La teoría: el liberalismo clásico plantea tres derechos fundamentales del hombre: la vida, la libertad y la propiedad. Dos derechos más que delega en el Estado: juzgar y sancionar. En torno a los alcances y limites de estos derechos se han construido las  corrientes filosóficas y políticas de los últimos cuatro siglos. Hasta dónde el Estado y hasta dónde el individuo.  Tanto Estado como sea necesario, tanto individuo como sea posible.

Dejemos a un lado la vida y la libertad, para concentrarnos en la propiedad. Sobre ésta digamos que dentro del propio liberalismo la propiedad tiene limites, no es posible el abuso o el acaparamiento, cuando no se respetan dichos limites, el sistema entra en crisis.

El capitalismo es voraz y depredador del hombre y del medio ambiente, pero eficiente y adaptable. Puede ser autoritario, hasta fascista si es necesario, pero también democrático; puede devastar grandes regiones del planeta y después crear una forma de negocio para restaurarla; puede obtener enormes ganancias de artículos de lujo para una élite y puede vender productos de sobrevivencia a los más pobres; puede equiparar la libertad al consumo aunque sea el acto más ruin de manipulación. Otros sistemas, como el socialismo y el comunismo  fracasaron por su falta de flexibilidad y capacidad de adaptación.

La historia: En México, desde el inicio de su vida independiente, su historia ha sido el proceso de definición de los limites del Estado y del individuo. Primera mitad del siglo XIX, independencia, sobrevivencia y defensa de la soberanía. Perdimos más de la mitad del territorio, pero sobrevivimos como país. Segunda mitad del siglo XIX, constitución liberal, separación de la iglesia y del Estado. Finales del siglo XIX y principios del XX, liberalismo a favor de la oligarquía nacional y los capitales extranjeros. Primera mitad del siglo XX, revolución, constitución social y Estado de bienestar. Segunda mitad del siglo XX, modernización del país, crisis y neoliberalismo.

La actualidad: lo que vive el país a partir de 2018 es un nuevo capitulo en el proceso de redefinición entre las responsabilidades del Estado y la propiedad de la iniciativa privada en un contexto de libre comercio, cadenas de producción integradas, en un contexto de pluralidad política.

Nunca lo ha sido, pero ahora menos, se trata de una simple separación entre liberales y conservadores, como algunos lo quieren ver, sino un proceso complejo. No se trata de volver al pasado, cuando el gobierno creció de manera absurda y corrupta durante los gobierno de Luis Echeverría Álvarez.  Tampoco seguir con las reglas de 2013 que ya fracaso.

La reforma eléctrica propuesta por el Presidente López Obrador intenta recuperar para el Estado el control del sector eléctrico, a través de un modelo mixto: 54 por ciento de participación estatal y 46 por ciento de participación privada; propone eliminar el fraude a la ley que implica en estos momentos el autoabasto y asegurar una transición energética dirigida por el Estado. El punto fino del problema son las reglas del nuevo mercado eléctrico que crearía a la reforma.

La política es de bronce.

@onelortiz