¿Qué sucede en Ucrania y en sus alrededores? ¿Quién está avivando el fuego en aquella parte del mundo? Hay demasiados interlocutores y nadie se compromete a fijar una posición que el resto de los involucrados acepte. Sucede que los países occidentales están en estado de alerta después de otro fin de semana de escalada diplomática. Aunque las palabras parecen no resolver nada, el hecho es que es preferible que continúen las “batallas de papel en la Casa de Cristal” —el inolvidable título del libro del respetado periodista asturiano Ovidio Gondi (González Díaz)—, a que empiecen a estallar misiles o que los bombarderos lancen bombas de gran potencia. Todo es preferible a los enfrentamientos armados. Sin embargo, mientras llegue el momento de apaciguar las aguas, priva la incertidumbre. De lado y lado, la impresión es que nadie quiere dar el primer paso, pues hacerlo es fácil, detenerse ya no tanto. Es malévolo el ajedrez que juegan los interesados. Lo que suceda afectará a todos.

En estas condiciones, el Secretario de Estado de Estados Unidos de América (EUA), Antony Blinken, anuncia que la Unión Americana cierra su embajada en Kiev y “temporalmente reubica a los diplomáticos remanentes en otras partes de Ucrania ”. Lo que significa que la embajada del Tío Sam en la capital ucrania cerrará sus puertas y trasladará su delegación diplomática a la mayor ciudad del oeste del país, Lviv, cerca de la frontera con Polonia, “por prudencia”.

Aun así, el panorama en la zona es confuso, las capitales occidentales no son las únicas que navegan a ciegas respecto a las verdaderas intenciones de Moscú, lo que significa qué hay incertidumbre por las decisiones del presidente ruso Vladimir Putin, que en octubre próximo cumplirá 70 años de edad de los cuales lleva un cuarto de siglo en el poder. Al respecto, hay que aclarar que los extranjeros no son los únicos intrigados por sus procedimientos al frente de Rusia, sus propios connacionales están intrigados más allá de sus declaraciones y ucases. Una buena de sus gobernados opina que Putin decide su gobierno en forma colegiada, y que a semejanza de hábil equilibrista busca el compromiso entre sus élites. Otros creen que su estilo es más vertical, que el Presidente consultaría solo a media docena de personas, un pequeño grupo compuesto por los más íntimos, sobre todo halcones producto de los servicios de seguridad.

Así, Washington declara que el “apoyo táctico” de Pekín a Moscú es “profundamente  alarmante”, desestabilizador para la seguridad de Europa. Por lo que la Casa Blanca y Downing Street insisten desde el pasado fin de semana que la invasión rusa podría ser inminente y, por lo tanto, coinciden en que los aliados de Occidente deben mantener su unidad frente a las amenazas rusas e incluso a la hora de imponer un importante paquete de sanciones a Rusia —política que ya ha demostrado su ineficacia—, si ésta aumenta su escala de agresión”.

Joe Biden y Boris Johnson han reiterado la necesidad de que los países europeos reduzcan su dependencia del gas ruso. “Un movimiento que, más que ningún otro, golpearía al corazón de los intereses estratégicos de Rusia”.

Con la tensión al máximo en el Este de Europa, el Kremlin recibió complacido la entrevista concedida a la BBC por el embajador ucraniano Vadyun Prystaiko, quien afirmó que su país podría replantearse su adhesión a la OTAN, una de las líneas rojas de Moscú. “Podríamos hacerlo —dijo el diplomático—; especialmente al ser amenazados de esta manera, chantajeados por ello”.

Todos los focos estaban puestos en el parlamento ruso, que el lunes 14 de febrero (Día de San Valentín), saltaba a escena con su petición al presidente Putin para que reconozca la independencia de la parte Este de Ucrania. Sin embargo, fueron Vladimir Putin y su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov quienes escenificaron minutos antes del debate un breve intercambio de palabras que arrebató todo el protagonismo en el drama que se escribe en aquella inestable zona europea.

