En las páginas de la revista Siempre hemos insistido en el tema central que motiva el funcionamiento de toda la estructura del narcotráfico en las relaciones México-Estados Unidos: la seguridad nacional estadounidense. Y también aquí hemos reiterado la argumentación de que la demanda de droga definida por los adictos americanos y los millones de consumidores eventuales es la que determina los términos de la oferta.

La Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos es una organización creada en 2005 como consecuencia del fracaso del espionaje estadounidense en los ataques terroristas del 9/11 del 2001. Sí hubo alertas a tiempo sobre la existencia de células terroristas musulmanes radicales en Estados Unidos preparando un golpe espectacular, pero el funcionamiento de las agencias de espionaje nunca pudo construir un sendero que llevará al centro de toma de decisiones del Consejo de Seguridad Nacional.

El constructor del modelo de comunidad de los servicios de inteligencia de Estados Unidos fue el diplomático especializado en temas de espionaje: John Dimitri Negroponte, quien tuvo el cargo de embajador de EU en México de 1989 a 1993 y por el tiempo histórico tuvo a su cargo la administración de la relación estratégica de Washington con el nuevo gobierno mexicano de Carlos Salinas de Gortari que subordinó a México a los intereses estadounidenses por la vía del Tratado de Comercio Libre.

Negroponte fue el operador ofensivo del gobierno de George Bush Jr. en la ONU para conseguir los votos y la pasividad del organismo internacional en la decisión estadounidense de lanzar una guerra unilateral contra Irak y Afganistán, derrocar a los gobiernos locales y construir países a modo de los intereses geopolíticos estadounidenses. En febrero de 2005 Negroponte fue nombrado director del nuevo organismo titulado Dirección de Inteligencia Nacional para organizar bajo un mando único a las 17 oficinas civiles y militares dispersas que realizan en EU labores de espionaje, inteligencia y seguridad nacional.

En este contexto, la evaluación anual de amenazas circulada hace unos días por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos debe leerse en la lógica de los mecanismos imperiales de dominación de los intereses estadounidenses sobre intereses nacionales de otros países. Es decir, las evaluaciones tienen un enfoque de seguridad nacional estadounidense.

De ahí que la lectura de la evaluación 2022 denunciando la consolidación y expansión de los cárteles mexicanos del narcotráfico deba tener un enfoque estratégico en función de las prioridades de la Casa Blanca. La evaluación muestra su preocupación por la consolidación de los cárteles en estructuras administrativas políticas y de seguridad mexicanas, argumentos que las propias oficinas mexicanas reconocen como uno de los saldos negativos.

Pero la comunidad de los servicios de inteligencia falla más por interés geopolítico que por eficacia es la falta de reconocimiento de que los nueve cárteles mexicanos más importantes del narcotráfico tienen células en expansión dentro de EU que representan los intereses de los mandos de México. Y si la DEA ha señalado desde 2005 que los cárteles mexicanos han crecido y consolidado dentro de Estados Unidos, entonces valdría la pena reclamar las razones del documento de evaluación de amenazas debido a que la DEA es una de las oficinas que forman parte de la comunidad de inteligencia estadounidense.

Más que una crítica a la falta de autocrítica, estos datos debieran de ilustrar que los documentos de evaluación del espionaje estadounidense no forman parte de una estructura profesional de labores de inteligencia y seguridad nacional, sino que se han constituido en una organización de presión política y geopolítica contra los países que no se someten a las prioridades de seguridad nacional De Washington.

Más que declaraciones tronantes o referencias sesgadas en conferencias de prensa, el gobierno mexicano debería utilizar los datos oficiales de la DEA para exigirle al gobierno de Estados Unidos una mayor dedicación y capacidad de decisión para combatir a los cárteles mexicanos del narcotráfico que operan en EU sin ninguna interferencia de seguridad y que han podido llegar, expandirse y consolidarse solo con la complicidad de autoridades estadounidenses que no los combaten, sino que los utilizan.

Como hipótesis de trabajo puede decirse que los cárteles mexicanos en México funcionan por el apoyo político y económico de las sucursales de esos cárteles mexicanos en Estados Unidos y que no habrá un verdadero combate al tráfico de drogas dentro del territorio estadounidense si antes las autoridades americanas no toman la decisión de combatir con todos los instrumentos del poder y las leyes a los grupos de narcos mexicanos que controlan el contrabando, la distribución, la venta de drogas en las calles y el lavado del dinero del narco.

Por ello el documento de evaluación de la comunidad de inteligencia de EU carece de la información de inteligencia que todos en Estados Unidos y en México conocen porque las referencias a los cárteles mexicanos se han publicado en las evaluaciones anuales de la DEA desde 2005 y pueden servir para concluir que el tráfico y consumo de drogas en Estados Unidos es de responsabilidad directa del gobierno estadounidense.

 

Zona Zero

  • La evaluación de la comunidad de inteligencia sobre el narcotráfico en México es una evidencia concreta del fracaso de la nueva relación bilateral basada en el pomposo acuerdo de Entendimiento Bicentenario que se firmó apenas en enero pasado y que se vendió con la idea de que sería el gran acercamiento bilateral que históricamente nunca se había dado. La evaluación de la comunidad inteligencia fue ofensivo a México porque ignoró el hecho evidente de que el tráfico de drogas hacia Estados Unidos está determinado por la demanda de los adictos permanentes y consumidores consuetudinarios dentro del territorio estadounidense.

 

El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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