La noche de este viernes 29 de abril del año 2022, BRILLAMOS todos quienes asistimos en Monterrey a la función de la ópera “La Légende de Rudel”, del mexicano Ricardo Castro.

Les platico: Jaufré Rudel fue un muy gentil hombre, por herencia, príncipe de Blaia.Sin verla, se enamoró de la condesa de Trípoli, por el bien que oyó decir de ella a los peregrinos que volvían de Antioquía.

Hizo de ella muchos versos con buen son aunque con pobres palabras, porque aunque uno quiera, no se puede tener todo en esta vida, ni en las anteriores. Y por deseo de verla se hizo cruzado y se embarcó y cayó enfermo en la nave y fue llevado a Trípoli, a un albergue. Ahí fue dado por muerto.

Esto se hizo saber a la condesa y fue a él, a su lecho y lo tomó en sus brazos.

Más cuando él supo que era la condesa, al punto recobró el oído y el aliento y alabó a Dios, porque le había mantenido la vida hasta haberla visto; y así fue como murió en sus brazos. Y ella lo hizo enterrar con gran honor en la casa del Temple; y luego, aquel mismo día se hizo monja por el dolor que por él tuvo hasta su muerte.

 

El acrónimo

Sí, en estos breves párrafos he descrito para ustedes la trama de la ópera que se resume en el acrónimo del título de este artículo. La noche de este viernes 29 de abril del año 2022, BRILLAMOS todos quienes asistimos a la primera función de la ópera “La Légende de Rudel”, del mexicano Ricardo Castro, considerado como el último romántico del porfiriato.

Brillamos, sí, los 110 cantantes, actores, músicos, bailarines, coros, traspuntes y el público a quienes nos fue ofrecida esta deliciosa, romántica y elegante velada en la gran sala del Teatro de la Ciudad.

 

¡Brillamos!

México Ópera Studio brilló una vez más como una de las organizaciones que más talento joven impulsa y desarrolla hacia el mundo de las bellas artes, en este caso, al de la ópera y la música fina. Se ubica MOS como uno de los mecenazgos más notables de México, y su reconocimiento traspasa las fronteras.

A los críticos que haciendo alarde de su vocabulario de expertos, de pronto se podrían poner medio puntillosos con la narración crónica de esta presentación -que se repetirá este sábado 30-, solo quisiera recordarles que el elenco que tiene a su cargo la puesta en escena de ésta obra, está conformado por jóvenes promesas, valores todos que están en pleno desarrollo de sus facultades vocales e histriónicas.

Su proyección rebasa las fronteras y son jóvenes talentos en vías de desarrollo, ténganlo presente.

 

Talento brilla portodos lados

Al fulgor de las hogueras de los peregrinos que volvían de Antioquía, brillaron las cualidades artísticas de cantantes que se han fogueado con acreditados maestros, como Rennier Piñero, Alejandro Miyaki, Aida Bousselma y el resto de los directores que transmiten su experiencia a los jóvenes.

Y en medio de todo esto, el Consejo de MOS, formado por Alejandro Pérez, Verónica Muguerza de Pérez, Alberto de la Garza Evia, Carmen Páez de De la Garza Evia, Gustavo M. de la Garza Ortega, Carmen Bortoni de De la Garza, Jorge Vázquez y Leonor Guzmán de Vázquez. Y brilló también el público, porque está abrazando con entusiasmo estas muestras de cultura que suelen reservarse para escenarios de alcurnia.

El Teatro de la Ciudad, recién salido de la manita de gato que quedó a deber la anterior administración de CONARTE -lo cual provocó su cierre más allá de pandemia como motivo- sigue siendo el foro adecuado para este tipo de manifestaciones.

No hay otro. Ah, bueno sí, lo hay, el Auditorio San Pedro, pero los problemas que tiene ese lugar no son de acústica, tramoyas o proscenios, sino de quienes lo dirigen desde un ayuntamiento que enterró la cultura, porque no la considera importante, simple y sencillamente porque no le entienden a ese tema.

La que tampoco le entiende a eso es Melissa Denis Segura Guerrero, la flamante -bueno, ya no tanto- Secretaria de Cultura del gobierno de Samuel García. Todavía sigo esperando ver las armas que porta, porque lo que es hasta ahora, ni un flamazo ha dado.

 

El elenco

Estuve en el rehearsal y ahí paladeamos a la mezzosoprano tapatía Itzeli Jáuregui, que nos mostró a cabalidad sus altas dotes histriónicas. Casi nos íbamos sobre de ella para darle el pésame por la muerte de su amado Jaufré, en la dramática escena final.

El tenor Manuel Dávalos en el papel protagónico, mostró por qué está considerado como uno de los alumnos distinguidos del maestro Enrique Patrón de Rueda. El bajo Carlos Adrián, en su personificación del Capitán, merecía que le ascendieran de perdido a Coronel, al final de la obra. Fernando Cisneros, barítono que representó al Peregrino, como ya lo he dicho otras veces, está listo para dar el gran salto.

De habernos asomado al foso de la orquesta, su director hubiera pasado por un señor de -por lo menos- la tercera edad. Esto que escribo, espero que Alejandro lo tome como un cumplido, porque así lo es.

Los coros del Ensamble de la Facultad de Música de la UANL y del coral del MOS eran mecidos por Alejandro con su mano izquierda, y con la batuta de su mano diestra, marcaba la pauta a los soberbios músicos de la Sinfónica del MOS, que fueron reforzados por varios elementos de la OSUANL, uno de ellos mi amigo Gustavo Ramos, estupendo percusionista.

La coreógrafa Ranniely Piñero hizo danzar hasta al mismo público en las partes del barco y en el intermezzo y Carolina Vanegas estuvo dándole a la Singer el mismo día del ensayo general.

¡Autor, autor, autor!

A lo mejor al final, Miyaki pudo haber elevado sobre su cabeza la partitura de esta obra, como un homenaje a Ricardo Castro, porque la música es bellísima; romántica a veces y enérgica en momentos climáticos; elegante y transportadora.

Me encantó la obertura del segundo acto, donde, cuando apenas se alza el telón tras el único intermedio, los bailarines del Cuerpo de Baile de la Escuela Superior de Música y Danza, comandados por el maestro Jaime Sierra, se apoderaron por largos minutos del escenario, para deleite del público, que gozó de ese espectáculo sin palabras, solo música, que nos regalaron.

Bravo aquí a Ranniely, porque en la escena de la tormenta solo faltó que el teatro se meciera cual barco ante el oleaje simbolizado con lienzos celestes que ondularon a lo ancho del escenario.

 

Cajón de Sastre

“MOS es ejemplo nacional de mecenazgo. Merece ser replicado”, dice la irreverente de mi Gaby.