Los hay de varios tipos, desde los que niegan que el ser humano haya llegado a la Luna, los que niegan que la Tierra sea redonda, pues para ellos es plana, hasta los que rechazan a las vacunas en el contexto de la pandemia por la Covid-19, aludiendo a creencias que expresan desconfianza como el hecho de que se desarrolló muy rápido la vacuna o no saben que contiene, sin dejar de mencionar el hecho de que hay quien piensa que les van a inocular un chip.

También los hay que creen que las redes 5G, que apenas empiezan a desplegarse para la telefonía celular, transmiten el virus, por lo que en algunos países han quemado instalaciones y antenas.

Además, tenemos a quienes niegan el uso del cubrebocas para disminuir la posibilidad de contagio, aludiendo a que se trata de un acto fascista, que les imponen un bozal o que no sirve, descartando las evidencias científicas y las recomendaciones médicas.

En resumen, los negacionistas se han convertido en un verdadero reto para el avance de la ciencia, pues tienen facilidad para transmitir sus creencias, aunque no evidencia que las respalden, y en contraste los científicos no logran comunicar los avances médicos o tecnológicos con la misma rapidez o solvencia que este tipo de grupos.

Así, los negacionistas representan hoy un gran reto para la difusión científica y el avance del conocimiento.