Los movimientos de las piezas de ajedrez que hacen los “maestros del juego”, como Putin y Biden, aparte de sus respectivos alfiles, en ocasiones son muy rápidos. Por ejemplo, El nuevo zar, como le llama Steven Lee Myers —ex corresponsal del The New York Times en Moscú durante siete años— al Presidente ruso,  en el debate citado, se preguntó: “¿Hay una oportunidad para llegar a un acuerdo con nuestros socios sobre los temas claves que nos preocupan o solo es un intento de arrastrarnos a un proceso de negociación interminable?; y, el veterano secretario de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, por su parte admitió que las negociaciones se están demorando, pero abrieron las puertas al optimismo. “Aún así, como jefe del ministerio de Exteriores, debo decir que siempre hay una oportunidad”. Acto seguido, Vladimir Putin le ordenó continuar con las negociaciones.

En tales condiciones, Putin ha continuado moviendo el tablero de ajedrez en los terrenos ucranios, provocando reacciones, maniobras diplomáticas, reuniones de alto nivel, permaneciendo a la expectativa, observando como desequilibra al planeta en beneficio de la Federación Rusa. Con sardónica sonrisa y mirada, el “zar” del siglo XXI, sopesa los vaticinios que hacen los jefes del Pentágono y de la Casa Blanca: la “inminente invasión rusa” ya tiene fecha: miércoles 16 de febrero. Si la operación militar no tuviera lugar como suponen los mandos occidentales, las burlas del Kremlin se escucharían hasta la Conchinchina. Aunque lo mejor de todo sería que no hubiera derramamiento de sangre.

Hasta el momento de escribir este reportaje, EUA teme que la “invasión” rusa podría comenzar con bombardeos aéreos y con un asedio a Kiev, por lo que el Departamento de Estado reiteró que  cualquier estadounidense que continúe en el país debería marcharse de inmediato, mientras aún haya opciones de transporte comercial. De ninguna manera quieren en la Unión Americana que se repitan las escenas que tuvieron lugar en Kabul al regreso de los talibanes en el 2021.

La insistencia de Washington en una inminente invasión rusa en Ucrania contrasta con la postura de Kiev, cuyo Consejo Nacional de Seguridad y Defensa aseguró el lunes 14 de febrero que no “había señales de un ataque ruso a corto plazo”. Pero, Edward (Ned) Price, portavoz del Departamento de Estado, reafirmó  que la posibilidad de un ataque militar ruso es “más real que nunca antes”, e insistió en que Moscú no ha dado “ninguna señal tangible, real, de desescalada…necesitamos que haya desescalada para que avance la diplomacia”.

El vocero de Antony Blinken, jefe de la diplomacia estadounidense, restaba así importancia a la afirmación del canciller ruso, Serguéi Lavrov, de que todavía hay posibilidades de alcanzar un acuerdo con EUA y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre “asuntos clave” de las garantías de seguridad que demanda Moscú.

Un mensaje similar se envió desde la Casa Blanca, donde la vocera adjunta alegó que Moscú envía “más y más tropas cada día” a la frontera con. Ucrania, pero aseguró que la “puerta a la diplomacia está abierta” si Rusia decide cruzarla.

El martes 15, por la tarde, Joe Biden haría una recapitulación del conflicto. En tanto, el lunes 14 el mandatario estadounidense y el primer ministro de la Gran Bretaña, Boris Johnson consideraron que aún “queda una oportunidad crucial para la diplomacia” en la crisis ucraniana-rusa en momentos que el Pentágono aseguró: “todavía no creemos”  que Vladimir Putin ya tomó una decisión final”. Lo lógico del caso —si es que en estos asuntos la lógica tiene razón de ser—, los actos militares pueden tener lugar cualquier día, y que Putin actúe con poca o ninguna advertencia.

El mandatario inglés y el “americano”  reiteraron, en conversación telefónica, que una aventura militar en Ucrania representaría “una crisis profunda y prolongada para Rusia, con daños considerables para Moscú y el resto del mundo”. Por lo mismo, advirtieron que los “occidentales permanezcan unidos frente a las amenazas rusas, sobre todo imponiendo un conjunto importante de sanciones si llega a hacerse efectiva una escalada en la agresión”, y coincidieron en que los países europeos deberían reducir su dependencia del gas y la gasolina rusa, medida que, más que cualquiera otra, afectaría el centro de la diana de los intereses estratégicos rusos”.

En su momento, Ned Price aseguró que en EUA se espera la respuesta de Moscú a las sugerencias de seguridad de la OTAN y de Washington y que se revisará minuciosamente el documento una vez recibido para coordinarlo estrechamente con “nuestros socios ucranios y nuestros aliados europeos”.

