Casi medio siglo después de que la Suprema Corte de Estados Unidos de América (fundada el 4 de marzo de 1789) consagró como derecho constitucional básico el aborto, ese mismo órgano acaba de revertirlo, el viernes 24 de junio, causando con este fallo la anulación de una de las principales conquistas del movimiento por los derechos de las mujeres. La decisión de los magistrados se tomó 5 a 4, a favor de derogar la ley que autoriza a millones de mujeres abortar, y ahora queda en manos de cada uno de los 50 estados de la Unión legislar independientemente sobre el derecho femenino a terminar voluntariamente un embarazo.

El fallo no criminaliza ni prohíbe el procedimiento, sino implica un retorno a las condiciones existentes previas al caso conocido como Roe versus Wade, en el cual la Suprema Corte reconoció el derecho constitucional de las mujeres a optar por la interrupción de su embarazo.

Como justificación de su voto en contra del derecho a abortar, el magistrado Samuel Anthony Alito —nominado al cargo el 31 de octubre de 2005 por el presidente George W. Bush—, manifestó: “El derecho al aborto no está profundamente enraizado en la historia de la Nación ni en sus tradiciones…Por lo que concluimos, asimismo, que la Constitución no garantiza el derecho al aborto”.

Además de Alito, votaron en contra de ese derecho de las mujeres estadounidenses, otros cuatro jueces conservadores, Clarence Thomas —también nombrado por el presidente George W. Bush—, Neil McGill Gorsuch, nominado por Donald Trump, Brett Michael Kavanaugh, designado por el propio Trump, y Amy  Vivan Coney Barrett que llegó a la Suprema Corte en el mismo gobierno. En contra de los magistrados conservadores votó el bloque liberal, formado por los jueces Stephen Gerald Breyer, Sonia Sotomayor, nominada por Barack Obama, y Elena Katanji propuesta por el mandatario afroamericano. Los tres magistrados hicieron constar: “Es con pena —para esta Corte, pero aún más para millones de mujeres estadounidenses que pierden hoy una protección constitucional fundamental— que disentimos”.

Por su parte, el presidente del Tribunal Supremo, el juez John Glover Roberts Jr. —que accedió a la Corte nominado por Bush—, obvio, también de corte conservador, no hizo causa común contra el derecho al aborto, e hizo constar que no hubiera votado en tal sentido. Algo extraño pero así sucedió.

Por otra parte, no sobra saber que entre el 60 y 70 por ciento de la población de EUA apoya el derecho al aborto, así como las mayorías respaldan una reforma migratoria, control de armas, acceso universal a los servicios de salud, derechos laborales, medidas para combatir el cambio climático y la desigualdad económica. Pero, como dice David Brooks en su columna American Curios del lunes 27 de junio: “como se demostró de nuevo la semana pasada,  la voluntad del pueblo no es lo que impera en este “faro de la democracia”. En la misma columna, el autor agrega: “Por cierto, con este fallo (el de la Corte Suprema contra el derecho al aborto), y otros fracasos democráticos continúa el deterioro de la legitimidad de las principales instituciones de la república. La confianza popular en la Suprema Corte se ha desplomado en 11 punto desde el año pasado a su nivel más bajo con sólo 25 por ciento, según la encuesta más reciente de Gallup. La tasa de aprobación del presidente Biden ahora oscila en alrededor de 39 por ciento; la de Congreso está en sólo 21 por ciento en el promedio de las principales encuestas más recientes”.

El fallo de la Corte se produce en un momento de gran polarización en EUA, como han puesto de manifiesto las agencias de seguridad, que en los últimos meses han alertado del crecimiento de la amenaza que supone el terrorismo doméstico de ambos extremos. El último caso precisamente, un hombre fuertemente armado que merodeaba la casa del juez Brett Michael Kavanaugh con intención de asesinarlo.

La decisión de la Corte, impensable hace apenas unos años, es la culminación de décadas de esfuerzos por parte de los contrarios al aborto, que fueron posibles gracias a una derecha del tribunal que se vio fortificada por los tres jueces designados por el desprestigiado Donald Trump, el mandatario que está siendo investigado para saber hasta dónde fue el promotor del fallido golpe de estado del 6 de enero de 2021. La decisión tiene lugar poco más de un mes después de la filtración de un borrador de opinión del juez Samuel Alito en el que indicaba que el tribunal estaba preparado para dar tan trascendental paso.

