Todos los años se diagnostica un número pequeño de pacientes con hepatitis aguda de causa desconocida, considerados así porque no se trata de infecciones causadas por los virus de las hepatitis A, B, C, D y E, que ya están identificados. Sin embargo, no causan mucha inquietud porque son un reducido número de casos.

En contraste en este año, a partir del 5 de abril, cuando el Reino Unido informó de 10 casos de hepatitis aguda infantil de origen desconocido (un número mayor al que se registra cada año), se presentó nuevamente una situación de alerta sanitaria, primero en Escocia, donde surgió el brote, y después en otros países europeos.

 

Un golpe al hígado

De esa fecha al 22 de junio suman 920 casos notificados en niños de pocos meses de nacidos hasta los 16 años en 33 países de las cinco regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS): Europa, América, Pacífico Occidental, Asia Sudoriental y Mediterráneo Oriental.

En Europa se han registrado 460 casos, de los que 267 corresponden al Reino Unido; en América los Estados Unidos ha notificado 305 casos y México un poco más de 20. Después siguen las otras regiones con un menor número de pacientes con esta hepatitis.

Actualmente no se conoce la causa por la que los niños con esa hepatitis aguda presentan ictericia (color amarillento en ojos y piel), trastornos gastrointestinales, vómitos y dolor abdominal; en esta hepatitis por lo general no hay fiebre. Este cuadro puede complicarse y llevar a la insuficiencia hepática aguda, de la cual un poco más del 10 por ciento puede requerir un trasplante de hígado.

Las otras cinco hepatitis virales, A, B. C. D y E, presentan síntomas diferentes y tienen una forma de contagio ya conocida:

Hepatitis A. Se transmite por los alimentos y agua o por contacto directo con una persona infectada, se puede prevenir con la vacunación.

Hepatitis B. Se transmite principalmente de madre a hijo durante el parto y a través del contacto con sangre y otros líquidos corporales, como puede suceder en las relaciones sexuales, jeringas e instrumentos afilados utilizados con poca higiene. Puede volverse crónica y causar cirrosis y cáncer. Se previene con una vacuna muy eficaz.

Hepatitis C. Su transmisión es por vía sanguínea (transfusiones de sangre infectada, inyecciones sin higiene, como llega a suceder en el consumo de drogas intravenosas y prácticas sexuales con contacto de sangre. Los antivirales pueden curar el 95 % de los casos.

Hepatitis D. Requiere la presencia del virus de la hepatitis B para replicarse. Los más vulnerables son los indígenas, pacientes con hemodiálisis y consumidores de drogas inyectables. Su prevención es mediante la vacunación contra la hepatitis B.

Hepatitis E. Se transmite por vía fecal-oral, principalmente a través de agua contaminada. Su prevalencia es mayor en Asia Oriental y Meridional. Hay una vacuna que se comercializa en China, pero no está disponible en otros países.

 

La hepatitis de las hipótesis

Actualmente se desconoce el origen de la hepatitis aguda infantil, aunque se tienen algunas hipótesis. La primera es que está relacionada con la pandemia, que podría ser consecuencia del daño directo de una infección previa por Covid-19, pero no en todos los pacientes hay ese antecedente.

Otra hipótesis es que sea causada por un adenovirus (responsable de enfermedades respiratorias y gastroenteritis), pero no se han encontrado niveles elevados de este virus en los enfermos.

Sin embargo, no se descarta que la coexistencia de los adenovirus y el SARS-CoV-2 sea el causante. Incluso, como se sabe que el paracetamol en dosis altas puede ser tóxico y favorecer la aparición de hepatitis, se supone que los padres podrían haber administrado el medicamento sin control.

Por ahora lo que se recomienda es seguir las medidas de higiene ya practicadas durante la etapa crítica de la pandemia: lavarse las manos frecuentemente, evitar los lugares concurridos, ventilar las habitaciones, beber agua potable, comer alimentos preparados higiénicamente, usar adecuadamente el cubrebocas y taparse la boca y nariz al estornudar.

De esta manera pueden reducirse las probabilidades de que los menores contraigan la enfermedad.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico