En la invasión rusa a Ucrania, está en juego algo más trascendente que una guerra local. Alguien, literalmente, juega con fuego que no es de leña. En los corrillos internacionales cada vez más se habla, aunque tangencialmente, de lo que fue la Segunda Guerra Mundial. Eso inquieta a muchos analistas. Los hechos empeoran. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informa que más de 4,9 millones de ucranios han huido de su país por la guerra; y el día que aparece este reportaje apenas se cumplen dos meses de la invasión que preparó, durante mucho tiempo, Vladimir Putin. La paz no se espera a la vuelta de la esquina. El asedio a Mariúpol es definitivo, con un costo terrible. Las autoridades estiman que han muerto 21 mil personas; solo quedan 120 mil de una población que antes de la guerra era de 450 mil habitantes.
El lunes 18 de abril, por la mañana, Moscú ordenó lanzar misiles sobre Lviv y Dnipro después de los fuertes bombardeos del fin de semana en Luhansk y Járkiv. Ante la intensificación de la ofensiva rusa, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenksky declaró que no está dispuesto a ceder territorio en el este del país para poner fin a la contienda. Y las autoridades de Mariúpol rechazaron un ultimátum ruso que exige la rendición de las fuerzas ucranianas en la ciudad. En tanto, el subsecretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Martín Griffiths afirmó que el alto el fuego en Ucrania “no está en el horizonte ahora mismo”.
Este tétrico panorama indujo a que varios medios de comunicación rusos transmitan pesimistas notas que se refieren al “inicio de la tercera guerra mundial”. Exabruptos y actos bélicos aparte, el hecho es que en los últimos días, se han expulsados 330 diplomáticos rusos de varios países europeos. De hecho, medios de comunicación rusos aseguraron que “comenzó la tercera guerra mundial”, tras el hundimiento del buque insignia Moskva, atribuyendo el hundimiento a las fuerzas ucranianas. Olga Skabeyeva, presentadora del Canal Rosiya 1, dijo que “la escalada” entre ambas partes podría “llamarse con seguridad la Tercera Guerra Mundial”, porque Rusia “está luchando definitivamente contra la propia OTAN”.
Aunque parezca increíble, fuera de Rusia hay muchos simpatizantes de la sanguinaria invasión que el presidente ruso ordenó desde hace más de dos meses. En México, los hay, sobre todo dentro del gobierno federal pese a declaran a los medios que condenan todo tipo de invasiones. La directriz a favor del régimen moscovita sale desde Palacio Nacional, no es novedad esta actitud dentro de la Cuarta Transformación; sucede que en las “mañaneras” se diga una cosa y en la sede de la ONU, en Nueva York, se afirme otra.
Mientras en la ONU el conflicto se considera desde puntos de vista encontrados, Zelenski es más pragmático. En los últimos días el líder del país invadido rechazó toda posibilidad de ceder el territorio en la región de Donbás para poner fin a la invasión rusa a su país y los ucranianos, como se dijo líneas atrás desafiaron el ultimátum de Putin para abandonar la ciudad portuaria de Mariúpol.
En una entrevista con la cadena CNN, hecha pública apenas el domingo 17, Zelenski dijo aquel “Ucrania y el pueblo de nuestros Estados son absolutamente claros: no queremos el territorio de nadie y no vamos a ceder el propio, punto”….”pero debemos encontrar al menos algún tipo de diálogo con Rusia, si ellos son capaces y si nosotros estamos todavía listos. Pero las probabilidades de esto son cada vez menores día a día”. Además, el líder ucraniano no descarta que el mandatario ruso trate de apoderarse nuevamente de Kiev si es capaz de capturar la región del Dombás. Anticipándose a enfrentamientos más encarnizados, Zelenski puntualizó que en esta zona están acuartelados 44,000 solados ucranianos con experiencia bélica: “Son de los mejores militares que tenemos…hombres que han sobrevivido una gran guerra desde el inicio de 2014”.
Y advirtió que todos los países deben estar preparados para la posibilidad de que Putin decida utilizar armas nucleares y químicas en el conflicto con Ucrania ante la resistencia que ha encontrado en Kiev. Aclaró: “No únicamente nosotros, todos tienen que estar preocupados porque puede puede no ser información real, pero puede ser verdad…Armas químicas, deberían hacerlo, podrían hacerlo, para ellos y la vida del pueblo…Deberíamos pensar en no tener miedo, no tener miedo, pero estar preparados. Pero esa no es una pregunta para Ucrania, no sólo para Ucrania sino para todo el mundo”.
De hecho, la preocupación manifestada por Zelenski no es única, la comparten altos mandos estadounidenses, como lo declaró un poco antes el diplomático de carrera, William (Bill) Joseph Burns, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA): “Dada la desesperación potencial del presidente Putin y los líderes rusos, dados los reveses que han enfrentado militarmente hasta ahora, ninguno de nosotros puede tomar a la ligera la amenaza que representa un recurso potencial a las armas nucleares tácticas o las armas nucleares de bajo rendimiento”.