La decisión, publicada el viernes 24 de junio, revoca tanto la sentencia conocida como Roe Vs. Wade, acordada hace 49 años, que protegía el derecho al aborto en la Unión, como la de 1992, Planned Parenthood vs. Casey, que reafirmaba dicha protección pero permitía a los estados establecer regulaciones sobre el proceso. Como se dijo en líneas anteriores, el juez Alito asevera que las sentencias citadas estaban equivocadas el día que se decidieron y debían ser anuladas. “Por lo tanto, sostenemos que la Constitución no confiere un derecho al aborto. Es el momento de acatar la Constitución. Roe y Casey deben anularse, y la autoridad para regular el aborto debe ser devuelta al pueblo y a sus representantes elegidos”, dice el fallo redactado por el juez.

Con este fallo, los estados que así lo decidan podrán prohibir totalmente el aborto en su territorio. Así, es posible que esta medida afecte desproporcionadamente más a las mujeres de minorías, que ya enfrentan acceso limitado a la atención médica. Además, la decisión del máximo tribunal tiene lugar a pesar de que los sondeos indican que la mayoría de los estadounidenses se oponían a la anulación del fallo Roe vs. Wade. En la primera encuesta pública después de la histórica decisión del tribunal, casi 7 de cada 10 mujeres votantes de EUA, desaprobaron  la opinión de los cinco magistrados conservadores, mientras que más de la mitad de la población consideró el fallo como “un paso atrás” para Estados Unidos. A menos de cinco meses de las elecciones intermedias, el sondeo de la cadena CBS  muestra que la derogación del derecho al aborto es ampliamente impopular en el país y podría tener impacto en el desenlace de los comicios para renovar la Cámara de Representantes y una tercera parte del Senado. El 67 por ciento del voto femenino y 57 por ciento de los electores en general rechazaron la decisión de la Corte que revirtió casi medio siglo de jurisprudencia sobre los derechos de la mujer. Sólo 33 por ciento de las mujeres y 41 por ciento de la población lo aprobó. Entre las mujeres, 56 por ciento estimó que su situación empeorará, 28 por ciento que no hará mucha diferencia, mientras que 16 por ciento considerará que será mejor. A nivel nacional, 52 por ciento indicó que la nueva realidad sobre el aborto representa “un paso atrás” para la Unión Americana, mientras que 31 por ciento lo considera un paso positivo y 17 por ciento se declaró neutral.

Por otra parte, el presidente Joe Biden no tardó en reaccionar y considero que la decisión del tribunal supremo representó “un día triste para la Corte y el país”, por lo que aseguró que luchará por preservar el acceso al aborto y llamó a los estadounidenses a elegir más demócratas que salvaguarden los derechos amenazados por la decisión de los magistrados conservadores. “Esto no es el fin” dijo el mandatario.

Biden agregó: “Ahora, con Roe anulado, que quede bien claro, la salud y la vida de mujeres en todo el país, están en peligro. La Corte ha hecho algo que nunca había hecho antes: ha quitado expresamente un derecho constitucional que es tan fundamental para tantos estadounidenses”. Aclaró: “La Corte cometió un error trágico” y  manifestó que la decisión de la justicia es el resultado de una “ideología extremista”, cargando contra los ministros derechistas nominados por su predecesor: “Tres jueces nombrados por un presidente, Donald Trump, están en el centro de esta decisión de acabar con la balanza de la justicia y eliminar un derecho fundamental de las mujeres en este país”.

Por lo mismo, Joe Biden aseguró que su gobierno defenderá el derecho de una mujer de viajar a otro estado para poder abortar: “las mujeres deben seguir teniendo la libertad de viajar sin problemas a otro estado para buscar la atención que necesiten. Y mi gobierno defenderá ese derecho fundamental”. Además, el residente de la Casa Blanca advirtió que otros precedentes legales que garantizan el matrimonio entre personas del mismo género y el acceso al control de la natalidad pudieran estar también en peligro, “es un sendero extremo y peligroso por el que nos lleva la Corte”.

Otros personajes de primer orden, como la presidenta de la Cámara de Representantes,  la demócrata Nancy Pelosi, declaró que el fallo “es escandaloso y desgarrador y cumple el objetivo oscuro y extremo de arrancarles a las mujeres el derecho a sus propias decisiones de salud reproductiva”.

