A menudo, obviamos el poder de la observación en nuestras vidas, a pesar de que en novelas como las de Sherlock Holmes era uno de sus instrumentos de trabajo que le ayudaban a resolver los casos que investigaba.

En la ciencia, es fundamental para el método científico, además de que gracias a la observación –incluso con herramientas primitivas– se pudo impulsar la astronomía.

Sólo hay que imaginar lo que la observación junto a su inseparable compañera la curiosidad han logrado cuando los seres humanos las combinan, como por ejemplo en el caso del fuego, alguien observó como ardía un árbol después de la caída de un rayo y se preguntó si eso que irradiaba calor podía ser controlado; el resultado de tales cuestionamientos lo conocemos muy bien.

Así, la observación es algo que se debe estimular como parte de la natural curiosidad que tenemos los seres humanos para formularnos preguntas que deriven en hallazgos, de ahí que el método científico incluya a la observación en sus etapas.

Es más, si revisamos algunos de los avances científicos más importantes en la historia, es seguro que todos partieran de la observación para llegar a descubrimientos que se han convertido en parte de nuestras vidas.

Así que a observar se ha dicho.