De hecho, según informes del gobierno de Kiev, desde el lunes 18 Rusia lanzó la esperada ofensiva a gran escala para hacerse del control del este de Ucrania, atacando un amplio frente de casi 500 kilómetros de largo. No obstante, el Kremlin no se refirió al inicio de una nueva fase de la guerra, aunque sí reportó que atacó centenares de objetivos militares con “misiles de alta precisión”, incluyendo un gran almacén en el que se depositaban armas enviadas por el ejército estadounidense y los aliados europeos.
La mayoría de los observadores coinciden en que Rusia parece estar decidida a acelerar el paso con su nueva ofensiva. Las declaraciones de Zelenski confirmaban lo que ya se había visto durante el lunes 18: constantes bombardeos rusos en todo el Dombás, donde el gobernador de Lugansk, Serhiy Gaidai, proclamó el comienzo de la ofensiva en una de sus ciudades, Kreminna (de apenas 20,000 habitantes, lo que permitirá a las tropas rusas atacar la retaguardia de la estratégica ciudad de Sverodonetsk, bastión ucraniano en Lugansk). Enseguida informó de los primeros combates en las calles: “La situación ha cambiado radicalmente”, dijo.
Fuentes militares señalan que el objetivo de las tropas rusas es posesionarse de Sverodonetsk y Lisichansk —donde habría aproximadamente 10,000 solados ucranios—, tras lo que podrían avanzar hacia la región de Donetsk en dirección a Sloviansk y Kramatorsk. Además, las fuerzas de Putin también apabullaron con misiles ciudades como Vugledar y Marina, que se encuentran cerca de la línea de separación de fuerzas, casi en el traspatio de Donetsk.
Para que nada falte, los rusos izaron la bandera tricolor —blanco, azul y rojo: el primero significa la libertad y la independencia; el segundo la madre de Dios, protectora de Rusia, y el tercero, la soberanía— en el edificio del ayuntamiento del puerto de Berdiansk, un nuevo paso para el tendido de un corredor terrestre entre territorio ruso y la anexionada península ucraniana de Crimea a lo largo de la costa del mar de Azov.
Para que este corredor terrestre esté completo, el ejército de la Federación Rusa imperativamente necesita la caída definitiva de Mariúpol, que por el momento divide a las fuerzas rusas entre las que controlan parte del Dombás y las que invadieron por la península de Jersón desde Crimea. Al respecto, Volodímir Zelensky acusó a Moscú de “querer borrar de la faz de la tierra” todas las ciudades de la región, “todo aquello que trajo fama a esta zona industrial”.
El caso es que Mariúpol, devastada por bombardeos indiscriminados que han provocado la muerte de centenares de civiles, y prácticamente arrasada hasta sus cimientos, sigue resistiendo con tropas ucranianas y con infinidad de voluntarios. Un grupo de estos, alrededor de mil, que incluyen a mujeres y niños, se han refugiado en las instalaciones de la acería de Azovstal, una antigua planta metalúrgica. Según Arsén Avákov, ex ministro ucraniano del Interior, esos habitantes “viven en condiciones terribles, sin medicamentos, ni alimentos, ni agua”. Además, el ex ministro denunció que los rusos “para encubrir sus crímenes, utilizan a la población civil sobreviviente para desenterrar escombros, juntar cuerpos y clavar fosas comunes”. Avákov agregó que “la gente trabaja por la comida” que puede conseguir del ejército ruso”, amén de que “los sin asesores obligan a a los residentes locales a actuar como “combatientes y los envían intencionadamente a los puestos de tiro, donde la gente puede morir”.
Por otra parte, desde el campo diplomático, fuentes oficiales de Kiev, filtraron la noticia de que Ucrania cumplió con el formulario para ser reconocido como país aspirante a ingresar a la Unión Europea (UE). Así las cosas, se van dando los pasos y los plazos fijados por la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, que recientemente visitó —el 8 de abril— la capital de Ucrania para reunirse con el presidente Zelenski.
Así las cosas, el gobierno ucranio ahora espera “una respuesta positiva” a la solicitud por parte de Bruselas. Kiev espera que su demanda sea abordada en la próxima cumbre de la UE, entre el 23 y 24 de junio, para que se le reconozca el status de aspirante a ingresar en el bloque comunitario. En su encuentro, Zelensky destacó que el ingreso de su país en la comunidad europea “representa las aspiraciones por las que está luchando nuestro pueblo. Nuestra gente ha estado mentalmente en Europa durante mucho tiempo. Sin embargo, todos los países tienen que pasar por este procedimiento”.
El dirigente ucranio destacó, no obstante, que el avance de su país en dirección al bloque comunitario “se produce en un momento muy trágico, en el que muchos ucranianos están perdiendo la vida por sus ideales. El objetivo, es claro, ser parte de Europa, entre iguales”. ¡Ojalá! VALE.