La comercialización en México y en otros países de los cigarrillos electrónicos y dispositivos personales de vaporización eléctricos similares, se basa en publicidad engañosa que intenta demostrar que son inocuos o menos nocivos que el humo del tabaco; que su “vapor” no afecta a quienes no lo consumen; que pueden ser útiles para comenzar a dejar de fumar; que algunos no tienen nicotina; y que sus sustancias aromáticas son agradables e inofensivas.

Sin embargo, la realidad es otra: son tanto o más peligrosos que el tabaco en combustión; su “vapor” es muy tóxico; no es un remedio para dejar de fumar, en algunos casos se consumen ambos, y en cambio sí pueden ser la puerta de entrada al cigarrillo tradicional. Pero los fabricantes y comercializadores lo niegan.

 

El atractivo aroma que daña

La aparición de los sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN), sistemas similares sin nicotina (SSSN), sistemas alternativos de consumo de nicotina (SACN) y los que continúen surgiendo, forman parte de una campaña silenciosa de los dueños de tabacaleras que pretenden conservar y aumentar sus ganancias, que se han visto disminuidas, una vez que reconocieron que sus productos tradicionales causan daños a la salud.

La nueva estrategia consiste en captar a niños, adolescentes y jóvenes. “Los investigadores han señalado que existen más de 15,000 sabores en los cigarrillos electrónicos, incluidos sabores que han demostrado ser atractivos para los jóvenes, como el algodón de azúcar”, refiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su documento Tácticas de la industria tabacalera y de otras industrias relacionadas para atraer a generaciones más jóvenes.

Además, refiere la OMS, “se promocionan ampliamente como productos atractivos, inofensivos, modernos, de alta tecnología y de lujo. Los elegantes diseños pueden ser engañosos, se presentan en formas similares a las unidades flash USB y se ocultan fácilmente en la mano de una persona joven”.

Tras esa publicidad, se intenta restar importancia a los efectos de las sustancias que contienen esos productos, como el propilenglicol y la glicerina vegetal que aumentan la irritación de las vías respiratorias y del pulmón; el diacetilo, que se relaciona con la bronquiolitis obliterante, también conocida como pulmones de palomita porque la sufren trabajadores de las fábricas de palomitas de maíz, donde se emplea el diacetilo como saborizante. Incluso los productos que se anuncian como libres de nicotina, sí tienen esa sustancia entre sus ingredientes, como ha señalado la American Cancer Society (ACS).

 

La obsesiva costumbre de oponerse

La inhalación de esas y otras sustancias, causan graves daños al organismo, que se manifiestan con tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, náusea, vómito, diarrea, cansancio, fiebre y pérdida de peso, que pueden evolucionar a una enfermedad que requiera hospitalización o que lleve al fallecimiento, según la ACS.

Por su parte, la Cofepris (Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios) en su Alerta Sanitaria 12/2021 del 5 de noviembre de 2021, consigna tres tipos principales de daños a la salud: respiratorios por inflamación del tejido pulmonar, que puede causar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma y cáncer; cardiovasculares por los cambios en la circulación sanguínea, que pueden causar arterioesclerosis e infartos; y mutagénicos que aumentan el riesgo de cáncer y alteraciones como disfunción eréctil.

Por estos graves daños a la salud, el 31 de mayo se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el decreto presidencial que prohíbe la circulación y comercialización en el país de sistemas electrónicos de administración de nicotina, sistemas similares sin nicotina, sistemas alternativos de consumo de nicotina, cigarrillos electrónicos y dispositivos vaporizadores con usos similares, así como las soluciones y mezclas utilizadas en esos sistemas.

Estas medidas que en otro país o aquí mismo, bajo otro gobierno, habrían sido reconocidas como importantes para preservar la salud de la población y en especial para proteger a niños, adolescentes y jóvenes, fue recibida con escepticismo y hasta con alarma por sectores empresariales y por algunos medios de comunicación.

El argumento fue que se iba a crear un mercado negro y aumentaría el consumo, aunque en realidad fueron dos las principales razones: es un peligro (no para México), para las finanzas de los empresarios fabricantes, distribuidores y comercializadores de esos productos y la razón de siempre: cualquier acto de gobierno, así sea atinado, será atacado.

Por lo pronto ya se tiene la prohibición, lo que sigue es una campaña de comunicación que difunda los graves riesgos para los jóvenes aspiracionistas de “vapores”.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico