Tal y como se esperaba, el presidente  de la Federación Rusa, Vladimir Vladimirovich  Putin aprovechó, en Moscú, su discurso del lunes 9 de mayo —en la ceremonia conmemorativa del Septuagésimo Séptimo  aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial— para “justificar” lo “injustificable”: la invasión del Ejército ruso a Ucrania desde el 24 de febrero último. El hombre fuerte de Rusia  aseveró que la invasión de Ucrania era “una decisión forzada y oportuna, pero, sobre todo, “la única que podría tomar”. Con burda maniobra verbal en la que juega con la inteligencia de todo mundo, el dirigente de Rusia pretende convencer a propios y extraños  que “la operación militar especial”, llevada a cabo por las fuerzas militares de su país era el camino correcto. Pese a todo, hay quienes le creen.

En su discurso, el hombre que conduce los destinos del pueblo ruso intercaló algunas “razones” con el ánimo de que sus órdenes se “entendieran” aquende y allende los mares: “Kiev anunció una eventual adquisición de armas nucleares”, y el bloque de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico del Norte) “se movilizó de manera que representaba una amenaza inaceptable” para la seguridad de Rusia. De tal suerte, que el envío de las tropas a Ucrania fue, entonces, según el parecer de Vladimir Putin, “la única respuesta de un país soberano, fuerte e independiente”. Frente a lo que el jerarca ruso ve son amenazas por parte de la OTAN, Putin estima que su país “ha respondido la agresión de manera preventiva”. Solo con una manera muy distorsionada de las cosas, puede “aceptarse” el razonamiento de Putin. Por lo mismo, Washington y otras capitales en el mundo afirman que el razonamiento del presidente de la Federación Rusa al decir que la guerra en Ucrania es “defensiva” es un “flagrante absurdo”. Así, sin suspender los bombardeos, ni ordenar  cambios en la ofensiva contra Ucrania, Putin conmemoró el venerado “día de la victoria”.

Así, pese a lo que muchos analistas esperaban, el Presidente de la Federación Rusa, no declaró oficialmente la guerra a Ucrania y tampoco mencionó la inquietante movilización general en su país, el más extenso del planeta. La fecha más patriótica del calendario militar de la Federación, que resalta el heroísmo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética de Rusia (URSS) en la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar en la famosa Plaza Roja de Moscú. En la parada, tomaron parte 11,000 soldados y 131 vehículos blindados, incluyendo los tanques Armata.

En los 11 minutos que duró su discurso, el presidente ruso evitó referirse a la invasión como “operación especial” o “guerra”, pero fue evidente su esfuerzo por establecer paralelismos entre lo que sucede en Ucrania y la IIGM, y el sentimiento patriótico, tan del gusto del pueblo ruso. Así como la vinculación de la invasión a Ucrania con la victoria en 1945, culpando a Occidente y la OTAN por rechazar sus demandas de seguridad.

En ese sentido, Putin dijo: “En diciembre del año pasado, propusimos la celebración de un acuerdo sobre garantías de seguridad. Rusia pidió a Occidente que se entablara un diálogo honesto, en busca de soluciones de compromiso razonables, para tener en cuenta los intereses de cada uno. Todo en vano”. Y agregó que la Organización Atlántica y Ucrania orquestaron —sin presenta una sola prueba—, una “operación punitiva en Donbás, la invasión de nuestras tierras históricas, incluida Crimea”. Débiles argumentos para tratar de defender la “invasión” de una nación que no disparó un solo tiro en contra de Rusia antes del 24 de febrero pasado.

Eso sí, el hombre que manda en el Kremlin resaltó las virtudes de su país: “…Nosotros somos un país diferente. Rusia tiene un carácter diferente. Nunca abandonaremos nuestro amor por la patria, nuestra fe y valores tradicionales, las costumbres de nuestros antepasados y nuestro respeto por todos los pueblos y culturas”. (Palabras que recuerdan a un mesías tropical que se especializa en ganar voluntades locales y extranjeras regalando dinero del erario público a manos llenas. Dios los cría y ellos se juntan).

