Aunque parezca  que en la Tierra nada cambia, el hecho es que después de la Cumbre de la  Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), que tuvo lugar en la capital de España los dos últimos días del mes de junio, se confirmó algo que para muchos ya era evidente desde hace tiempo: el mundo contemporáneo está profundamente dividido. De una parte, lo que todavía seguimos llamando Occidente, identificado por la alianza militar de 30 países (que muy pronto serán 32), en gran medida liderados por Estados Unidos de América (EUA), y del otro, Rusia y también China.

Como colofón de esta reunión se firmó el Compromiso Estratégico, considerado por propios y extraños como el disparo de salida para el rearme de varias de las  naciones occidentales mejor equipadas militarmente hablando, como no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. Además, en dicho Compromiso se definió a Moscú y Pekín como enemigos a vencer en el futuro inmediato. Es decir, el giro estratégico, ideológico y programático de mayor relevancia desde el fin de la guerra fría.

La Cumbre de Madrid pasará a la historia por el nuevo Compromiso Estratégico —otra “hoja de ruta” que suple a la que se redactó en la Cumbre de Lisboa en 2010–, que consideraba a Rusia como “socio estratégico”, en tanto en el actual documento se le califica como una “amenaza directa”. No solo esto, se cambió también la percepción que se tenía hasta hace pocos meses del presupuesto militar, pues casi todos los representantes de los miembros de la OTAN reafirmaron su compromiso de dedicar, y hasta superar, el dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de cada país al gasto militar. Un viejo debate que ha agotado a la alianza desde su fundación, el 4 de abril de 1949.

En la clausura de la cumbre, el presidente de EUA,  Joe Biden, recordó una conversación con su homólogo ruso, Vladimir Putin antes de que éste iniciara la invasión de Ucrania: “le dije que la OTAN sería más fuerte y estaría más unida en la defensa de un mundo basado en reglas. Eso es lo que hemos visto hoy. Es una cumbre que refuerza nuestra sinergia. La última vez que aprobamos un Compromiso Estratégico fue en 2010 y Rusia era un socio y no se mencionaba a China. El mundo está cambiando, y esta cumbre evidencia que la OTAN se adapta a los cambios, al señalar a Rusia y a otros desafíos sistémicos, además de abrir las puertas a dos nuevos miembros, Finlandia y Suecia, con tradición de neutralidad”.

Así las cosas, la nueva  hoja de ruta de la OTAN para la próxima década incluye las tres principales amenazas: Rusia, China (aliados estratégicos) y el ciberterrorismo (procedente tanto de los dos países señalados como de comandos de hackers de regímenes como Corea del Norte e Irán).

Aunque pudiera parecer por los hechos que está división ya era algo a dar por sentado, el giro de la retórica de la organización ha sido radical. Hasta la firma del nuevo documento, el octavo marco dese la fundación de la OTAN, Rusia era considerado un colaborador estratégico de la alianza. Ahora es su mayor enemigo y amenaza.

Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN, resumió el asunto en una  conferencia de prensa:”Este es el nuevo concepto estratégico. El que había hasta el momento fu3 firmado en 2010, y lo que hemos acordado hoy es muy diferente a lo que firmamos entonces. El nuevo concepto deja claro que Rusia representa la más significativa y directa amenaza a nuestra seguridad. En el concepto de 2010, catalogábamos a Rusia como socio estratégico.  En el concepto de 2010, no hacíamos ni una sola mención a China. En el nuevo concepto, los aliados hemos declarado que las coercitivas políticas chinas desafían nuestros intereses, amenazan nuestra seguridad y chocan con nuestros valores”.

En este sentido, la invasión de Ucrania por tropas rusas rompió el último eslabón que quedaba entre la Alianza Atlántica y el Kremlin. La relación entre la OTAN y Rusia se desmanteló en sólo una década: desde la cumbre de Lisboa, en 2010, en la que los aliados occidentales se dieron la mano con el Presidente Dmitri Medvédev —actualmente fuera del escenario como suele suceder en todo el mundo cuando a los “personajes del momento” se les terminan sus respectivos periodos de gobierno—, a  la que recién terminó en la capital del oso y el madroño, donde Vladimir Putin, el nuevo zar, pasó a ser el enemigo. Muchos analistas hablan ya, muy por encima, de “una segunda Guerra Fría” entre las mismas potencias que en la anterior —finalizada al desmantelarse la URSS— con la diferencia de que se incorpora la apabullante superpotencia militar china, cuya suerte la aclaman la mayoría. Ley de vida: unos llegan y otros se hunden.

