados y que probablemente se discutirá a finales de febrero.
Desde 1938, cuando Lázaro Cárdenas expropió la industria petrolera y desde 1960, cuando Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica, desde el exterior y desde el interior del país han existido resistencias y se han desplegado iniciativas para revertir estas importantes decisiones.
El control del Estado Mexicano del sector energético fue una de las principales palancas del desarrollo del país de 1950 a 1980. Claro que hubo problemas, actos de corrupción, falta de planeación y desperdicio, pero los datos de crecimiento y desarrollo urbano dan cuenta de lo importante que fueron la electrificación y el aumento de la producción petrolera.
El autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz, la demagogia de Luis Echeverría Álvarez y las locuras de José López Portillo, echaron por la borda cuatro décadas de crecimiento anteriores, endeudaron al país, permitieron la inflación y desprestigiaron al gobierno. Con Miguel de Madrid Hurtado llegó una generación de jóvenes políticos, ambiciosos, preparados en universidades extranjeras y con un proyecto deferente de país.
Desde una dirección general de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y otros puestos clave de la administración Pública, el grupo compacto encabezado por Carlos y Raúl Salinas de Gortari, Manuel Camacho Solís, Emilio Lozoya, a los que después se sumarían Luis Donaldo Colosio, Pedro Aspe y el tenebroso José Córdoba Montoya, poco a poco ganaron espacios y poder. Ante el estatismo desgastado y corrupto, estos jóvenes doctores en economía parecían tener todas la respuestas a la situación que vivía el país y como salir adelante, la receta era dolorosa, pero necesaria: el neoliberalismo, el cual implicaba terminar con el Estado garante del bienestar social, la privatización de las empresas bajo el control del Estado.
La visión neoliberal se impuso en el partido oficial, hubo incisiones en el PRI. La posición nacionalista y de izquierda se aglutino en el PRD, el PAN se alió con el Gobierno e inició la lucha por la democratización electoral del país.
Carlos Salinas privatizó todo lo que pudo privatizar. Desapareció Ruta 100, entregó el servicio de teléfonos y la televisión del Estado. No pudo completar la privatización del sector energético, porque la oposición fue enorme amenazando la estabilidad social, la cual llegó a niveles críticos en 1994 con el levantamiento del EZLN y el asesinato de Colosio.
Con reformas parciales y en medio de una fuerte oposición, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón poco a poco fueron minando a PEMEX y a la CFE, hasta que en diciembre de 2013, Enrique Peña Nieto, en Alianza con el PAN lograron entregar el sector energético a la iniciativa privada. El péndulo se fue hasta el extremo derecho, ahora viene de regreso de manera acelerada.
La política es de bronce.