Algunos estados de la República se hallan en plena efervescencia política. Es la etapa de los ofrecimientos, las promesas y de los compromisos. Acompañan a los candidatos a las gubernaturas y otros puestos, aquellos a quienes el dedo todo poderoso de AMLO ha señalado como posibles candidatos a sucederlo en el cargo. Se placean y oyen los gritos de sus paleros: ¡Presidente, presidente!

Marcelo fue uno de los que se placearon; no le fue mal. Demostró que tiene aficionados en donde se planta. Claudia Sheinbaum jura y perjura que los días que anda en campaña en pro de los candidatos de su partido no percibe sueldo. Bien por ella. Ricardo Monreal se estrenó como director de orquesta. Los que le escucharon la “Marcha Zacatecas”, dicen que no estuvo mal, pero tomaron como mal sino el que haya ejecutado precisamente esa obra. Hace muchos años, con ella se ponía fin a las ceremonias públicas y se decía adiós a la concurrencia. Adán, el pobre Adán, con su nula simpatía, desganado, se placea sin pena ni gloria.

En las campañas electorales locales, como siempre, las promesas más estrafalarias, irreales o de imposible realización, las formulan los candidatos a la baja, los que no tienen ninguna posibilidad de ocupar el cargo al que aspiran. Ellos, como saben que no llegarán, ni estarán obligados a cumplir lo que ofrecen, hacen promesas; reparten ilusiones a diestra y siniestra.

La semana pasada, el candidato del Partido Acción Nacional a la gubernatura del estado de Tamaulipas César “Truko” Verástegui, con tal de llamar la atención. No de ganar la elección, ha prometido que su gobierno pagará las liposucciones que los “gorditos” de su estado necesiten. No fue una declaración irresponsable: “… se harían previa evaluación de especialistas”.

Sólo faltó que la promesa la hiciera ante notario, como lo hizo alguien que ahora se ha convertido en un españolete detestable y cuya libertad depende de que las cosas políticas no se le compliquen a quien actualmente ocupa la presidencia de la república.

No sé por qué razón el candidato del PAN en Tamaulipas, con sus promesas, me recuerda a alguien cuyas iniciales son AMLO. Prometer no empobrece … ¿Tendrá idea el candidato del costo que tiene una operación de liposucción? ¿Estará enterado de lo que cuestan las evaluaciones que realicen los especialistas?

Llegado el momento, ¿quienes serán los primeros favorecidos? Los gorditos que muestren su credencial de panistas. ¿Será un programa del que sólo se beneficien los tamaulipecos o los “chilangos” tendremos alguna oportunidad de ser atendidos? En ese caso, ¿dentro del servicio de liposucción están comprendidos los gastos de hospedaje y alimentación durante el tiempo que duren los estudios, se realice la operación y se recupere el paciente? Muchos estamos interesados en saber, con detalle, los términos operativos.

¿Por qué el candidato del PAN no ofreció construir gimnasios, reconstruir los existentes, preparar los técnicos que los atiendan y establecer programa generalizados que induzcan a los habitantes a seguir programas dietéticos adecuados que eviten la obesidad? Hacerlo se me antoja que era más realista y creíble. No, tenía que irse por las ofertas de relumbrón y que, por serlo, son imposibles de cumplir.

Si lo que “Truko” pretende es que las liposucciones se hagan en los centros de salud a cargo del estado de Tamaulipas, les está echando encima una tarea de imposible realización; y si lo intentan lo harían con descuido de otras materias que son más urgentes y necesarias.

Si pretender hacerlo con dinero público y recurriendo a clínicas privadas, en menos de dos meses se habrá agotado el presupuesto de seis años, lo que implicaría no poder cumplir los otros ofrecimientos que está haciendo durante su campaña.

Entiendo que la liposucción es una operación de alto riesgo. ¿Contará el estado con los elementos clínicos y hospitalarios para hacerle frente? De no ser así, se estaría haciendo un ofrecimiento riesgoso.

El candidato Verástegui hace honor a su apodo. Recurre a un truco para engañar a los tamaulipecos y llegar a la gubernatura. Una vez en ella, como dice Maquiavelo: No le faltaran razones para no cumplir su palabra o sus ofrecimientos.

Ciudadanos tamaulipecos no le hagan caso a ese charlatán; no se dejen engañar nuevamente. Ya fuimos engañados una vez en el nivel nacional y vean como nos fue. El señor Verástigui sólo habla porque tiene boca. Él, como todos los políticos, lo hace y lo volvería hacer por cuanto a que sabe que en el sistema jurídico mexicano no hay una vía ni una instancia para exigir a los candidatos formular promesas realistas; que sea capaz de obligar a los candidatos vencedores a cumplir los ofrecimientos que hicieron en campaña y que también sea competente para exigirles responsabilidad en caso de que no lo hagan. Son promesas que se lleva el viento.

El Partido Acción Nacional ¿permitirá ese despropósito con tal de retener la gubernatura del estado de Tamaulipas? ¿No lo obligará a hacer promesas más realistas y que vayan de acuerdo con la función pública a la que aspira llevarlo?

Otros candidatos, más moderados, hacen promesas más alcanzables o realistas. En fin. Somos testigos, de nueva cuenta, de cómo se engaña impunemente a la ciudadanía.