Para el recordatorio: el 9 de mayo de 1945, a las 1.01 de la madrugada exactamente (Hora de Moscú), por órdenes del “padrecito” José Stalin, firmó el acta de capitulación por parte de la Alemania nazi en Berlín el mariscal Wilhelm Keitel, frente al mariscal ruso Gueorgui Zhúkov que representaba el Alto Mando soviético. Una victoria de los aliados de la época que fue posible principalmente por la entrada del Ejército Rojo en la capital del tercer Reich. Esta fecha marca el final de lo que los rusos llaman la “Gran Guerra Patriótica. Refiriéndose específicamente a la guerra en contra de la Alemania nazi entre 1941 y 1945, y a la invasión de Rusia por la tropas del tercer Reich.

Las interpretaciones del discurso de Vladimir Putin el 9 de mayo no se hicieron esperar. Por ejemplo, David Roger Marples, historiador canadiense de origen británico y profesor universitario en el Departamento de Historia y Clásicos de la Universidad de Alberta, Canadá, especialista en política contemporánea de Bielorrusia, Rusia y Ucrania, publicó el martes 10, en el periódico español  La Razón, un análisis —titulado Nada que celebrar—, del tema que nos ocupa, y del que citamos dos párrafos esenciales: ¿Por qué Putin no ha declarado oficialmente la guerra?

—Es reacio a ordenar el reclutamiento total porque sería una medida muy impopular en Rusia. La guerra se considera oficialmente una “operación militar especial” para destituir a un gobierno neonazi y desmilitarizar Ucrania. Obviamente, los objetivos reales eran mucho más amplios: ocupar rápidamente Kiev y sustituir a los dirigentes ucranianos. El fracaso de las dos primeras grandes operaciones ha limitado el asalto ruso al este y al sur. Y las pérdidas militares rusas ya son elevadas. Con la reanudación  del asalto a Donbás, Putin ha vuelto a lo que podría denominarse su “cautela normal”, en contraste con su insensata decisión de atacar Ucrania en varios frentes a la vez con tropas insuficientes y mal dirigidas. Sin embargo, necesita desesperadamente una campaña exitosa para anexionar Lugansk y Donetsk, y probablemente tiene suficientes tropas para lograr este objetivo más limitado”.

—Putin critica a Occidente y la expansión de la OTAN. ¿Cuenta con el apoyo de la población rusa?

—“Por el momento, cuenta con suficiente apoyo. Pero como ocurre con cualquier población en guerra, cuanto más dure el conflicto y más afecte a la situación económica y social de Rusia, antes caerá la popularidad de los que llevan a cabo la guerra (Putin y su Consejo de Seguridad). Debido al control gubernamental casi total de los medios, el impacto de la guerra está tardando en ser comprendido adecuadamente dentro de Rusia. El impacto de la respuesta occidental de recortar las importaciones energéticas rusas tardará aún entre uno y dos años en tener efecto”.

En suma, el lunes 9 de mayo, al cumplirse 76 días de guerra, Vladimir Putin se enfrentó a algo que no pudo disfrazar: un Día de la Victoria en el que no tenia mucho que celebrar. Y, sin la presencia acostumbrada de líderes extranjeros que solían acompañarlo en fechas semejantes, evitó desvelar sus planes militares y justificó el conflicto por una “amenaza absolutamente inaceptable” de los países contra Crimea. En este contexto, dijo Putin, EUA y otros países de la OTAN han enviado “el armamento más moderno y cientos de asesores” a Ucrania. De esta manera, agregó el mandatario, “se estaba cerrando de manera planificada una amenaza absolutamente inaceptable junto a nuestras fronteras y todo indicaba que sería inevitable el enfrentamiento con los neonazis y los seguidores de Stepan Bandera (líder de los nacionalistas ucranios en la IIGM que colaboró con la Alemania hitleriana), con el respaldo de EUA y sus socios menores”.

Y en ese tenor continuó su discurso, arremetiendo contra Washington, que “sobre todo después del colapso de la Unión Soviética, proclamó su carácter exclusivo, humillando no sólo a todo mundo, sino también a sus satélites que tienen que fingir que no se dan cuenta de nada y tragarse dócilmente todo”. En ese sentido, el jerarca ruso se dirigió tanto a los soldados rusos como a los milicianos separatistas que están en el Donbás: “que están combatiendo por la patria, por su futuro, para que nadie olvide las lecciones de la Segunda Guerra Mundial. Para que no haya lugar en este mundo para los verdugos  y los neonazis”.

