Todavía a fines del siglo pasado algunas personas se sonreían con escepticismo cuando se hablaba de la tecnología espacial, y más aún cuando se creó la Agencia Espacial Mexicana (AEM) en 2010, pues les parecía un organismo que no tendría razón de ser. Sin embargo, investigadores y administradores continuaron con su empeño de fomentar la ciencia espacial en el país.

A 12 años de su creación, la AEM se ha consolidado como una parte primordial del desarrollo científico y tecnológico del país, tanto así que ha obtenido reconocimientos internacionales por sus aportaciones a la tecnología espacial.

 

Para vivir en la Luna

A principios de este mes se dio a conocer el Proyecto COLMENA del Laboratorio de Instrumentación Espacial del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la AEM y el estado de Hidalgo, el cual consta de cinco microrrobots de menos de 60 gramos cada uno, con 12 centímetros de diámetro, en el que se encuentran computadoras, sensores de corriente, de voltaje, de proximidad, de temperatura, de direccionalidad y de potencial electromagnético, que resistirán temperaturas de menos de 120 grados Celsius hasta 120 grados Celsius.

Los microrrobots, con indicaciones preprogramadas, navegarán aleatoriamente sobre la superficie de la Luna, donde registrarán mediciones del ambiente más cercano a la superficie (a dos centímetros), cabe decir que estudiarán la temperatura, movimientos y composición del polvo lunar (regolito), con el objetivo de determinar la posibilidad de extraer su oxígeno o producir materiales metálicos. Además, tienen el objetivo programado de ensamblar un panel solar para generar energía.

Este proyecto es el primero en el mundo que estudiará el regolito en su lugar, con dispositivos a pocos centímetros del suelo, gracias a la tecnología espacial generada por científicos mexicanos.

La misión COLMENA se lanzará en junio, a bordo del vehículo espacial Peregrine Lunar Lander, desde Cabo Cañaveral, Florida, su alunizaje se llevará a cabo entre tierras altas (la superficie más clara) y mares (las partes más oscuras), informó el investigador Gustavo Medina Tanco, responsable del proyecto, en la conferencia de prensa en que se dio a conocer el proyecto.

La misión forma parte del programa internacional Artemisa para el regreso del ser humano a la Luna, programado para 2024. En este programa, al que México se incorporó el 9 de diciembre pasado, se tiene pensado participar con otros proyectos nanotecnológicos, que corroborarán la preparación de ingenieros e investigadores mexicanos, los cuales se encuentran a la vanguardia de la nanotecnología espacial.

 

Otros proyectos mexicanos

La Universidad Autónoma del Estado de México, apoyada por la AEM, desarrolló el Bio Panel Solar Greenfluidics (BPS-Greenfluidics), basado en la biología de una microalga nativa del Estado de México que, en términos muy simplificados, consiste en un panel con microalgas que generan electricidad y oxígeno, por lo que puede contribuir a mitigar el cambio climático en el planeta, pero también puede utilizarse para brindar oxígeno y energía sustentable a misiones espaciales.

Por lo pronto, el Bio panel ya recibió el reconocimiento de European Institute of Innovation and Technology, como uno de los cinco proyectos de energía, así como del G-20-100 soluciones para mitigar el cambio climático; además, es probable que sea otra contribución mexicana al programa Artemisa.

En este año, la AEM comenzará el proyecto Observatorio Mexicano del Clima y la Composición Atmosférica, estación terrestre de datos que se conectará al satélite GeoCarb (Observatorio Geoestacionario del Ciclo del Carbono) de la Agencia Estadounidense de Aeronáutica y del Espacio (NASA), en coordinación con la UNAM.

El Observatorio contribuirá a comprender mejor el ciclo del carbono en la Tierra, que es fundamental para la vida; así como también conocer mejor la importancia de los gases de efecto invernadero, que intervienen en los fenómenos climáticos.

Estos proyectos, apoyados por la AEM, con la colaboración importante de las universidades públicas, demuestran que la investigación científica y tecnológica del país avanza en áreas que hasta hace pocos años se consideraban vedadas para nuestros investigadores.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico

 

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