Con el lanzamiento del telescopio espacial James Web, la exploración de otros mundos, estrellas y galaxias recibe un nuevo impulso, además de que dicho aparato es un digno sucesor de otros instrumentos como el Hubble o el Spitzer.

Este tipo de telescopios tienen la posibilidad de realizar observaciones a grandes distancias, sin la distorsión que implica la atmósfera de nuestro planeta, pero además con la ventaja de que la luz que reciben, que puede venir de estrellas a miles de millones de años luz de distancia, los convierte en unas máquinas del tiempo.

La luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo, así que si consideramos las inmensas distancias que nos separan de los objetos observados, la luz que llega a la lente del James Web fue emitida hace miles de años, por lo que la observación es de algo que ocurrió en el pasado.

Esto es importante para conocer más de nuestra galaxia y del universo en general, pues gracias a los datos recabados por el telescopio espacial, podremos conocer mejor como se originaron otros cuerpos celestes.

Las imágenes captadas van a enriquecer una galeria que al día de hoy ya cuenta con millones de fotografías que ayudan a comprender mejor a la Vía Láctea y al universo en el que vivimos.

Finalmente, ya se empiezan a preparar las nuevas generaciones de telescópios espaciales que sustituirán al James Web, al que le calculan unos diez años de vida útil, aunque podría aumentar un poco más.