En el balotaje de las elecciones presidenciales de Francia —que mantuvo en vilo al país y a Europa—, Emmanuel Jean Michel Frédéric Macron (Amiens, Alta Francia, 21 de diciembre de 1977), obtuvo el 58,56 por ciento de los votos válidos al fin de la jornada electoral el domingo 24 de abril. Por segunda ocasión, el noveno presidente de la Quinta República obtuvo la victoria frente a la ascendente derecha francesa liderada por Marine Le Pen (de la Agrupación Nacional (RN), que en tres ocasiones ha intentado llegar sin éxito al palacio del Elíseo. El joven presidente, de 44 años de edad, logró renovar su mandato (el primero lo inició en 2017 con apenas 39 años) y pasar a la historia no sólo como uno de los mandatarios más bisoños de la historia francesa (desde Napoleón Bonaparte) sino de los pocos en conseguir la reelección. Su sitio está asegurado en los anales de la nación gala, junto a Charles de Gaulle —el fundador de la Quinta República—, Francois Mitterrand y Jacques Chirac.

En total, el mandatario galo recibió 18,7 millones de sufragios a su favor, frente a los 13,2 millones obtenidos por su adversaria derechista, Marine Le Pen, que después de conocer los resultados finales alertó a sus simpatizantes para que, en los próximos comicios legislativos, La República en Marcha Movimiento no obtenga las mayorías.

Los datos del Ministerio del Interior sitúan la tasa de participación casi en el 72 por ciento, por lo que el abstencionismo sería del 28 por ciento, el más alto desde 1969. Además, un 4,7 por ciento de los ciudadanos franceses que acudieron a las urnas depositaron su sufragio en blanco, mientras que un 1,6 correspondió a votos nulos.

En su primer discurso de agradecimiento, Macron, el abanderado de La República en Marcha (LREM), ratificó: “Después de cinco años de transformación, de horas felices y difíciles…este 24 de abril de 2022, una mayoría de franceses ha tomado la decisión de confiar en mí”. Por ello, agregó: “A partir de ahora, ya no soy el candidato de un grupo, sino el Presidente de todos”. Sin embargo, reconoció que su triunfo se debía no solo a los que seguían sus ideas, sino también a aquellos que habían votado por él para evitar que la extrema derecha obtuviera el poder. La declaración del todavía joven Emmanuel Macron es algo que con frecuencia olvidan los titulares del Poder Ejecutivo en muchas partes, como sucede con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que piensa y actúa solamente en favor de los que votaron por él en julio de 2018. A los mexicanos que no lo hicieron a favor del tabasqueño, los insulta, los vilipendia, los persigue y cuando puede los encarcela.

Macron, por el contrario, al conocer su victoria aclaró a “todos los franceses” que sabe la responsabilidad que conlleva la victoria, y se comprometió a seguir cumpliendo sus deberes y respetar las diferencias democráticas que existen en su país. Incluso, pese a que el presidente de centro se llevó las mayorías, tras su victoria los seguidores de Le Pen salieron a las calles a protestar en contra de los resultados. Sin embargo, agregó, “nadie será dejado atrás”, al tiempo que prometió que un nuevo periodo de gobierno no será una continuidad del quinquenio que acaba, sino la invención colectiva para asumir nuevos retos”.

“Soy consciente de que este voto me obliga para los años venideros —aseguró—, soy el depositario de su sentido del deber, de su apego a la República y del respeto a las diferencias que se han expresado en las últimas semanas…Sé que muchos franceses que han elegido la cólera y la ultraderecha deben encontrar una respuesta, esta es mi responsabilidad en este segundo mandato”.

El hecho es que Francia volvió a demostrar que es una nación democrática, cuya elección presidencial tendrá amplias repercusiones tanto en el país como en el futuro de Europa. Fueron convocados a votar casi 49 millones de ciudadanos, que cumplieron con su obligación de renovar el mandato presidencial sufragando por su preferido. Nada más, nada menos. En los tiempos de la invasión de Ucrania por las tropas rusas de Vladimir Putin, los disputados comicios en el país de la Liberté, la Egalité y la Fraternité, renuevan la fe en la democracia.

De una u otra forma, Macron superó el desgaste que tuvo en su primer quinquenio, marcado por las reformas políticas estructurales —una de las más discutidas, la ampliación de la edad de jubilación— y el conflicto social continuo, durante semanas y semanas, representado por la ola de protestas de los chalecos amarillos —gilets jaunes— y el descontento por las medidas sanitarias durante la pandemia.

Este descontento social es precisamente el que alentó a la ultraderecha de Marine Le Pen, que logró usufructuar parte del voto obrero tradicionalmente de izquierda. Así también, explica el 21.95 por ciento de votos que obtuvo el dirigente izquierdista Jean-Luc Mélenchon, el “amigo”, dice,  el fundador de la Cuarta Transformación. Es más, de acuerdo a las encuestas a pie de urna, hasta un 23 por ciento de los que votaron a Melenchon, el septuagenario político de Francia Insumisa, en la primera vuelta habrían tomado partido por Le Pen en la segunda, mientras que casi el 49 por ciento optó por ejercer el voto útil contra la ultraderecha y sufragó por Macron. El resto se abstuvo.

Para el balotaje, Emmanuel Macron se vio obligado a esforzarse en la campaña, ante el empuje de Le Pen, a la que algunos sondeos antes de la primera vuelta acercaban al 50 por ciento de la votación en la ronda definitiva (sondeos que obviamente se equivocaron, como suele suceder); por tanto, Macron lanzó guiños a los votantes de Melenchon y prometió moderar varias de sus medidas más liberales.

