Al otro lado del viento (The Other Side of the Wind, Estados Unidos, 1970-1918) de Orson Welles, escrita por Orson Welles y Oja Kodar, Fotografiada por Gary Graver, Montada por Orson Welles y Bob Murawski, Musicalizada por Michel Legrand, con John Huston, Peter Bogdanovich, Oja Kodar, Bob Random, Lilli Palmer, Susan Strasberg…

 

Prólogo inicial de la película:

“A los 55 años, después de 20 años en exilio, Orson Welles regresó a Hollywood para trabajar en su filme Al otro lado del viento. La producción comenzó en 1970 y duró, entre intervalos, hasta comienzos de 1976. La edición siguió hasta la década de 1980. No pudo terminarla, por problemas legales, financieros y políticos. Welles falleció en 1985, y dejó cerca de 100 horas de filmación, una copia con el montaje de algunas escenas editadas, un guion comentado, notas e instrucciones. Este filme intenta honrar y completar su visión”.

 

Introducción, antes de un largo día con su noche y nuevo amanecer:

Se escucha la voz, fuera de cuadro, de Brooks Otterlake (Peter Bogdanovich), acompañada de imágenes fijas, a manera de reportaje para la televisión, que ilustran lo que explica, enlazadas por sucesivos fundidos, hablando sobre Jake Hannaford (John Huston), veterano realizador de películas:

“Ese es el auto. Lo que quedó después del accidente. Si es que fue un accidente. Antes de cambiar de idea, Hannford iba a dárselo al joven actor principal de su última película, John Dale. Y se supone que Hannford ya lo había salvado, anteriormente, de que se suicidara. O eso dice la historia. En cuanto a su propia muerte, sus admiradores estaban seguros de que Hannaford no tenía planeado manejar hasta un despeñadero. Un final cursi. J. J. Hannaford nunca será culpable de eso. Pero había otras opiniones. Falleció hace muchos veranos, un dos de julio. No quise mostrar este documento durante años, porque francamente, no me gustaba como me retrataban. Pero, ya estoy viejo como para que me importe cómo se interpretó mi rol en la vida de Jack. Me llamo Brooks Otterlake, probablemente el acólito más exitoso de Hannaford. En fin, este documento histórico tiene muchas fuentes. De todas las filmaciones hechas para la televisión y para documentales, además de estudiantes, críticos y directores jóvenes, quienes llevaron cámaras de 16 y 8 milímetros, y que fueron invitados al cumpleaños de Jack por sus 70 años. Eso fue mucho antes de las cámaras de celulares y de las imágenes computarizadas. La elección del material es un intento por esbozar un retrato fílmico de aquel hombre, tal como se veía a través de todos esos visores diferentes. La última película inconclusa de Hannaford es parte de este testimonio, Al otro lado del viento. Se ha dejado como estaba, cuando la exhibición en su fiesta, en lo que resultó ser el último día de su vida.

 

Un día con su noche y nuevo amanecer:

La historia comienza con el rodaje, en un plató, previo claquetazo (Márcala. Sauna, Toma nueve), de una orgía lésbica. Se escucha la voz del realizador decir: “Acción”. “Está bien cariño”. “Ya sabes dónde ir”. “Corte”. “Gracias, es todo por hoy”. Destacan, primeros planos de “La Actriz”, (Oja Kodar), quien con John Dale (Bob Random), actúan en The Other Side of the Wind, la película que el veterano realizador Jack Hannaford se encuentra rodando. A continuación, todo el equipo sale del estudio. Afuera, la “parafernalia humana” que danza alrededor del realizador-ícono se encuentra en espera, para trasladarse en caravana a la fiesta que se dará en el rancho de Zarah Valeska (Lilli Palmer), enigmática actriz del pasado hollywoodense, para conmemorar el cumpleaños de Jack Hannaford. Entre los invitados se encuentra Juliette Rich (Susan Strasberg), implacable crítica de cine, y Mr. Pister (Joseph McBride), personificación de la cinefilia y la crítica inconformes, entre otras especies de la jungla que habita el mundo del espectáculo cinematográfico. Se tiene el propósito de exhibir la película, en la fiesta, y, particularmente, para que la vea Max David (Goffrey Land), magnate del estudio, quien espera a Hannaford en la sala de revisión de rollos filmados, cita a la que no llega, recibiendo a Billy Boyler (Norman Foster), amigo de Hannaford, quien le explica el sentido de las tomas que están revisando. Matt Costello (Paul Stewart), asistente personal de Hannaford y miembro del Comité de Actividades Antinorteamericana, le dice a Billy Boyler que tiene que esperar y hablar con Max David. Boyler le dice, sobre Hannaford. “No creo debamos esperarlo”. Cuando ven las imágenes de lo rodado, comenta Billy: “Esto es el comienzo. Viene justo después de lo que filmamos hoy. Se va del sauna, refiriéndose a “La Actriz”, y este personaje la está esperando (refiriéndose a John Dale).” Max le pregunta a Billy: ¿“Veremos todo lo que han filmado hasta ahora?”. Billy contesta: “Los dos primeros rollos, Max. La última parte ya está en el rancho…”

Las escenas silentes, que ven Max y Billy, me hacen pensar en el cine de Michelangelo Antonioni (las paralelas reales, de quienes se trasladan al rancho, en el de Federico Fellini). A lo largo de la proyección de la película Al otro lado de viento, en la que se alternan secuencias de la fiesta, con las incidencias que suceden entre toda la “parafernalia humana”, alrededor del realizador-icono, y las secuencias de la película Al otro lado del viento (las dos tienen el mismo título), que se proyectan en una sala del rancho y en un autocinema (me hacen seguir pensando en el cine de Antonioni, pero con abierta carga erótica, sin simbolismos, aunque al final vemos un gigantesco globo, en forma de falo), pertenecen al tema del “cine dentro del cine”, de manera autobiográfica y profética, de un autor total y consciente de su fin, no como creador, sino físicamente. Cine crudo, maldito y sin concesiones. Una crítica feroz a todo ese mundillo sórdido y desmoralizado del Hollywood-Babilonia y sus despiadadas criaturas que lo pululan.

Película compleja, exuberante y vigorosamente barroca, por su irregularidad narrativa, es decir, combinación de vertiginoso montaje, en la película real, y de sereno montaje, en la otra película, incrustada dentro de la narración real, y viceversa, supone a un Orson Welles, enfant terrible del cine norteamericano, a punto de envejecer, retratándose a sí mismo, como un realizador caduco, alcohólico y extravagante que gustaba de las bellas mujeres exóticas. El largo flashback de un día con su noche y nuevo amanecer es, sin duda un imaginado largo flashforward dramatizado, como si Orson Welles intuyera que así sería su final a los 70 años de edad, recurriendo a un experimental estilo visual inventivo y contrastante, ejemplo de postmodernidad que adoptarían, no sé si exagero, Jean Luc Godard, Pier Paolo Pasolini o Bernardo Bertolucci, con sus propias formas narrativas, muy diferentes de la forma de Claude Chabrol.

La fiesta ha terminado. El acólito rompe con el sacerdote. La otra película va a terminar, con un cante flamenco de fondo. Antes, aparece la impertinencia que genera violencia, de la crítica de cine ebria (Rich-Strasberg). Con música de jazz de fondo, Hannaford, después de volver a encontrar a Dale,  lo invita a subir al auto. Al negarse el joven, arranca a gran velocidad, sugiriendo su evidente muerte. El otro final ocurre cuando “La Actriz” está viéndose a ella misma, bellísimamente desnuda, en la pantalla del autocinema, con el mismo cante flamenco de fondo, de la película Al otro lado del viento. Los dos personajes de Kodar, terminan incólumes y libres, mientras escuchamos una reflexión final de Hannaford.