Sí por algo se han distinguido los estadounidenses es en los pronósticos y las apuestas sobre el futuro nacional, especialistas de las más prestigiosas universidades han comenzado a dar a conocer el resultado de sus trabajos, varios de éstos revelan que la economía está en auge, la tasa de desempleo se acerca a mínimos históricos y que la demanda de bienes está provocando un aumento de las importaciones de todo el mundo. Hace unos días el Departamento de Trabajo anunció que la tasa de desempleo había descendido al 3,9 por ciento en diciembre, incluso cuando la economía produjo un aumento de puestos de trabajo menor al esperado: 199.000 nuevos empleos. Estos datos aunados a los del Departamento de Comercio sobre el crecimiento de las importaciones en noviembre del 2021, en un 4,6 por ciento con respecto al mes anterior.
Pero los precios en los Estados Unidos registraron su alza más alta de los últimos 40 años, los incrementos pasaron la barrera del 7 por ciento y ello sepultó las predicciones de los expertos en el sentido de que ésta sería temporal, sin embargo, este proceso inflacionario se ha convertido en una tensión financiera constante para millones de estadounidenses que compran gasolina en la estación de servicio, hacen fila en la caja del supermercado, adquieren ropa, negocian un automóvil o pagan alquiler mensual.
Los presupuestos financieros de millones de estadounidenses en 2021 quedaron en letra muerta y sus deudas simplemente crecieron.
El ingreso familiar promedio de los estadounidenses es de $45,284 dólares por año, cifra mucho mayor que el promedio de la OCDE de $33 mil 604 dólares anuales y con una de las tasas más altas. Pero la brecha entre los más ricos y los más pobres es considerable; la población situada en el 20% superior de la escala de ingresos gana casi nueve veces lo que percibe la población que ocupa el 20 por ciento inferior.
Las noticias de este primer mes del año no son nada alentadoras, los precios de la canasta básica aumentaron 7,5 por ciento interanual, es decir, frente a un año atrás, esta cifra supera en cinco décimas la de diciembre, esto no se veía desde 1982 según el Departamento de Trabajo.
La razón de esta elevada inflación, coinciden los especialistas, fue la pandemia del Covid-19, que paralizó sin duda la economía en 2020, sólo falta ver los datos macros para encontrar que un alto número de empresas cerraron y los empleadores recortaron 22 millones de puestos de trabajo. Cuando los Estados Unidos parecían estar “preparados” para un muy difícil escenario, las cosas se pusieron peor ya que muchos empresarios redujeron su inversión y no repusieron sus existencias.
Sin embargo, la economía de Estados Unidos en lugar de hundirse en una recesión prolongada, diversos factores económicos y financieros reaccionaron y se protagonizó una recuperación inesperada, entusiasta, impulsada por ayudas gubernamentales y el recorte de las tasas de interés por la Reserva Federal. Una vez puesta en marcha la vacunación, los consumidores regresaron a: restaurantes, bares, tiendas y aeropuertos. De repente, las empresas tuvieron que luchar para satisfacer la demanda y no pudieron contratar lo suficientemente rápido al personal para llenar las vacantes o reemplazar suministros.
Con la demanda al alza y la oferta a la baja, los costos aumentaron y se trasladaron a los consumidores.
Ahora que la inflación dejó de ser transitoria, los economistas ponen sus ojos en qué hará la Reserva Federal. Y sin ser un experto, un aumento de la tasa de interés en la próxima reunión de marzo parece ser una realidad.
Si bien muchos consideran negativo un gran déficit comercial hay que reconocer el trabajo del expresidente Donald Trump, quien hizo todo lo posible para cerrar la brecha entre las importaciones y las exportaciones, los economistas dicen que apunta a una economía estadounidense que está lidereando la recuperación mundial de la pandemia con una recesión inducida.
Varios especialistas advierten de un error muy popular: pensar que un déficit comercial es una señal de malos tiempos económicos en Estados Unidos. “Para nada, por el contrario, explican que es un indicador de los buenos tiempos en territorio estadounidense en relación con otros países. Y ahí es exactamente en donde estamos, coinciden en que el futuro se ve prometedor en relación con otros países y el dólar tiende a ser más fuerte y eso tiende a aumentar el déficit comercial porque la demanda es mayor.
Los beneficios de una economía estadounidense fuerte se sienten en todo el mundo ya que otros países encuentran consumidores ansiosos por comprar sus productos.
China, como de costumbre, fue el mayor beneficiario neto del déficit comercial de Estados Unidos, vendiendo a los consumidores estadounidenses 28 mil 400 millones de dólares, más de lo que se compraba y es que los estadounidenses también tuvieron un déficit comercial significativo con otros socios comerciales, incluida la Unión Europea, de 19mil 400 millones; México, con 11 mil millones; Alemania, con poco más de 6 mil millones y Canadá, con 5 mil 400 millones.
Estados Unidos tiene un superávit comercial con sólo unos pocos socios. El mayor es un superávit de 4 mil 500 millones de dólares con toda América Central y del Sur. Los únicos otros saldos favorables de más de mil millones de dólares o más son los de Hong Kong, con 1 mil 600 millones de dólares, y Brasil, con 1 mil millones de dólares.
Ahora sólo falta ver si todo estos análisis y pronósticos se vuelven realidad.
@lalocampos03