La invasión rusa de Ucrania ha sido un antes y un después para la OTAN.  Cuestionada  hasta entonces, se volvió a confirmar que un enemigo externo común es lo que más fomenta la cohesión entre intereses diferentes. En el periodo de Donald Trump, el entonces mandamás de EUA sufrió serios encuentros con sus aliados en la OTAN debido a la falta de compromiso para disponer el 2 por ciento de gasto en Defensa del PIB. Hoy, muy pocos la cuestionan.

Sobre el particular Stoltenberg manifestó: “Desde 2014, los aliados europeos y Canadá  han dedicado un gasto extra de 350,000 millones de dólares. Nueve aliados ahora alcanzan o superan el objetivo del 2 por ciento; 19 tienen un plan definido para alcanzarlo en 2024º, 6 otros cinco se han comprometido de forma concreta a lograrlo después de esa fecha. Ahora el objetivo del 2 por ciento se ve cada vez más como un suelo de gasto, no como un techo”. 

Por otra parte, los países europeos recibieron de buen talante el anuncio de Joe Biden   respecto a un significativo aumento de su presencia militar en el Viejo Continente, especialmente en tres naciones: Polonia, Rumania, España, Italia, Reino Unido y Alemania, además de la región báltica. Sin determinar el número de soldados adicionales que serán desplegados, Joe Biden recordó que a principios de año, EUA envió veinte mil uniformados al Viejo Continente, lo que elevó el número de militares del Tío Sam en la región hasta cien mil.

Además, el octogenario presidente de USA informó que establecerá un cuartel general permanente en territorio polaco y que establecerá una brigada rotatoria adicional en suelo rumano con cinco mil uniformados estadounidenses.  Para que nada falte, el hombre de la Casa Blanca adelantó que la Base Naval de Rota (sur de España), contará con otros dos barcos destructores, con lo que se aumentará el número de embarcaciones de este tipo desplegados en dicha base, que controla la entrada y salida del mar Mediterráneo.

En el Reino Unido, EUA reforzará la presencia de cazabombarderos de quinta generación, los más sofisticados que existen en la actualidad, con la localización de dos escuadrones de F-35 en Lakenheath. Además, en paralelo situará en Alemania una brigada de artillería de defensa aérea, un batallón de defensa aérea de corto rango y una brigada de ingeniería con alrededor de 625 solados en total; mientras en Italia, ubicará una batería de defensas antiaéreas, con 65 militares.

Además, la OTAN se ha comprometido a aumentar los envíos de armas a Ucrania, favorecer la transición del armamento soviético al occidental y a reforzar la presencia de la Alianza Atlántica en el este de Europa, elevando el número de efectivos en 300,000. Y, en caso de ser necesario, se dejará listo material militar en la zona para favorecer la rapidez de futuros despliegues de tropas.

En el norte de Europa, Suecia y Finlandia obtuvieron el placet para integrarse en la Alianza una vez que Turquía dejó de bloquear su ingreso. Sin duda, este paso fue uno de los logros más importantes de la cumbre. El veto turco se debía al apoyo que Estambul percibía de parte de Estocolmo y Helsinki al Partido Kurdo de los Trabajadores, opositor a Ankara y considerado “terrorista” por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, pero también por Washington.

Turquía logró el compromiso de los países nórdicos de suspender cualquier tipo de apoyo o financiación a los grupos de resistencia del pueblo kurdo, que tienen décadas sufriendo la represión del gobierno turco. Así, el ministro turco de Justicia, Bekir Bozdag solicitó a Suecia y Finlandia la extradición de 33 líderes de la resistencia kurda que residen en esas naciones bajo el estatuto de perseguidos políticos. La solicitud se basa en el acuerdo para abordar “las solicitudes de extradición pendiente sobre sospechosos de terrorismo de forma rápida y exhaustiva”.