Durante más de dos meses y medio de bombardear las ciudades ucranianas que ha podido, Putin y su gobierno han dicho repetidamente que el objetivo de la llamada “operación especial” ese desnazificar a Ucrania y que liberar al país de los nazis (algo inventado y recreado desde Moscú desde hace mucho tiempo) es una cuestión de “supervivencia rusa”. En la Federación Rusa, el flujo constante de Fake News —muy a la manera de Donald Trump en EUA—, con múltiples historias plausibles e inverosímiles han dejado de producir indignación, sino apatía. Millones de personas se enfrentan a la gran disyuntiva de cómo distinguir la verdad de lo que no lo es. El panorama mediático nacional se han estado preparando durante años a través de los medios de comunicación controlados por el Kremlin para que la sociedad sintiera apatía por lo que sucede en Ucrania.

Receloso de todo lo que le rodea, Putin dispuso que para evitar cualquier interrupción en un evento transmitido “en vivo” y en cadena nacional para todo el país, el discurso se retransmitió con varios segundos de retraso. Y Putin admitió que Rusia había sufrido pérdidas militares, pero no especificó cuántas. Las últimas cifras oficiales publicadas por el ministerio de Defensa de Rusia apuntan a 1,351 soldados muertos. Cifra que desde hace seis semanas dejó de actualizarse. Asimismo, adelantó que la “victoria está cerca, sin especificar los avances de sus tropas en ciudades ucranianas, mismas en donde el lunes 8 de mayo se temía una inminente escalada y hasta nuevas anexiones como hace ocho años. Aunque tales advertencias no se cumplieron, sí continuaron las embestidas en zonas fuertemente asediadas, como Mariúpol, Járkov y Odesa.

En esta ciudad, se reportó el resguardo del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ex Primer Ministro de Bélgica, pues durante el lanzamiento de misiles estaba de visita recorriendo la devastación causada y afirmó que “no defraudarán a Ucrania” y que seguirán apoyando a la nación de estos actos de guerra.

Después del discurso de Putin, como es habitual en cada aniversario del Día de la Victoria, comenzó la exhibición de poderío militar ruso, aunque en esta ocasión desfilaron en la Plaza Roja —el emblemático centro moscovita  que desde 1924 se usa para desplegar los desfiles militares que más de una ocasión han intimidado al mundo—, dos mil soldados menos que en 2021, igual que fue un número inferior de armamento —hace un año hubo 61 piezas más, sin faltar tranques, carros blindados, cañones, sistemas antiaéreos, misiles tácticos y estratégicos. De última hora, por una inesperada nubosidad, se suspendió la exhibición aérea que debía concluir con una Zeta (el símbolo de la invasión a Ucrania, para distinguir los tanques propios de ellos enemigos, formada por una escuadrilla de cazas bombardeos rusos.

Así como Putin aprovechó el aniversario de la rendición de Alemania en 1945, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky aseguró que “muy pronto habrá dos Días de la Victoria en Ucrania”, aludiendo al triunfo sobre la Alemania nazi en la IIGM hay otros para recordar el triunfo que espera lograr en el actual conflicto con Moscú.

Para no perder la oportunidad, Zelensky calificó a Vladimir Putin como “Sólo un loco puede querer repetir lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, y cualquiera que repita crímenes como los ocurridos entonces, está imitando la filosofía nazi”.

Dadas las circunstancias, no está cerca el fin de esta “guerra” no declarada pero que como todas, a cada minuto qué pasa suma más muertos y destrucción, sobre todo en el bando más débil: Ucrania. No obstante, es posible que Vladimir Putin haya calculado mal la situación a la que se enfrenta a escala global. Es posible que Rusia no esté en capacidad para sostener una empresa de tal envergadura y cuando llegue el momento  de alcanzar un acuerdo no se volverá a la relación anterior sino a una posición para Moscú diferente. Pero puede ser al contrario. Todo es posible. Lo que deben evitar los interesados es no llegar a una Tercera Guerrea Mundial, pues entonces el Día de la Victoria sólo lo celebrará la MUERTE. La chispa está encendida. Todo mundo puede quemarse. VALE.