Según su creador, Martin Seligman, la psicología positiva surgió en 1998 con su discurso inaugural como presidente de la Asociación Psicológica Estadounidense (APA, por sus siglas en inglés). En esa ocasión, Seligman consideró que la psicología se había alejado del objetivo de hacer más satisfactoria y productiva la vida y se había acercado demasiado al de curar la enfermedad mental.

A partir de entonces se comenzó a abrir un amplio mercado al libro de autoayuda o de superación personal, que si bien es cierto ya existía, obtuvo más difusión y ventas con el apoyo de la naciente psicología positiva, que considera a los individuos como los principales responsables de su desarrollo o florecimiento.

 

Un término poco floreciente

Una de las principales objeciones a este planteamiento es la dificultad de definir claramente el término de florecimiento humano, ya que antes de la apropiación del término por la psicología positiva, se encuentran sus raíces en la filosofía antigua y reapareció el siglo pasado en las ciencias humanas y sociales.

En la psicología positiva “juega un papel central en la investigación sobre una variedad de temas que incluyen la felicidad, la resiliencia, el funcionamiento y el bienestar”, refiere Sarah S. Willen, investigadora de Estudio de los conceptos estadounidenses sobre la equidad en salud (ARCHES por sus siglas en inglés), en Flourishing and health in critical perspective: An invitation to interdisciplinary dialogue (Florecimiento y salud en perspectiva crítica: una invitación al diálogo interdisciplinario), publicado en SSM Mental Health el 27 de enero pasado.

En las ciencias sociales, los académicos plantean el concepto desde los problemas de estructuras y poder, contexto histórico e incluye “preguntas filosóficas, morales e incluso existenciales sobre lo que significa buscar una ‘buena vida’, alcanzar el potencial propio y ‘llevar una vida’, ya sea como individuos o para comunidades en su conjunto”, precisa la antropóloga Willen.

La psicología positiva considera que lo más importante es que el individuo crea que puede alcanzar cualquier objetivo con solo desearlo o pensarlo firmemente, ya que todos los cambios están dentro de la persona. Pero esa actitud, que puede ser necesaria para quienes se sienten inseguros, no basta para lograr el florecimiento humano.

“Nuestra preocupación es que un enfoque estrictamente psicológico sobreestima el control de los individuos sobre su propio bienestar, mientras subestima el papel de las desigualdades sistémicas, incluidas aquellas que las leyes y políticas bien diseñadas pueden ayudar a abordar”, consideran las investigadoras Willen, Abigail Fisher Williamson y Colleen Walsh en el artículo Psychological tips aren’t enough-policies need to address structural inequities so everyone can flourish (Los consejos psicológicos no son suficientes: las políticas deben abordar las desigualdades estructurales para que todos puedan prosperar), publicado el 11 de abril en The Conversation.

 

De lo social a lo individual

Por supuesto que sí es conveniente tomar medidas concretas como cultivar la solidaridad, el respeto y la empatía con familiares, amigos, compañeros y personas en general, así como otros valores éticos, ya que pueden contribuir a mejorar la sensación de bienestar. Pero esto se logra principalmente en quienes tienen cubiertas sus necesidades básicas, como se ha demostrado en una encuesta sobre el particular.

Dentro de un estudio amplio de ARCHES, se realizaron 170 encuestas a habitantes de Gran Cleveland, Ohio, de diferentes características: hombres y mujeres, ricos y pobres, liberales y conservadores, negros, blancos y latinos, a quienes se les preguntó si sentían que estaban prosperando, lo cual engloba de manera general el florecimiento humano; también se les pidió mencionaran tres factores que la gente necesita para prosperar.

Los seis factores más mencionados en orden decreciente fueron: apoyo social, tener una fuente estable de ingresos, determinantes sociales de salud (alimentación, vivienda, transporte, educación, sensación de seguridad, entre otros), sentido de identidad y autovalor, familia y un trabajo significativo.

Las autoras de la encuesta hacen notar “cómo las oportunidades para prosperar están ‘profundamente influenciadas por los contextos circundantes de la vida de las personas’, incluidos factores estructurales y materiales, como un ingreso estable y el acceso a los determinantes sociales de la buena salud, que están casi completamente ausentes de la mayoría de los principales enfoques para prosperar”.

Así que no basta con anhelar la prosperidad, pararse delante de un espejo y decir merezco la prosperidad o repetir un mantra tres veces al día. También deben mejorarse las estructuras políticas y sociales.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico