El 22 de febrero de 1875 fue enterrado en el cementerio del Père Lachaise el genial pintor Camille Corot. Su nombre completo era Jean-Baptiste Camille Corot. A su muerte tenía 78 años de edad, pues había nacido el 16 de julio de 1796. Fue parisino por haber nacido, vivido y muerto en París.
Corot no realizó los estudios oficiales y curriculares que eran y son comunes a todo pintor. Se inicio de lleno en la pintura a los veintiséis años; lo que para un artista son muchos años. Junto con la autorización de sus padres para dedicarse a la pintura, recibió una considerable dote; ella le permitió aprender el oficio, sin las privaciones que son propias de los pintores y de los artistas en general. El legado que recibió le permitió viajar por Italia con relativa comodidad. Ahí pintó paisajes y monumentos.
Los que saben ubican a Corot entre los pintores realistas y del Barbizon. Excede cualquier clasificación. Contrajo matrimonio con alguien que estaba seguro de que nunca le sería infiel y que siempre lo acompañaría: su arte. Se abstuvo de casarse.
Para cualquier artista de sus tiempos y de los actuales, sobre todos para los pintores, un viaje por Italia era y sigue siendo algo fundamental para su formación y madurez. Ese país es y sigue siendo el Maestro de todos los artistas: pintores, escultores, arquitectos y aún escritores. Stendhal reconoce la importancia que su viaje y estancia en ese país tuvo en su formación. Nadie se puede llamar un auténtico artista sin haber estudiado a detalle a los pintores italianos.
Corot, pintó retratos, autorretrato y figuras humanas; el del niño Louis Robert demuestra su excepcional talento. Sobresalió y es recordado por sus paisajes al óleo: bosques, caminos, catedrales, puentes, ríos y zonas arqueológicas, preferentemente de Roma. Su aparente sencillez es genial. Revolucionó el paisaje. Con su obra dio un nuevo rumbo a esa forma de expresión artística.
Fue genial; por serlo, a pesar de haber pasado casi 142 años de su muerte, no ha sido valorado en todo lo que vale. En vida alcanzó a ver que su arte era reconocido, que sus obras eran adquiridas y exhibidas por los principales museos del mundo y que eran considerado como un clásico el paisaje. Mientras vivió y con posterioridad fue un negocio lucrativo falsificar sus pinturas.
En la actualidad es un orgullo para las galerías y museos contar con una o varias de las obras de Corot. Algunos pintores visitan tal o cual museo sólo por el gusto de mirar y aun estudiar algunos de sus óleos en exhibición. Salen diciendo “Esto es lo único que vale la pena ver de esta galería.
Nadie podrá decir que Corot está olvidado o que no es debidamente valorado. En esta colaboración no se adopta ninguna de esas dos posiciones. Lo que sí se afirma es que se debe estudiar más y más su arte; valorar las aportaciones que hizo en el mundo, bello y complejo del paisaje; la sutileza de sus detalles; su aparente sencillez, falta de complejidades. En su paisaje todo parece simple. Lo que prueba la calidad de su técnica. En todo esto reside la genialidad del artista.
Quien me sugirió escribir estas líneas para recordar a Corot fue mi amigo el pintor don Jorge Espinosa Chacón, sobre él y su pintura hice una nota que se publicó en esta misma revista (número 3580, que comenzó a circular el viernes 21 de enero pasado). En mi colaboración omití referir un dato, es muy importante:
En la revista Líderes, correspondiente al mes de agosto del año de 2011, tomo 186, en la lista de los veinte pintores más relevantes de ese año, que encabeza Luis Nishizawa, en la que también aparecen Francisco Toledo, Rafael Cauduro, Rafael Coronel, entre otros, con el número catorce también se menciona a Jorge Espinosa Chacón. No es un dato intrascendente.