Mientras por todos los puntos cardinales de Ucrania se escuchan tambores de guerra,  el presidente Vlodomir Zelenski hizo un llamamiento a todos los ucranios a unificarse en el Día de la Nación el miércoles 16 de febrero, precisamente el día que los servicios de inteligencia de  EUA señalan la fecha de la “invasión”. “Nos dicen que el 16 de febrero será el día del ataque. Nosotros lo convertiremos en un Día de Unidad”. El decreto correspondiente ya se firmó.

El mandatario dijo en un video que el miércoles 16 sus connacionales colgarían “banderas nacionales”, portarían  cintas azules y amarillas y mostrarían al mundo su unidad. Según un documento citado por la agencia Interfaz Ucrania, el propósito de esta medida es el de “aumentar la consolidación de la sociedad ucraniana y fortalecer su resistencia en las condiciones de crecientes amenazas híbridas”.

De acuerdo al decreto, se izará la bandera nacional en los domicilios particulares e instituciones oficiales y el pueblo cantará el himno nacional a las diez horas de la mañana. Además, las autoridades iniciarán la creación de una plataforma informativa diaria  para que la población conozca el estado real de la situación de  seguridad y las medidas adoptadas para fortalecer la capacidad de defensa”. En tanto, los canales de televisión informan sobre las actividades cotidianas de la sociedad, con las tiendas y otros comercios abiertos. También se transmiten videos del adiestramiento militar con réplicas de madera y ejercicios de adiestramiento.

El despliegue diplomático no solo es por parte de Rusia, EUA y Ucrania. Europa redobla sus esfuerzos en este sentido en Kiev y en Moscú. El canciller alemán, Olaf Scholz, visitó el lunes 14 por primera vez la capital ucraniana. Y el martes 15 conversaría con Vladimir Putin en la capital moscovita. “Es en Ucrania donde hoy se decide la futura arquitectura de seguridad europea, de la cual nuestro país es una parte integral”, declaró Zelenski en una conferencia de prensa con el canciller germano. En dicha instancia, Scholz trató con Zelenski “la necesidad de establecer garantías legales específicas que puedan proteger a Ucrania”.

El sucesor de Angela Merkel en la cancillería germana, tras una reunión de dos horas con el líder de Ucrania, dijo: “Coincidimos en nuestras gran preocupación por la actual situación en la frontera entre Rusia y Ucrania. La actividad militar en la frontera ucraniana no tiene ninguna justificación para nosotros. No hay motivos razonables para tal despliegue militar”, y reiteró que actualmente no existen “planes” de admitir a Ucrania en la OTAN, como exige el jefe del Kremlin. “Por eso es un tanto peculiar observar que el gobierno ruso está haciendo de algo que prácticamente no está en la agenda el tema de grandes problemas políticos”.

Por último, aunque no menos importante, cito parte del análisis de Ivana Stradner, investigadora del American Enterprise Institute (AEI), sobre la crisis ruso-ucrania, que se aparta de la optimista visión de la mayoría de los expertos en temas de seguridad de Europa oriental: “Tanto Alemania como Francia han mostrado apaciguamiento hacia Rusia y no están protegiendo a Ucrania. Si el presidente de Francia, Macron, y del canciller alemán, Scholz, realmente creen que las reuniones diplomáticas resultarán en un Putin más suave y amable, están muy equivocados….El enfoque de Europa de que el diálogo lo arregla todo nunca ha funcionado en Rusia y no funcionará ahora. Sin embargo, Reino Unido ha tomado la iniciativa en la respuesta a Rusia y ha suministrado a Ucrania misiles antitanques de corto alcance para la autodefensa. Liz Truss, la ministra de Exteriores británica, ha dicho que los oligarcas rusos y los partidarios clave de Putin serán objeto de sanciones nacionales. Londres también expuso el plan de Rusia para instalar un líder prorruso en Ucrania. Dada la tímida respuesta de Alemania y Francia a las acciones hostiles de Putin hacia Ucrania, es evidente que Kiev no puede depender de París o Berlín para defenderse de la agresión rusa”.

Como se ve, el problema de Ucrania, Rusia y EUA, no tendrá ni rápida ni fácil solución. Todavía va para largo. El antiguo adagio latino recogido por Vegecio en su libro De re militari: “Si vis pacem, para bellum” (“Si quieres la paz , prepara la guerra”, es más vigente que nunca. VALE.