En esta colaboración se insinúan dos temas: una profecía de Daniel y las supuestas fechas en que nació el Mesías.

 

Deutero Daniel

Los especialistas en el estudio de la Biblia han considerado que, debido a la diferencia de estilo y, en general, a las características intrínsecas, el libro de Daniel reconoce cuando menos dos autores. En estas notas se alude a una profecía contenida en lo que se conoce como el Deutero Daniel, y, en concreto, a la profecía contenida en el capítulo 11:

“25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas, se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

26 y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, más no por sí; …”

El decreto del rey Ciro para restaurar y edificar Jerusalén fue emitido en el año 538 antes de la era actual. Si la profecía alude a días, el Mesías vino por los años de 537 o 536 antes de la era actual. Murió por el 530. Lo que no está acorde con lo que dicen los evangelios.

Si la profecía alude a años, entonces el Mesías vino por el año 45 antes de nuestra era, en los tiempos de Julio César y no de Tiberio, como lo sostiene Lucas. Tampoco en los de Herodes, como lo sostiene Mateo. Él fue rey de Judea del 37 al 4 antes de la era actual.

Quienes escribieron los evangelios pasaron por alto ese detalle profético o no conocían las Escrituras y lo hicieron nacer en los tiempos de Herodes el Grande.

 

Fecha del nacimiento del Mesías

En la Biblia no existe consenso respecto de la fecha de nacimiento del Mesías. En esta materia difieren el profeta Daniel y los evangelios. El autor del evangelio atribuido a un tal Marcos, del que partieron Mateo y Lucas, no entró en mayores honduras, sin hacer referencia al nacimiento del Mesías, dio por supuesta su existencia; comenzó su relato con el pasaje relativo al ministerio de Juan el Bautista.

El autor del evangelio llamado de Mateo, pues no se conoce la identidad de su autor, alude a que nació en tiempos del rey Herodes, en Belén de Judea; que su nacimiento fue anunciado por una estrella y que llegaron a Jerusalén unos magos, no dice cuantos, a adorarle. El evangelio atribuido al apóstol Juan, al parecer es tardío; no hace mención expresa al nombre de su autor (caps. 15, v. 27; 19, v. 35, y 21, v. 24); él no hace referencia al nacimiento del Mesías.

El autor del evangelio de Mateo parte del supuesto de que uno de los reyes más inteligentes, audaces y previsores que tuvieron los judíos: Herodes, era un estúpido, apático y negligente. A pesar de que la distancia que separa Jerusalén de Belén no es superior a los quince kilómetros y de que, según el evangelio atribuido a Lucas, supuestamente, había habido coros de ángeles y reunión de pastores (Lucas 2, v. 8), el rey, que de todo estaba informado, incluso de las traiciones y rencillas que había entre sus hijos y mujeres, no supo nada del nacimiento del Mesías. Tampoco mandó personas de su confianza que acompañaran o siguieran a los magos y le informaran todo lo relativo a quién sería su sucesor ni ordenó una investigación propia, a pesar de estar de por medio una materia tan delicada. Lucas y Mateo, por no ser testigos de los hechos y haber escrito sus textos muy avanzado el siglo I, no supieron quién era Herodes y de qué era capaz. Él, por muchas razones, fue llamado el Grande.

Herodes, cuando se sintió burlado por los magos, no reyes (Mateo 2, v. 16), mandó asesinar a todos los niños menores a dos años, suponiendo que con eso estaba seguro de haber acabado con quien sería su sucesor.

Herodes el Grande murió el 11 de abril del año 4 antes de la era actual, víctima de una larga enfermedad (Flavio Josefo, La guerra de los judíos, I, 656). Se sabe la fecha exacta por razón de que el mismo Flavio Josefo, en sus Antigüedades judías (XVII, 167), refiere que en la noche en que murió hubo un eclipse. Eso indica que el Mesías, según el evangelio atribuido a Mateo, nació entre los años 6 y 5 antes de la era actual, pues Herodes tuvo poder para ordenar la muerte de los inocentes de hasta dos años y para vigilar que su orden fuera cumplida.

Cosa diferente pasó cuando, estando moribundo, por no contar con las fuerzas suficientes, se limitó a ordenar la concentración de muchos nobles judíos y dejar instrucciones de que fueran ejecutados a su muerte (ob. cit. I, 666).

El menos confiable de los evangelios es el atribuido a Lucas. Los especialistas consideran que es el más tardío; sitúan su redacción por el año 90, cuando ya habían muerto todos los supuestos testigos presenciales de los “hechos”. Su texto fue escrito a la manera griega: datos, discursos y detalles. Al parecer conocía las consejas que corrían respecto de los nacimientos milagrosos de Platón y Alejandro Magno. Intentó superarlos con fantasía y extravagancias. Es el evangelio más hermoso, pero el menos veraz o histórico. Doy un dato: según Lucas, María, la madre del Mesías, tuvo la anunciación y quedó embarazada en los días del rey Herodes (cap. 1), es decir antes del año 4 antes de la era actual. Pero, según lo refiere el mismo autor, el Mesías nació en los tiempos del censo ordenado por Augusto César (cap. 2, vs. 1 y 2), es decir, nació el año 7 de la era actual. Lo que implica:

Una, que el embarazo de María duró entre once y doce años;

Dos, que nació en vida de Herodes, por el año 7 antes de la era actual, tal como lo refiere Mateo, habida cuenta la muerte de niños hasta de dos años, pero según Lucas inicio su ministerio en el año 15 del imperio de Tiberio, es decir entre los años 27 y 28 de la era actual, cuando tenía 34 años aproximadamente; y

Tres, si nació en el año del censo, tal como se asienta en Lucas 2, v.1, (año 7 de la era actual), e inició su ministerio como a los 30 años (Lucas 3, v. 2), ello que implica que ya no era gobernador de Judea Poncio Pilato. Existe la posibilidad de que para ese año ya estuviera muerto.

El mismo autor, para que el Mesías naciera en Belén, tal como estaba profetizado, hizo viajar a María, que estaba encinta y a José, su marido, de Galilea a esa población, con el pretexto de que eran de la casa y familia de David.

El evangelio de Lucas es tan tardío o su autor tan ignorante, que desconocía que el censo no implicaba el movimiento de nadie. Se contaba a los habitantes en el lugar donde se hallaban. Ese era el objeto del censo.