Por el contrario, el debatido ex presidente Donald Trump consideró que la anulación de este derecho obedece a “la voluntad de Dios”. Cuestionado por el Canal Fox News sobre     qué papel desempeño él en la decisión, al haber inclinado claramente a la derecha el tribunal con el nombramiento de tigres jueces conservadores contestó: “Es la voluntad de Dios. Sigue la Constitución”.

Tras la decisión de la Corte Suprema de anular el derecho al aborto, estados liberales inmediatamente anunciaron un bloque de defensa de esta prerrogativa, mientras que otros prohibieron la interrupción del embarazo el mismo viernes 24 de junio. Esta situación dio lugar para que clínicas en entidades liberales decidieran cancelar los procedimientos para evitar problemas legales.

Los gobernadores demócratas de California —considerado el más progresista de la Unión—, Washington y Oregon anunciaron una “ofensiva de la Costa Oeste” para proteger los derechos reproductivos y ayudar a las mujeres que viajen a esos estados en busca de practicarse un aborto. Esas entidades emitieron un “compromiso multiestatal” conjunto, afirmando que colaborarán para defender a las pacientes y a los profesionales médicos que prestan servicios de salud reproductiva. También se comprometieron a “proteger contras cooperación judicial y de las fuerzas del orden locales con investigaciones, pesquisas y detenciones fuera del estado” en relación a los abortos realizados en sus entidades.

En contraparte, Kentucky, Luisiana y Dakota del Sur prohibieron la interrupción del embarazo desde el viernes 24 de junio, apenas se conoció la decisión del tribunal. Idaho, Tennessee y Texas también la aprobaron de forma automática, aunque sus efectos no entrarán en vigor hasta dentro de 30 días. Trece estados, principalmente del sur y del centro —los más religiosos y conservadores—, han adoptado en los últimos días las llamadas leyes zombies o “gatillo”, redactadas para entrar en funciones automáticamente en casos de un cambio en la jurisprudencia de la Corte. En otros, como Arkansasas o Mississippi el fiscal general primero tendrá que confirmar que la Corte ha cambiado el marco legal.

 

Esta situación provocó que clínicas en Estados como Alabama, Texas y Virginia Occidental dejaran de practicar abortos por temor a ser procesados judicialmente,  haciendo que las pacientes se fueran de sus instalaciones con lágrimas en los ojos. “Algunas embarazadas se derrumbaron y no podían hablar entre sollozos. Otras pacientes estaban atónitas y no sabían qué decir. Otras no entendían lo que ocurría”, declaró Katie Quiñónez, directora ejecutiva de la única clínica donde se practica el aborto en Virginia Occidental, cuyo personal se dedicó a llamar a decenas de pacientes para cancelar sus citas.

Tras protestas que se prolongaron hasta altas horas de la noche del viernes 24 de junio y días subsecuentes, centenares de mujeres y de hombres incluso volvieron a las calles el sábado 25 y el domingo 26, en particular en Washington, frente a la cerca de la sede de la Corte Suprema de Justicia. “Guerra contra las mujeres, ¿Quién sigue? y “Sin útero, sin opinión”, decían algunos carteles desplegados por las manifestantes. También se realizaron actos de protestas similares en Los Ángeles, una dirigida al ayuntamiento y la otra al juzgado federal y en decenas de ciudades de todo el país. Las protestas frente al Capitolio de Arizona terminaron con una descarga de gas lacrimógeno y fueron descritas de diversas maneras ya sea como pacíficas o impulsadas por anarquistas con intenciones de destruir instalaciones oficiales. Y no es para menos, pues ahora hay el temor que la conservadora Corte Suprema se enfoque a otros derechos humanos como el matrimonio entre personas del mismo sexo y la anticoncepción. Asociaciones a favor del aborto y otras organizaciones civiles como Acces Reproductive Justice se afanan ahora en ofrecer apoyo financiero y legal a las mujeres que decidan abortar en estados donde se permita esta practica. Sin duda, la decisión del tribunal entregó a los políticos más oportunistas de EUA un manifiesto conservador frente al cual posicionarse de manera radical. O sea, más tiempos violentos para la Unión Americana.

 

En definitiva, lo que muchos analistas prevén es que este fallo dividirá aún más a un país ya de por sí polarizado, una nación abocada a marcar una nueva frontera, entre las entidades quien permitan el aborto y las que lo prohiban. VALE.