Al término de la cumbre, Jens Stoltenberg requirió al Presidente Vladimir Putin “a poner fin inmediatamente” a la guerra iniciada por Rusia en Ucrania. “La guerra brutal es absolutamente inaceptable y está causando muchas muertes y daño al pueblo ucraniano, a vez que tiene ramificaciones para todo el mundo por el incremento en los precios de los alimentos, agregó.

El secretario general de la OTAN explicó que la alianza militar tiene la “responsabilidad central” de evitar que la guerra en Ucrania se extienda a otros países, al tiempo que le dejó claro al Kremlin que “protegerá cada centímetro del territorio de la OTAN”. En tanto, el Presidente Joe Biden dijo que EUA proporcionará otros 800 millones de dólares para la adquisición de armas y de asistencia militar a Ucrania. Y recalcó: “No se como va a terminar  la guerra, pero no terminará con Rusia derrotando a Ucrania”.

Por su parte, Vladimir Putin advirtió que respondería de forma proporcional si Suecia y Finlandia permitían que se instalaran tropas e infraestructura militar de la OTAN en sus respectivos territorios. Y agregó que los países que lideran la OTAN “quieren afirmar su hegemonía y sus ambiciones imperiales, sobre todo EUA”. Solo para resaltar la importancia estratégica del ingreso de Finlandia a la OTAN hay que recordar que la frontera entre este país y la Federación Rusa, de acuerdo a los límites trazados en 1945, corre a lo largo de 1340 kilómetros.

Y China, por su lado, acusó a la alianza atlántica de “difamar y atacar de manera maliciosa” a su país. La delegación diplomática de Pekín ante la Unión Europea dijo que la NATO “afirma que otros países plantean desafíos, pero en realidad es la OTAN la que crea problemas en todo el mundo”.

Y Yuri Korchagin, embajador de la Federación Rusa en España, publicó un artículo en periódicos de Madrid, en el que plantea Los planes antirrusos de la OTAN, en el que sintetiza el problema de la siguiente manera: “Durante la Cumbre de la OTAN en Madrid el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg reconoció oficialmente que los preparativos para la confrontación con Rusia se habían llevado a cabo desde 2014 por vía de aumento de la presencia militar en el flanco Este de la Alianza así como de aumento de su presupuesto de defensa. En realidad la Cumbre de Madrid demuestra que sus participantes no sólo están menospreciando por completo nuestros argumentos y la relación causal de lo que está sucediendo con Ucrania, sino también están regodeándose de manera arrogante. Como si todos los esfuerzos de Rusia para crear una seguridad indivisible en el continente supuestamente fracasaron y la Alianza gracias a ello no solo obtuvo una “segunda vida”, sino que también se “fortalece” por la cuenta de los países escandinavos tradicionalmente neutrales, rodeando así cada v3 más el territorio de mi país. Resulta que cualesquiera que sean los pasos de Rusia en busca del diálogo con la OTAN, la respuesta de la OTAN es siempre la misma: amenazando progresivamente a nuestra seguridad nacional”. O sea, esta es la segunda mitad del vaso: medio lleno o medio vacío.

Muchas son las interpretaciones que cada quien da al problema internacional  que ha causado la invasión de Rusia en Ucrania. No hay unificación de criterios. Distintos son los caminos. Lo cierto, o una parte de la certeza que se busca en el conflicto, es que “el mundo está jugando a la guerra”, como dice Antonio Navalón en su interesante artículo semanal. Que finaliza con afirmaciones que por lo menos hacen reflexionar en muchas cuestiones, como que en Europa y en México se disfrutan vacaciones “teniendo el fenómeno de la guerra total y la  destrucción en la puerta como si esto no existiera… ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? A un punto en el que hemos pasado de creer y sostener que nunca habíamos estado más cerca de la paz ni de la eliminación de las ideologías autoritarias a ir convirtiendo el mundo en un lugar lleno de autócratas con unas ideologías cada vez más incapaces de convivir entre sí. Un mundo con unas  proporciones de falta de sentido común que terminan afectándonos completamente a todos. Esta guerra no es asimétrica. Las guerras son demenciales. Esta es seguramente la guerra más peligrosa, ya que, de ser llevada hasta la última consecuencia, no hay posibilidad de victoria para nadie… el mejor juego de la guerra es no jugar a ninguno”. VALE.