Entrevista Tonatiuh Guillén López, investigador

En el presente sexenio, las fuerzas armadas mexicanas han sido colocadas en funciones que tradicionalmente eran desempeñadas por civiles. Un ejemplo es la administración de aduanas –con el pretexto de la corrupción imperante en dicho sector–, pero también han sido utilizadas como constructores, como lo sucedido con el aeropuerto Felipe Ángeles y un tramo del Tren Maya.

La pregunta que se hace en mesas de análisis es si esto es conveniente, tanto para el país como para las propias fuerzas armadas.

Siempre platicó con Tonatiuh Guillén López, ex comisionado del Instituto Nacional de Migración y académico que ha tenido actividad en el Colegio de la Frontera Norte y actualmente como investigador en el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM.

En un texto reciente, cuestiona el papel que las fuerzas armadas han tenido en ámbitos civiles con la actual administración federal, tema en el que abunda para este medio.

Tonatiuh Guillén López

¿Qué opinión le merece las distintas funciones –puertos, aduanas, construcción de infraestructura como es el caso del AIFA, que se le han encomendado a las fuerzas armadas en la presente administración?

Hay varios puntos de vista que hay que señalar. Uno inicial es que en la promesa de campaña de López Obrador hubo la insistencia de que se regresaría a las fuerzas armadas a sus funciones tradicionales, las sustantivas, de regresar a los cuarteles y tener una separación de lo que había sido su función en los sexenios anteriores, sobre todo en materia de seguridad. Entonces, primer dato, es un incumplimiento y contradicción con la oferta original.

El segundo punto de referencia, es que la incursión tan amplia de las fuerzas armadas en funciones civiles rompe una larga tradición que se construyó con mucho esfuerzo desde finales de los años 40, 50 y hasta recientemente, de unas fuerzas armadas profesionales, leales, muy bien estructuradas y centradas en sus funciones. Antes de los años 40, las fuerzas armadas eran un actor político fundamental, tuvimos generales en la presidencia, en las funciones, y era en cierto sentido inevitable por el proceso de la Revolución de principios de siglo, pero transitar del mundo militar, de la política dominada o con un muy preeminente papel de las fuerzas armadas en la política y el gobierno se transitó, sobre todo después de Cárdenas, a una profesionalización creciente, a una separación clara de funciones entre lo militar y lo civil.

Esta separación fue vigente hasta el gobierno de Felipe Calderón, en el cual se hace una presión a las fuerzas armadas para una incursión muy fuerte en seguridad pública.

Pero ahora, lo que está pasando es que ya es el desborde, no es el tema de seguridad pública –en donde, por cierto, no nos ha ido mejor, hay que agregar– sino en multitud de funciones, algunos colegas se han encargado de sistematizar, de áreas civiles que no tendría porqué estar las fuerzas armadas, en una decisión que es de este gobierno.

Y luego el punto central de todo esto es en la ruta del gobierno de López Obrador hay un gran riesgo, el gran riesgo es que la estructura profesional que costó tanto desarrollar, la disciplina, el orden, las capacidades de las fuerzas armadas están en riesgo por andar incursionando en otras funciones que no le tocan y, sobre todo, están en riesgo cuando las funciones civiles tienen un entorno muy susceptible de corrupción, como sería el caso en migración, en donde hay tráfico de personas que es una megaindustria, una megaeconomía que es una explotación de migrantes y refugiados, pero que puede también afectar la relación de las fuerzas armadas, o la obra pública que es otra cuestión que se ha denunciado mucho con potenciales de distorsión.

Entonces, al final la pregunta es si no estamos arriesgando innecesariamente y si no estamos en una ruta en la que nos haga perder al gran y respetado aparato que han sido las fuerzas armadas en beneficio de decisiones que no necesariamente mejoran las funciones civiles, ni ganamos por un lado, en el área civil, pero si podemos perder en el otro que es el de afectar a grandes instituciones.

En resumen, ese es el dilema en el que andamos.

El presidente ha dicho que se coloca a las fuerzas armadas en áreas civiles porque no hay de otra, y por la confianza que tiene hacia ellas, ¿eso es cierto?

No, es una distorsión de los conceptos. Tenemos una administración pública con enormes inercias y, sin duda, distorsiones y corrupción de largo tiempo, pero la solución no es el Ejército, la solución es transformar a la administración pública en sí misma.

Qué quiere decir esto, tenemos necesidad de una reforma, modernización y desarrollo tecnológico de la administración pública en su conjunto y de servidores públicos en su conjunto, y de sistemas de control de la administración pública y sus servidores, pero no tiene que pasar necesariamente por las fuerzas armadas.

Esto es un argumento que en cualquier otro país del mundo desarrollado no se sostendría, es un argumento que justo los países desarrollados están en una tarea continua de modernización de su administración, en una tarea continua de mejoramiento de los instrumentos de control, de control técnico y jurídico, en una tarea continua, muy compleja, de formación de servidores públicos profesionales. Eso se hace en el mundo desarrollado y es lo que debiéramos estar haciendo nosotros también y no dándole la vuelta con fuerzas armadas.

 

Además del tema de la corrupción, algo de lo que se hablado con el aeropuerto Felipe Ángeles, ¿qué otros riesgos ve en este tema para las fuerzas armadas?

En genérico, el gran riesgo para llamarlo con un solo concepto es perder a la gran institución; que la gran y respetada institución que son el Ejército y la Marina se deterioren en este camino, sólo hay que recordar que nos costaron 80 años de profesionalización, capacitación, estructuración de cuerpos armados muy capaces y que eso es lo que esté en riesgo.

Ese gran riesgo no vale la pena para estar incursionando en él y deberíamos estar en la modernización de la administración, sus desarrollos lógicos, el desarrollo de instrumentos de control técnicos y jurídicos y profesionalización del servicio público, que ha sido un gran tema de largo tiempo y al cual no le hemos entrado seriamente, entonces eso es lo que debiéramos estar haciendo en realidad.

Por último, al interior de las fuerzas armadas se ha estado manifestando alguna inconformidad, incluso se empieza a hablar que esto llega a altos mandos y empiezan las quejas por tantas actividades, ¿qué pasará si esto crece?

Reitero, hay un gran riesgo de destrucción de instituciones, ese es el gran asunto y si está generando tensiones internas, es muy probable, no lo sé, no tendría los elementos para sustentar esta parte, pero hay una probabilidad alta y sería una también una tensión, porque las fuerzas armadas algo que las caracteriza y de manera ejemplar su desempeño es su disciplina y la obediencia.

Entonces, están en eso, haciendo lo que saben hacer, es un cuerpo disciplinado que obedece a los mandos y en este caso, están obedeciendo a su jefe máximo.

Aquí hay que felicitar la disciplina y la obediencia, pero también hay que subrayar que el riesgo no es menor, al final tendremos que lamentar que haya daño en ese aparato.

@AReyesVigueras