Pasa el tiempo y aunque hay otras formas de medir las preferencias y el “humor social” sobre algunos temas, son las encuestas el medio más socorrido para hacerlo, se dice que son “una foto del momento”, pero si estas se unen tenemos una pequeña película fácil de ver.

El jefe del ejecutivo y su círculo de poder, perfeccionaron la propaganda, demostraron gran liderazgo como opositores para dirigir la agenda pública y es obligado reconocer, que mientras los abusos a la población no se generalizaban, ni se endurecían, mantenían el ritmo, la esperanza, el buen humor y sin duda alguna, los números a su favor.

Pero bien lo dijo el clásico “el pueblo se cansa de tanta pinche tranza”, pues bueno, no es necesario haber cursado un doctorado en física cuántica para darse cuenta que el presidente ha abusado tanto de su suerte, que ha fustigado a propios y extraños, que ha hecho tanto mal, que poco a poco, pero de forma sostenida, ha ido perdiendo aprobación.

Cuando en la “resistencia”, así bautizados por Federico Reyes Heroles, decíamos que no había porque interrumpirlo cuando cometía un error, la ciudadanía un tanto desesperada pedía más, pero es imposible dar más. El señor ha demostrado no tentarse el corazón para hacer daño, quienes le acompañan están en la misma sintonía, las órdenes de aprehensión como los vasos de agua, no se le niegan a nadie y, en resumen, todos queremos seguir libres y respirando.

Han sido tantos sus dislates, abusos, errores y majaderías, que aquella suerte echada a su favor, que le hacía parecer invencible, simplemente ha salido por la ventana. Cuando no hay una masacre, hay una desaparición, cuando no ataca verbalmente a alguien, ese alguien puede acabar encarcelado por solo haber respirado, la inseguridad va en aumento, los precios también, los bienes públicos son francamente inaccesibles, sus seguidores al estar tan empoderados han mutado en seres violentos e intransigentes, han logrado destruir algunas instituciones, quieren colonizar algunas más, se pasan la ley por el arco del triunfo, estamos peleados con nuestros principales socios comerciales, quieren re escribir la historia, la corrupción es rampante e innegable, esta es una administración del resentimiento.

¿Por qué entonces es que el presidente mantiene un nivel aceptable, aunque a la baja, de preferencias? Francamente he llegado a pensar que lo que Palacio Nacional mide, son los números de menciones a su persona, de otra forma no se explica que siendo tan mal gobernante mantenga dos dígitos de aceptación, otros dicen que la suya es una narrativa épica, en donde todos somos participes dado que ahora el diálogo es circular, eso sí, no hay rubro de gobierno que obtenga una calificación positiva, no hay logros y todo en esa administración está mal.

Pues bueno, en la última encuesta GEA ISA, parece que el humor social está digamos cambiando, los mexicanos estamos muy enojados con el ejecutivo federal, quienes no votamos por él, no nos cansamos de decir el muy machacado “te lo dije”, muchos de quienes confiaron en él, demuestran sorpresa y desilusión, al final todo es enojo.

Decía mi abuela que “el amor entra por las manos y se va por la ventana”, la economía ha empeorado y un 25 por ciento de la población encuestada lo cree, este índice creció 5 puntos, no es menor, nos ha empobrecido, ir al mercado, al tianguis o al super es un viaje al más allá, cada día se regresa con menos en las bolsas del mandado, y aunque no hay escasez en los estantes, los precios son prohibitivos, no hay conductor de carrito de supermercado que no acabe mentando madres en silencio al pagar en caja. ¿Usted lo ha hecho?

Aunque la población siente menos miedo, y menos esperanza, el 26 por ciento siente preocupación y el 35 por ciento ha perdido la esperanza ante el escenario al que nos enfrentamos a diario, 56 por ciento pensamos que la actual administración va por el rumbo equivocado, solo 36 por ciento piensa lo contrario. Este último dato vino cambiando desde noviembre de 2019, los datos se cruzaron y no hay poder humano que haga cambiar esta percepción, o sea, ni siquiera los más convencidos creen en él.

La opinión que la ciudadanía guarda sobre López Obrador está prácticamente empatada, por así decirlo, 45 por ciento lo detesta, 50 por ciento lo adora. La percepción desfavorable ha ido in crescendo, respecto a la calificación que se le da a la labor, a la calidad del trabajo del presidente, 51 por ciento lo desaprueba, 45 por ciento lo aprueba, la percepción negativa fue creciendo desde noviembre del año pasado, quizá la economía familiar aceleró dicho dato.

Justo en estos momentos, la 4ª no tiene mayor aceptación que los malditos neoliberales, López Obrador se encuentra empatado con su arch-némesis Felipe Calderón en un 45 por ciento de aprobación, mientras que Peña Nieto tenía un 44 por ciento y Fox 42 por ciento, dicho en otras palabras, la transformación no va.

No es por echarle sal a la herida, pero mientras que el 51 por ciento de la población no lo aprueba ni por un cañonazo de programas sociales, el 29 por ciento le otorga su beneplácito, pero de forma condicionada, mientras que solo el 16 por ciento se asume como un chairo de cepa, incondicionales hasta que el barco toque fondo marino. El número de quienes se identifican con él, a la baja, quienes creen que ha tenido buenos resultados, a la baja, quienes creen que los programas sociales les benefician, a la baja, quienes creen que tiene buenas intenciones, a la baja; aumenta un poco la esperanza de quienes afirman que creen que todo cambiará, pero tal parece que es la espera de un milagro que no llega.

De su gabinete, ni hablar, 61 por ciento creen que aquello es peor que un kinder Montessori, simplemente son unos inútiles, en eso creo que todos estamos de acuerdo. Como se dice en el argot político “no amarran un perro”. Incompetencia total.

Los indicadores “capacidad para gobernar, preocupación por el bienestar popular, capacidad para resolver problemas y respeto a la legalidad”, a la baja, en franca picada. Pero el más importante la percepción de “honradez” del gobernante, va en caída libre, como gorda en tobogán, del 41 por ciento, al 39 por ciento al 33 por ciento y contando. Aquel teflón anti todo se astilló en 2021, y desapareció cuando todos nos enteramos que su hijo es un junior de la política, un conservador que esquía en Vail, maneja un Mercedes y nada en un pequeño estanque de corrupción de 23 metros de largo, tiene buenos gustos hay que reconocerlo.

Por último, los indicadores “combate a la pobreza, mejoramiento de salarios, reducción del desempleo, crecimiento económico y disminución de la inflación”, cayendo que es gerundio, no hay nada que los detengan. No hay mejoría en ningún indicador. Nada.

La actual administración lopezobradorista es un fracaso total, el estruendo de los aplausos de sus propagandistas ya no nos distraen, n siquiera se escuchan ya, 2024 es posible ganarlo, pero ese es otro artículo.

¡Ciao!

@DrThe