En este punto, queda por ver si el reelegido presidente logrará su propósito en el siguiente lustro o aumentará el desgaste que le ha colocado frente a los sectores más desfavorecidos de la sociedad francesa como un líder desconectado de la realidad, arrogante y desdeñoso de los derechos logrados tras una década de lucha social.

Ni duda que la última campaña electoral en Francia tuvo episodios nuevos, al grado que algunos comentaristas se preguntan que tanto influyó en el triunfo el “desparpajado”  Emmanuel Macron, que en los últimos días de la campaña difundió una rara imagen de “latin lover” galo, de pelo en pecho, sentado en un sofá de cuero amarillo, con camisa blanca desabotonada, lo que dejó ver una pelambrera que nadie imaginaba, que, a decir de los creadores de imagen el torso velludo del esposo de la casi septuagenaria Brigitte Torneux, se volvió el mejor proyectil contra Marine Le Pen. La fotografía del caso fue tomada por su fotógrafo oficial, Soazig de la Moissoniére, en Marsella, junto a otras que publicó en su cuenta de Instagram bajo el título “Un día con el candidato”. En las campañas políticas nada es casual, ni en Francia ni en México. Cuando se le preguntó a Macron porque se tomó esas fotos en Marsella, el candidato contestó: “Hacía mucho calor”. Casi una respuesta de López Obrador: “No me vengan ahora, conque la ley es la ley”.

Conforme fue la campaña, fue la celebración del triunfo. Con la Torre Eiffel de fondo, los jardines del Campo de Marte fueron un escenario idílico. Macron tardó hora y media en llegar a los históricos jardines. Al margen de la euforia por haber derrotado a Le Pen, ni los macronistas ni sus opositores hacen de lado el hecho  que este es un triunfo agridulce pues la votación final fue menor que la de hace cinco años y la alta abstención pone en claro el descontento de la sociedad, el hastío y que muchos electores no se sienten identificados con la política de Macron, pero que sufragaron a su favor para frenar a la ultraderecha. El abstencionismo fue superior al 28 por ciento, el más alto en 50 años en una segunda vuelta de las presidenciales, dato que refleja el verdadero ánimo de los votantes franceses.

Un rápido análisis de la votación de la segunda vuelta demuestra las siguientes claves: el 41 por ciento de los jóvenes de 18 a 24 años no acudió a ls urnas; el 51 por ciento de los menores de 25 que sí depositó su voto, lo hizo a favor de Le Pen. Por su párate, Emmanuel Macron triunfó entre los votantes mayores de 70 años. En esta banda de edad el presidente reelecto logró siete de cada diez votos, así como el 59 por ciento de todos los sufragios femeninos. Respecto a los electores con estudios superiores, la mayoría optó por Macron, el 75 por ciento. Y, Marine Le Pen, aumentó 7,5 puntos con respecto a las elecciones de 2017, es decir, 2,6 millones de votos más. Simples datos.

La reelección de Macron tiene lugar en un contexto de descontento juvenil amén de los desilusionados votantes del izquierdista Jean Luc Melenchon —que logró casi el 22 por ciento de la votación en la primera vuelta—,  y que declaró que la derrota lepenista “es una buena noticia” aunque subrayó que Macron “es el presidente Macron es el peor  elegido de la  V República”, por lo que abogó por una “una unión popular” dd izquierda para ganar las legislativas del próximo mes de junio y ser nombrado “primer ministro”.

En estas circunstancias, Macron podría apresurar el nombramiento de su futuro primer ministro, que algunos medios adelantan podría ser una mujer —la segunda en la historia de Francia, la primera fue Edith Cresson en el gobierno de Francois Mitterrand—, y al nuevo gabinete para enfrentar la nueva etapa de Francia. No obstante, un sondeo de la casa de encuestas francesa, BVA, hecha el viernes 22 de abril último, señala que el 66 por ciento de la población local se inclina porque Macron pierda su mayoría parlamentaria. Hay que recordar que la última “cohabitación” gubernamental en Francia se remonta al periodo de 1997 a 2002, cuando Jacques Chirac nombró primer ministro al socialista Lionel Jospin.

Contar con una mayoría parlamentaria será clave para que el presidente complete su programa reformista, que frenó en su primer mandato marcado por varias crisis, protestas sociales, una pandemia mundial con millones de personas confinadas y la guerra en Ucrania. Tras la proclamación de los resultados oficiales el miércoles 27 de abril, Emmanuel Macron deberá asumir su mandatado antes del 13 de mayo. El primer ministro, Jean Castex adelantó que presentará su dimisión en los próximos días yb abogó por dar un nuevo impulso a la presidencia centralista. Y, dado el caso de que la ultraderecha siguiera sumando adeptos y lograra la mayoría legislativa, podría generarse un ambiente hostil para llegar a acuerdos por el futuro de la nación, sobre todo si Le Pen consiguiera una curul, complicando el panorama para el presidente.

Mientras tanto, Francia, la Unión Europea y la alianza occidental en contra de Rusia por la invasión de Ucrania pueden estar tranquilos, Emmanuel Macron asegura la continuidad en el liderazgo europeo. Sin embargo, la lucha electoral francesa deja un sistema de vencedores y vencidos en el interior del país que fomenta la división y el caso de cultivo parea el populismo y la ultraderecha xenófoba. La República Francesa tiene años debatiendo su identidad nacional y por reconocer aquello que ha de denominarse como “francés”.

Lo cierto es que Emmanuel Macron parte con ventaja. No solo porque los franceses suelen dar la mayoría al presidente elegido en las legislativas, sino también porque su partido está unido y no presenta fracturas, mientras que ocurre justo lo contrario con sus rivales. Pese a esto, Macron no la tiene fácil. Mientras tanto, Santé! VALE.